Se cumplen ya 30 años de la publicación del segundo álbum de Dismember, Indecent & Obscene (1993), el que sería y es un gran sucesor de su impresionante debut Like an Ever Flowing Stream (1990).
Dismember son una de esas bandas que reinan el death metal desde las sombras de las propias catacumbas del género. Pioneros del estilo a finales de los 80 y principios de los 90, definieron junto a Entombed el sonido buzzsaw, que se convirtió en marca de la casa en el área de Estocolmo.
Ya con su primera y anterior entrega Like an Ever Flowing Stream (1990), los suecos apuntaron maneras para erigirse como estandarte del death metal cafre y melódico, y con este Indecent & Obscene (1993) no hacían más que confirmar que no tenían intención de levantar el pie del cuello de sus víctimas sonoras.
Empezando con el propio título y gore portada del álbum quedamos advertidos de que aquí no hay claroscuros. En 1992, la banda fue demandada por obscenidad en el Reino Unido a raíz del tema “Skin Her Alive” de su álbum debut. Saliendo victoriosos del juicio, decidieron titular su siguiente álbum Indecent & Obscene, en un irónico alarde del viejo dicho ¿No querías caldo? ¡Pues dos tazas!
Musicalmente el álbum nos regala absolutos clasicazos del género:
Como la abridora en canal “Fleshless”, que es una verdadera declaración de intenciones de que Dismember no tenían ninguna intención de aflojar ni dejarse amilanar por controversias legales ni mercados cambiantes dentro del propio metal. Pura contundencia sin introducción alguna ni miga de pan para ayudar a digerir.
Por si había alguna duda de en qué percal nos estamos metiendo, “Skinfather”, el segundo corte, continúa con el irremediable desmembramiento de nuestras neuronas y cuenta con otro momentazo digno de recordar, la pausa en la que se nos inquiere “Why don’t you just kill yourself?”. ¿Por qué ésto no llegó a los tribunales? ¡Ni idea y me alegro!
“Reborn in Blasphemy” nos desborda con ése riff inicial tan memorable y amenazador, los stop&go antes del coreo del propio título o ese final a lo épico-cafre.
“Dreaming in Red” cierra el disco con una intro de bajo que nos augura uno de los riffs más reconocibles del death metal de los 90 y que marcarían e influenciarían toda la escena sueca de la década, no sólo en Estocolmo, también en la vecina Gotemburgo con su oleada de death melódico que estaba ya cocinándose en sus entrañas.
Ningún tema de este Indecent & Obscene tiene desperdicio. Dismember ya desde sus inicios dieron con su peculiar fórmula mágica de riffs y sonido extremadamente cafres, con los respiros justos y adecuados que nos dan una ínfima tregua para continuar la masacre sónica, aportando melodía en el momento idóneo para lubricar la marabunta de riffs asesinos que acometen nuestros tímpanos.
El voceras de Matti Kärki se desgañita a placer en los 35 minutos y 8 segundas que dura el aserradero, y ya se postulaba con este álbum como uno de los mejores y más discernibles vocalistas del death metal.
En definitiva, Indecent & Obscene, es, a sus 30 añitos, una piedra angular del death metal, y su sonido crudo, sucio y primitivo a la vez que preciso e inteligible, se ha convertido con los años en una entidad propia dentro de los cánones del death.
Dismember se separarían en 2011, pero en 2019 decidieron reunir la formación original para “unos pocos” conciertos. A día de hoy, en 2023, siguen en activo con actuaciones en directo. Pocas bandas (de metal extremo) pueden decir que 15 años después de su último trabajo de estudio sigan en tanta demanda.
La reciente publicación de todo su catálogo en plataformas digitales, el aún más reciente anuncio de la re-edición física de sus trabajos via Nuclear Blast, y las últimas declaraciones del batería Fred Etsby sobre posibles planes de estudio no hacen más que confirmar lo que ya imaginábamos… Dismember siguen reinando en el death metal desde la sombra de su mausoleo profanado.
¡Celebremos estos 30 años de indecencia y obscenidad!
*Como curiosidad, su característico sonido lo consiguen con el pedal “Heavy Metal” de Boss, con todos los diales al máximo, conectado al canal de distorsión del Marshall. El mismo David Blomqvist comenta que para su tercer álbum Massive Killing Capacity (1995), intentaron bajar algunos diales del pedal para ganar en nitidez y no les gustó el resultado.*
Autoexiliado desde el 2007 a la tierra del salmón, el sirope de arce y el oso, he llegado a pocas epifanías en mi vida, pero una es segura: Si la gula por (casi) todas las manifestaciones del metal se considera un pecado capital, me merezco mi propio círculo en el infierno. ¡Traed aceitunas!