Ayer, el disco Massive Killing Capacity de Dismember cumplió 25 años. Poco después de su salida fue lo primero que me llevé a mis oídos gracias a un amigo que casualmente me encontré el otro día y que me hizo descubrir auténticas joyas. Este en particular me fascinó. En esa época ya lo flipaba con Entombed y las similitudes en ambas propuestas me dejaron un poco roto al principio confundiendo en ocasiones que grupo era el que sonaba. Con los años eso ya se disipó entrenando el oído como es debido.
Después de sacar sus dos primeros discos y un par de EP’s llegó el año 1995 y nos deleitaron con este gran disco en el que «bajaron» un poco la intensidad para centrarse un poco más en su faceta melódica. Una perfecta mezcla entre el death metal y el heavy metal clásico con ineludibles reminiscencias a Iron Maiden sobre todo.
El disco arranca con «I Saw Them Die», una canción icónica de los suecos con unos riffs arrastrados y crujientes con pequeños arreglos maravillosos. Lo que se vislumbra también es una clara influencia por el Wolverine Blues (1993) adquiriendo ese halo del death ‘n’ roll pero hecho con un gusto exquisito. El sonido en los solos siempre me ha parecido de lo mejor en el género y sus melodías se reconocen a leguas.
Siguen con la que da título al disco y es todo un puñetazo en la cara. Más directa que la anterior y con un «estribillo» que se engancha sin remedio. Con los solos nos evocan escenas macabras como si de una peli de terror se tratara. Matti Kärki está enorme con su particular estilo aportando una fuerza brutal a la ya de por sí extrema música.
Pure fucking Swedish death metal es lo que nos encontramos en la veloz «On Frozen Fields». Son una influencia muy grande para infinidad de grupos y eso es debido a la calidad de toda su discografía, una maravilla. Se muestran mucho más agresivos y joder, con esos solos uno con 17 años se hacía polvo, y bueno, me sigue pasando. Una canción corta llena de excelencia.
«Crime Divine» es más a medio tiempo pero con la contundencia de un tanque. Sus riffs son sencillos pero muy efectivos y con su básico ritmo no puedes evitar mover las cervicales. No, en serio, en este disco Matti canta clavado a Petrov, jajajaja. Y qué más da, ¿no? Separados al nacer, quien sabe. Y que decir del sonido de bajo, atronador y penetrante. Vaya temazo.
Este brutal bajo lo podemos disfrutar en la intro de la rockera «To the Bone» que bien podría pasar por una canción del Wolverine Blues on algún que otro cambio. Pero claro, si todos grababan en el mismo estudio con el mismo productor pues… Quitando esto la canción está genial, es bastante oscura llegando incluso a sonar a occult rock jugando con las intensidades.
Nos revientan sin piedad con «Wardead» con influencias thrash y unos riffs y juegos de guitarra muy sugerentes. A todo trapo todo el rato sin respiro y con el grupo a por todas. Aquí también me recuerdan a mis amados Desultory.
Se calman un poco con la siguiente «Hallucigenia», una rara avis dentro del disco, una canción intensa con un hilo conductor que nos arrastra sobre nuestro ser. Cuando se ponen juguetones con las guitarras es ahí donde me gustan para volver de nuevo a rebanar cabezas. Lástima que en este trabajo perdieron la agresividad del grandísimo Pieces (1992) en el que demostraron arrollarlo todo con tan solo cinco canciones. Aquí son como más rudos, más vacilones. Brutal final.
Si quieres melodía, en «Collective by Blood» la derrochan por todos los lados. De aquí cogieron mucha influencia mis también adorados Deathless con su único disco hasta la fecha. Reminiscencias a los primeros In Flames y también un poco de Amon Amarth en una canción muy heavy que es una delicia. El sonido es clave para que todo fluya como es debido y aunque lo melódico aflora más que en otras ocasiones tiene su encanto.
Llegamos a una de las mejores canciones que han parido en toda su carrera. «Casket Garden» es enorme, épica, monolítica, pesada, brutal y muchos más calificativos extremos. Esos guitarrazos tremendos te mantienen en tensión durante todo su desarrollo y nos muestran a unos Dismember en estado puro dejando la melodía un poco aparcada. No la disipan del todo pero la mantienen en un segundo plano demostrando su excelencia. Y es que el orden de un disco tiene mucho que ver y esta gente lo equilibra muy bien. Que gozada de canción.
«Nenia» vuelve a ser un experimento un poco curioso. Una canción instrumental a como nos tenían acostumbrados otros compatriotas suyos. Una pieza que bebe del metal más clásico y nos muestra a un grupo cohesionado pero que tira para derroteros demasiado melódicos para mi gusto. No es una mala pieza pero no aporta mucho a todo el conjunto y creo que sin ella el disco sería mucho más directo y contundente. Tiene similitudes con Opeth de sus primeras obras y eso me descoloca bastante.
En un rollo más Hypocrisy con unos teclados solemnes se despiden con «Life – Another Shape of Sorrow» en una especie de homenaje al doom/death pero sin perder su identidad. Melodías por un tubo de esas que entran bien a la primera junto a unos cambios de ritmo impresionantes, pura brutalidad. Su batería les da un empujón extra y es que Fred Estby es uno de los grandes tras los parches estando desde el primer instante con ellos y desarrollando una técnica envidiable.
Unos teclados de pura solemnidad nos avisan que este viaje se ha acabado y nos quedamos con ganas de seguir disfrutando de este gran disco. Esperamos poder celebrar sus 50 años, no estaría nada mal.