Gran noche con dos grandes bandas que demostraron estar a un enorme nivel. Llenazo total para asistir a unos Disturbed que no pisaban tierras catalanas desde hacía más de tres lustros. Montaje espectacular, excelente sonido, muchas sorpresas y una producción a nivel de estadio. Todo un lujo poderlo vivir en una sala como la Razzmatazz. Por otro lado, señalar que lo de Skindred es el ejemplo de lo que tiene que ser una banda telonera: entretener, sí, pero si puedes deslumbrar y ganarte una pequeña legión de fans, mejor que mejor.
Skindred parecieron la banda principal y no los teloneros
Impresionante demostración de lo que son capaces los locos de Skindred. Viendo la entrega del público pareció que los cabezas de cartel eran ellos y no Disturbed. Al eclecticismo y la originalidad hay que añadirle el carisma desbordante de un frontman de manual. Cómo mueve las masas Benji Webbe es algo fuera de lo común. Sólo les achacaría al cuarteto galés el exceso de pregrabados que les apoya, pues los cambios estilísticos y volantazos musicales terminan por enamorar y convencer. “Machine” te acerca a los 90 y se le da cancha al guitarrista Michael Fry para que ponga voces principales. Benji no para de interactuar con el público tras sus gafas, acompañado por la bandera Union Jack de tonos grises. “Pass It On” posee alma alternativa a golpe de guitarra y bases pregrabadas. Poco tiene que ver un tema con otro, y eso engancha.
Benji preguntó quien venía por vez primera a verles, quien tenía sus discos, que iban a volver en diciembre y que quién quería una camiseta del grupo. “¿La queréis? Pues os la compráis que vale 40 eurazos”. Este es el humor faltón y simpático que gasta el gigantón de color. La tecnología tomó la sala en “Sound the Siren” y con ella los ritmos caribeños. El batiburrillo musical, esta vez con aires tribales, es todo un desafío, pero la gente estuvo encantada. Fry parece sacado de ZZ Top por su barba y gafas de sol y la base rítmica es compleja y más que fiable. Más juegos de coros con la sala en “That’s My Jam”, uno de los grandes momentos del set.
Conseguir lo que consigue Benji es realmente grande. Incluso llegó hacer sentar a toda la Razz al final del concierto. Sonidos muy 90s en “Kill the Power” con rapeados varios para luego caer en una mezcla imposible de Sepultura con reggae en “Nobody”. Hubo un sampleado del “War Pigs” de Black Sabbath para luego matarlo todo con “Warning”. La idea de que la gente se sacase la camiseta y la agitase sobaco en alto hizo que la Razz oliera a vagón de metro a las 8:00. Despedida por todo lo alto y gran decisión la de girar con Disturbed y posponer su gira española. Os aseguro que se ganaron un par de centenares de fans. Hay que ver su propuesta en directo y ponerse a las órdenes de Benji. No hay ninguna banda que se parezca a ellos y son ideales para festivales de verano.
Disturbed ofrecen dos horas completas y variadas de show de alta producción
Nunca han llegado a ser en Europa la leyenda que son en Estados Unidos así que verlos en salas como Razz es un regalo. No han escatimado a nivel de producción y la pantalla de fondo, la batería elevada o un extra de seguratas en el foso daban pistas de que el concierto iba a ser realmente grande. Presentaban un disco nuevo como es Evolution, y ya en el nombre del disco se dan pistas de que el grupo avanza. Una intro extensísima pero puntual sirvió para abrir con “Are You Ready”, tema que representa la nueva propuesta, pero en la que David Draiman no estaba cómodamente en lo vocal, sí enfundado en una larga y elegante capa. Muchos extranjeros y gente venida de muchas partes de España para poder ver momentos como los de “Prayer”, la única que cayó del Believe. Mucha actitud y un sonido que se acercó a la perfección a pesar de que la voz no terminó de convencernos a muchos en los primeros compases.
Pero la pegada de “The Vengeful One” pronto nos conquistó. Esos juegos de riffs y la característica voz de su líder son puramente Disturbed. Hubo muchos momentos en los que puedes ver perfectamente que estás ante un grupo especial como en “The Animal”. La pantalla trasera combinaba imágenes de archivo con la retransmisión en directo del concierto como si fuera un show de estadio. Hicieron saltar la banca en las esperadas “Stupify” y “Voices”, ambas separadas por un solo de guitarra, algo tempranero, pero no molestó. El glorioso inicio de los de Chicago se nos aparecía imponente ante nosotros, con esas sonoridades Nu Metal a las que les ha sabido dar su justa evolución hacia el rock de estadio.
Considero que es una genialidad el hecho de versionar a los Genesis de Phil Collins con la excepcional cover de “Land of Confusion” Uno de los grandes momentos de la velada. El primer tramo había sido impecable, pero a partir de entonces la cosa se fue ralentizando al salpicar el set con baladas, muchas acústicas de la talla de “Hold on to Memories”. Imágenes de Vinnie Paul y el cantante de Linkin Park para un sentido homenaje a los amigos caídos. John Moyer tuvo su momento de solo de bajo al que se añadió como protagonista el baterista Mike Wengren. Volvimos al concierto propiamente dicho en “Tenthousand Fists” en el que la gente empezó a saltar. David sonrió a un niño que estaba sobre los hombros de su padre y en los bises le haría un regalo para no olvidar en toda su vida.
Cabe resaltar la gran labor de Dan Donegan a las seis cuerdas y en ese regalo que fue “The Game”, otra de su ópera prima, y otra de las favoritas de la concurrencia. La cosa volvía a elevarse, pero llegó otro momento de acústicas y taburetes, esta vez con mensaje profundo. Draiman ha vivido el infierno de la depresión y las adicciones así que nos animó a luchar y a ayudar a quienes lo necesitan. Están concienciados hasta el punto de que ofrecen por pantalla el teléfono de una ONG madrileña. Siguieron las acústicas con una del nuevo disco: “Watch You Burn”. Para muchos un tramo algo falto de fuerza, pero la gestión de los cambios de instrumentos y de espacios estuvo a la altura de los profesionales que trabajan en la Fórmula 1: eficacia y rapidez. Otro cambio interesante en las percusiones pues llegaba el momento del “The Sound of Silence” y el señor Wergren precisa mazas. A nivel vocal no llega al nivel de estudio, pero nos emocionó y solventó uno de los momentos vocales más exigentes, acompañado también de teclado.
Otro cambio de tercio en “Indestructible” para rematar luego con “Inside the Fire”, ambas del mismo disco, recuperando la fuerza para un grupo que a esas alturas ya había demostrado ampliamente que son auténticos, que son una banda de estadio y que confían plenamente en cada una de sus obras. Los bises empezaron con Wergen regresando a su mar de platos y con dos invitados especiales que se sentarían en la tarima de la batería: padre e hijo de público. Comercialidad y melodía en “The Light” pero perfecta para poder admirar el rango vocal del vocalista, luego un “Stricken” con esos alaridos tan característicos del Nu Metal de los 90 y principios del 2000. Se elevarían hasta las dos horas de concierto con ese riff tan a lo Marilyn Manson como es “No More”, una de las joyas de su última obra. El fin de fiesta vino como no podía ser de otra manera: “Down with the Sickness” para delirio de los presentes. ¡Cómo lució el tema! Sin lugar a dudas el gran momento de toda la velada.
Las expectativas hacen mucho de lo que uno opine a la postre del concierto, pero la verdad es que ver juntos a Skindred y a Disturbed fue una maravilla. Puedo afirmar que salí como fan y que me encantaría verles en un gran festival delante de decenas de miles de personas. Hay cositas mejorables, pero se quedan en nada cuando uno mira el global de todo lo visto. Me preocupa más la deriva melódica que han tomado en estudio pues en directo lucen todos sus puntos fuertes y se nota que el grupo tiene mensaje y disfruta en su cometido.