Poco sabríamos de Dogstar si no fuese por la estrella que toca el bajo en la formación. Pero a veces nos sobra un simple motivo para acercarnos a escuchar una banda que desconocemos. Seguramente esto es lo que le ha pasado a la mayoría de personas que han acabado reproduciendo Dogstar una vez en su vida. Y no nos engañemos, también lo hemos hecho para escuchar a la banda del hijo de James Hetfield, de Corey Taylor o de Bruce Dickinson. Somos seres curiosos y morbosos.
Bret Domrose, Robert Mailhouse y Keanu Reeves son el trío de músicos que dan forma a Dogstar, una banda que se mueve libremente entre el rock alternativo y el grunge. Sin ofrecer nada nuevo ni nada extremado, Dogstar cumple con la función pura y dura de entretener al oyente. Al final, es algo que siempre nos viene bien, tener un momento de buen rock, entretenernos. Todo podría indicar que Keanu se llevara toda la atención (que se la lleva, pero en otros términos), pero escuchado el disco y vistos algunos de sus videoclips, me gusta ver que el bueno de John Wick se aleja de los focos.
Somewhere Between the Power Lines and Palm Trees es el nombre del disco que llega 23 años después de Happy Ending (2000). Tras su segundo disco, la banda se disolvió aunque se reunieron ocasionalmente para improvisar en la casa de Mailhouse en Silver Lake. El comienzo de la pandemia en marzo de 2020 llevó a la banda a pasar más tiempo juntos. Los días de ensayo de ocho horas pronto se convirtieron en sesiones de composición; en dos meses y medio, la banda había escrito canciones más que suficientes para un nuevo álbum. Entonces contrataron a Dave Trumfio para producir finalmente e inesperadamente un nuevo disco.
No es memorable pero es disfrutable. Y con eso a veces hay suficiente. Un disco alternativo, con aroma grunge, con cierta fragancia californiana. No pasará a la posteridad, pero con la excusa de contar con Keanu en su formación, la excusa para retomar de vez en cuando este u otro de sus discos es merecida.