Espectacular tarde y noche vivida el sábado pasado. En esta ocasión no iba de enviado especial para Science of Noise, sino que había ido con unos amigos a disfrutar al completo de ese día. No estoy diciendo que cuando voy a conciertos como redactor, no me lo pase bien, pero sí que es cierto que en el aspecto de “fiesta”, voy más comedido ya que quiero recordar muchos detalles de la noche. En esta ocasión, la cosa es diferente y haré una crónica de una noche de esas para no olvidar. Todo comenzó en la previa del concierto de Alestorm, celebrado en el diciembre anterior, y del cual iba de redactor, cuando, probablemente como muchos de los que me estáis leyendo, cerveza en mano, unos colegas de los allí presentes, decían que iban los tres días al Download del 2019. Y yo, ni corto ni perezoso le propuse a uno del grupo que cumpliría los 40 por esas fechas, de ir al menos el sábado a disfrutar del gran cartel que se preveía. Sí, pensaréis algunos, ¿porque no los tres días? Cuando se tiene familia hay prioridades y lo encontraba excesivo, de esta manera un solo día (que ya acompaña estar todo el fin de semana fuera) era una excusa perfecta para intentar quedar bastantes y, claro que sí, montarnos una noche para recordar.
Así que, previa compra en su momento, de entradas, apartamento y vuelo (somos puretillas, no nos vamos a engañar) nos dispusimos a salir de Igualada el sábado por la mañana. Los más jóvenes habían ido repartidos en varios coches y moto incluida. Nosotros éramos cuatro, dos cuarentones viejóvenes y dos rozando la cuarentena, aquí incluido el que os está taladrando con su escritura, más que nada para que quede claro. Como iba diciendo, salimos el sábado bien temprano, cogimos avión de Barcelona para Madrid, aterrizamos y salimos del avión, después estuvimos medio perdidos como treinta minutos en la Terminal 4, subiendo y bajando escaleras, subiendo y bajando en ascensores molones, sacados de un videojuego de estilo retrofuturista como puede ser Bioshock, para finalmente coger el ansiado metro de los cojones e ir hacia la salida más cercana al apartamento.
Duchados, cambiados y llenos, en mi caso, con un gazpacho y huevos estrellados para tener energía suficiente sin estar empachado y sufrir los 40 grados que nos deparaban en la Caja Mágica al salir del taxi, sobre las seis de la tarde. Ansiosos hicimos una cola muy pequeña para entrar, coger la pulsera de manera ágil e ir automáticamente a la zona de conciertos cruzando el puente. Bajo un sol infernal, y sabiendo lo que mi cuerpo me pediría a nivel líquido y también solido, me pregunté cuantas veces cruzaría este tramo para degustar en la zona de restauración las suculentas variedades de comida de todo tipo y diferentes lugares del mundo.
Una vez cruzado el puente y dejado atrás la zona de merch y comida, nos dirigimos al primer stand que encontramos para recargar la pulsera con los Tuenti, y coger los cuatro jinetes del apocalipsis (así nos llamábamos los cuatro viejovenes…) nuestro primer regalo en forma de oro líquido tamaño grande.
Andando cerveza en mano llegamos hasta el Main Stage 1, o escenario principal como queráis decirle, con muchas ganas de ver a los que iban a salir en breve.
Red Fang
Impactante actuación de los norteamericanos, que ganan enteros en directo, mezclando y combinando temas con su stoner rock y sludge metal, los disfruté como un bellaco, incluso bajo el inclemente sol que caía, noté como unos leves y tímidos movimientos de cabeza se convirtieron en un headbanging y movimiento corporal, y también con mucho, muchísimo sudor. No tengo muy frescos los temas en la mente, pero algunos como “Antidote” tan pesado y poderoso, la más melódica y más stoner “Wires”, “Into the Eye” o creo, “Number Thirteen” las tocaron para los allí presentes, que realmente ya éramos muchísimos bajo el gran ojo. La gracia de este grupo, para mí radica en los dos estilos preferentes un poco diferentes, pero a la vez similares, y jugando tan bien con las voz más ruda de Bryan Giles y la más clara por parte de Aaron Beam, te da la sensación de ir intercalando canciones de dos grupos diferentes y eso me mola. Es un grupo con mucha presencia en el escenario con un punch que (nunca mejor dicho) da nombre a su actual renombre comparado con su relativamente corto recorrido. Red Fang se notó cómodo en todo momento, y dando una lección de energía, (incluso cierta interactuación) para contentar a los muchos fieles que estábamos sufriendo bajo el sol. Un gran concierto de un gran grupo para abrir la velada que esperábamos tan ansiosamente.
Después del bolo de aproximadamente una hora que nos había deparado Red Fang, contentos por haberlos disfrutado tanto, los cuatro jinetes del apocalipsis nos dispusimos a coger más cerveza extra grande, ir a los baños a miccionar y refrescarnos gracias a los múltiples grifos que había en la zona, gran acierto, en contraste con no poner la moqueta de otros años, pero bueno, pensaba que se iría fundiendo la suela de mis “converse” a medida que caminara hasta comenzar a crear ampollas en mis pies y su posterior transformación en “blandiblu” (lo que ahora se llama “slime”) pero nada de esto pasó. Tampoco noté o notamos un excesivo calentamiento en el suelo, ya me entendéis. Creo que más era imposible jajaja
Una vez frescos, otra vez con “refresco” y aireados en unos ventiladores-aspersores de agua que te bajaban 5 grados corporales en 1 minuto, sensación brutal a las siete de la tarde, era hora de encontrarnos con todos los colegas millenials, estos al haber disfrutado el día anterior de Scorpions, Children of Bodom o Sabaton, estaban en otro ritmo, de resaca vamos, y estaban llegando. Así que mientras los esperábamos pues aprovechamos para ver un buen rato al siguiente grupo que había en el Main Stage 2.
Nos trasladamos hasta el lugar donde se encontraba nuestro redactor Pau Rosell para que nos cuente un poco lo que vio el sábado.
Mientras Red Fang estaban a lo suyo en el Main Stage 1, la parte baja del recinto no estaba precisamente en silencio, y aunque mi intención principal era llegar a las 19:00 al escenario principal, una pequeña parcela con sombra justo en la entrada del recinto, a escasos metros de una de las barras y de la cual se podían escuchar perfectamente los conciertos de los escenarios secundarios, hizo que allí me quedara durante las primeras horas del evento.
Durante este tiempo, pude disfrutar tranquilamente de la homilía del El Altar del Holocausto en el Satge 4. El trío nos brindó cuarenta minutos de trance musical con sus instrumentales pasajes cargados de doom, envueltos en sus túnicas blancas y sus máscaras, lo cual no sé cómo pudieron soportar cuando yo a duras penas podía hacerlo quieto en la sombra con una cerveza “fría” entre las manos. Y ya no sólo por el calor infernal y sus atuendos, sino porque estos tres feligreses no son precisamente almas estáticas en el escenario, mostrando mucha energía y presencia en sus homilías en directo.
Los siguientes en entrar a escena ahora en el Stage 3 iban a ser los barceloneses Ànteros a los que ya pudimos ver hace unos meses en la ciudad condal junto a Toundra, a los que también tendríamos oportunidad de ver aquí al día siguiente y banda con la que Ánteros tiene un pasado común. El sonido durante su concierto fue muy muy bueno y lo dice un tío que estaba a muchos metros del escenario, disfrutando de su rock instrumental más melódico entrelazado por momentos con un screamo muy directo más característico de post-hardcore, siendo esta para mí la principal característica de esta interesante banda, que contando en su formación con integrantes y ex-integrantes de bandas como Viva Belgrado o Toundra, son una banda a tener muy en cuenta. Ganas también de verlos de nuevo por alguna sala de Barcelona en unas condiciones más soportables y poder disfrutar al 100 % de un bolo de Ánteros.
Destacando la gran presencia de bandas nacionales en un festival grande como Download, lo cual es para estar orgulloso, era el turno de los madrileños Megara. Esta peculiar banda catalogada por ellos mismos de manera cómica como fucksia rock liderada por la carismática Kenzy dio un buen directo bajo el sol abrasador de Madrid, con una gran puesta en escena llena de fucsia y negro, disfraces y maquillaje que se ha convertido en uno de los principales reclamos de la banda. Destacar la gran presencia de Kenzy al frente de los suyos que se crece al subir a un escenario, y que a pesar de algunos problemas técnicos que hubo con el sonido durante el bolo, ella no paró de hablar con el fiel público explicando lo que pasaba y no dando lugar al aburrimiento.
Y volvemos con Dídac y su experiencia en el festival.
Rival Sons
No voy a decir que vi el concierto entero, pero sí que vimos parte de él. Este grupo que lleva justo una década de vida, nos aireó buenamente con su hard rock con toques de blues rock. La intro con el tema de “El bueno, el feo y el malo” sí que lo oí, y te mete en situación “temporal”, por así decirlo. Con el primer tema lo primero que te viene a la mente es Led Zeppelin, aunque su esencia a mis queridos Cream está también presente. Parece mentira que un género tan trillado como el de un rock entre finales de los sesenta y comienzos de los setenta pueda sonar tan fresco. Referente a la ambientación y vestimenta van muy puestos (en el buen sentido, malpensados) y junto a la música te teletransportan casi 50 años atrás…joder dicho así suena muy lejana esa época ya…
La gente (y nosotros) disfrutó mucho de sus canciones eléctricas como “Torture”, “Open My Eyes”, “Too Bad” o Face of Light” (al menos son las que pude oír enteramente mientras estuve por allí) o la coreada “Back in the Woods”. Con la peculiar, a la vez que brillante, voz de Jay Buchanan, es de esas distinguibles al momento y con el sonido a la guitarra tan característica de Scott Holiday, y evidentemente todo el grupo, sonaron a la perfección. Como anécdota en las giras de los californianos, los acompaña un percusionista y teclista, Todd Ögren, que lleva una barba rabino de la hostia, evidentemente no faltó el comentario de uno de los míos retándome a que me la deje así de larga, cosa que no haré nunca, aunque por mi cuerpo corre sangre judía, mi barba me la dejo como quiero, larga y en punta, lo que ahora se llama viking.
Hablando de vikingos, se aproximaba la hora del desembarco. Cada vez veía más camisetas de Amon Amarth (que junto con las de Slipknot, monopolizaban el evento del sábado) Por fin nos encontramos ahora sí, con toda la troupe que faltaba por llegar, o sea qué de 4, pasamos a 15 personas. Buen número ¿eh? ¡Y lo guay que es ir de festival con tanta peña! Hablamos, nos presentamos (algunos no se conocían entre sí) bebimos más birra, como no, y nos fuimos otra vez al Escenario Principal a coger sitio para ver a un grupo que, personalmente, no las tenía todas.
¿Y por qué no las tenía todas? Debemos reconocer que aquellos Amon Amarth de comienzos de siglo con un death metal melódico desbocado, pasaron, hará unos diez años, a hacer una música más pomposa con mucho aire épico. Y aún aflojando el ritmo estaba muy equilibrada la melodía con la fuerza. Pero el último álbum Berseker (2019) me dejó un poco frío, si quitas los guturales de Johan Hegg queda un disco de metal a secas, metal épico si quieres nombrarle de alguna manera, y las canciones, como un poco facilonas, aunque quizá en directo ganasen enteros. También como sabía que en su setlist reparten bastante bien las canciones de sus últimos discos, pues sabía que en el tema “cancioncil” estaría más que satisfecho.
Amon Amarth
En ese momento estábamos todo el grupo esperando el comienzo del concierto con nuestras cervezas XXL en mano, que cuando pasabas a alguien del grupo una, te rulaban otra, y así un sin vivir, ¿qué tenias que hacer? Pues beber, que ya expulsabas rápidamente el alcohol por todos los poros de tu cuerpo. Entonces con el telón aún bajado, sonó por los altavoces “Run to the Hills” de Maiden, y todo el mundo comenzó a tararearla y disfrutarla, fue el subidón para justo después anunciar en el telón, las dos fechas en tierras españolas , en su gira europea presentando el nuevo disco, Berseker. Exactamente el 22 de noviembre en Barcelona y el 23 en Madrid.
Y, tras una intro de orquesta épica, por fin arrancó el show cuando los componentes de Amon Amarth subieron al completo, con la primera canción “The Pursuit of Vikings” se metieron al público en el bolsillo, y es que el punteado de la guitarra es demencialmente pegadizo. Y esa parte death a mitad de canción, brutal. Con la siguiente “Deceiver of the Gods” con su inicio épico, nos arrolla con un ritmo frenético y espitoso. Por Darrell como disfruté de la canción, me desboqué de verdad. Curiosamente vi que en esta, mucha gente no estaba tan “marchosa” y es que la canción de marras es Amon Amarth en estado puro, no es tan comercial que digamos. Le siguieron más temazos como “First Killl” y “The Way of Vikings” (incluso con una lucha entre dos personajes) y en ese momento el público, todos nosotros habíamos claudicado delante de estos suecos vikingos, que demostración de fuerza y unidad. Si Johan Hegg, nos llega a decir que vayamos a la guerra, habríamos ido. De hecho me imaginé como si ya fuéramos soldados, ya todos sudados, destrozados pero vigorosos y ansiosos para lo que haga falta, y nos estuvieran arengado para la batalla. Todo esto con un Johan muy interactivo con el público, afable e incluso próximo.
Tocaron las nuevas “Crack the Sky” o “Raven’s Flight”, todo esto con efectos artificiales en forma de bocanadas y fogonazos de fuego y con un cuerno extra gigante en la zona de la batería. Sencillamente espectacular lo que estábamos viviendo, demostrando porqué Amon Amarth son actualmente uno de los grupos de death metal con más punch a nivel mundial. De una Razzmatazz abarrotada, tres años después tocarán en el Sant Jordi Club. El ritmo no paraba, el público que estábamos en el escenario principal, éramos presentes de un brutal y apoteósico bolo. Vale, llevábamos bastantes rondas inacabables de cerveza encima, prácticamente cuatro horas debajo de un sol abrasador y estábamos fatigados. Pero es igual, los allí presentes ebrios o serenos, vieron con sus propios ojos el poder destructor de Amon Amarth. El concierto acabó en medio de las últimas fuerzas que nos quedaban y las gastábamos destrozando nuestras nucas o juntándonos unos cuantos saltando y vociferando los estribillos, con “Guardians of Asgard”, “Raise Your Horns” brindando con Johan, y “Twilight of the Thunder God”. Decididamente este concierto me despejó toda duda sobre Amon Amarth y su hipotética pérdida de poderío.
Cuando terminó el concierto, toda la cuadrilla estábamos en estado de shock por lo vivido, eufóricos, (borrachos algunos) y todos, incluso los menos metaleros, se lo habían pasado tan bien como el que más. Como uno de los colegas que siempre que vamos de concierto con grupos que cantan con voz gutural, me dice que le mola el estilo pero no la voz, y acaba haciendo headbanging de cojones. Era el momento de ir a la zona de restauración, pero antes cruzar el puente que en esos momentos se hacía interminable, aunque de momento no se veían muchas caras desencajadas. Cuando llegamos bastante muertos, nos separamos y unos (los cuatro jinetes) nos fuimos a uno que hacía hamburguesas y pepitos. Sabéis cuando engullís algo con gula y el trozo es demasiado grande o bien tienes la garganta bastante seca y se te queda la bola de comida allí estancada, el punto justo entre que no baja pero tampoco sube, que notas que si estás mucho rato más intentando que baje (o vuelva a la superficie) comenzarás a ponerte morado, pues así estaba yo. Suerte que al final por propio peso y repetidos movimientos de cuello como un gallo conseguí que bajara. Dejando de lado el pequeño incidente, fue un buen lugar para desconectar un poco y haciendo cola siempre acabas hablando con gente y haciendo unas buenas risas.
Ya me había fijado yendo para comer y recargar pilas, que había mucha gente yendo a coger sitio para ver al siguiente grupazo de la noche, la mayoría de ellas ataviadas con camisetas de Slipknot. Así que terminamos rápido de comer para volver y cruzar, otra vez, el puente interminable. Llegamos al Main Stage 1 donde ya había una marea de gente que al final llegó tranquilamente a la zona del Main Stage 2 (Donde previamente había tocado Stone Temple Pilots, pero era comer y sobrevivir a Slipknot o ver a los primeros y estar hecho una mierda. Nos dispusimos a abrirnos paso hasta una zona que lo viéramos bien. Del grupo de los 15 que éramos, era la primera vez que veíamos Slipknot, y encima bastantes de nuestros colegas más jóvenes, los pilló en plena pubertad, pues que son ultra fans de poster pajillero de los americanos. Así que podéis imaginar la sensación que tenían. Supongo que bastantes de vosotros que estáis leyendo esto, os podéis sentir identificados si estuvisteis en Madrid el sábado y era la primera vez que veíais a vuestro grupo favorito.
Slipknot
Muchos de los que me conocen lo saben, mi relación con Slipknot es de amor-odio. Cuando salió su primer trabajo me lo compré y me gustó, incluso aun tengo mi sudadera que tenía la portada del disco detrás en la espalda. La magia de su nu metal, metal alternativo, industrial, rap y todo lo que se ponga por delante, fue un soplo de aire fresco en esos años de cambios a finales de los noventa. Y joder tenía una fuerza descomunal, con un Corey Taylor escupiendo las letras, un Joey Jordison sencillamente acojonante y unos riffs apoteósicos. Lo que no me gusta es su cambio cuando ponen tanto coro y voz clara, y el hecho del “reblandeo” y una sensación de que varios de sus temas de trabajos posteriores me recuerdan a riffs de algunas canciones de su primer álbum, pero en esta ocasión blanqueadas y azucaradas, para contentar a mucha más gente, vamos, no lo vamos a negar.
Esto no quiere decir que no tuviera unas ganas terribles de verlos, todas las miradas y la mía, estaban fijas en el escenario, esperando algún atisbo de movimiento. A modo de intro empezó a oírse por los altavoces, “For Those About to Rock” de ACDC, y esto hizo animar al público para el principio, ahora ya sí del mejor concierto de la noche, por no decir del fin de semana entero. “515” hizo acto de presencia, con su esencia demencial y turbadora, para pasar al primer momento épico con el tema “People = Shit”. Todos los que estábamos en el Main Stage 1, tuvimos un orgasmo musical. Lo bailamos, nos destrozamos la nuca y cantamos los estribillos abrazados de los colegas. En ese momento los graciosos de Slipknot, hicieron como un amago de despedirse del público y Corey Taylor preguntó a sus devotos incondicionales si queríamos otra canción más, evidentemente el sí, fue aplastante. Con la segunda canción tuve mi segundo orgasmo seguido, (sic) es mi canción favorita de Slipknot y poder vivirla en directo fue algo apoteósico. Casi estábamos llorando, mientras corrían las jarras de cerveza, claro. Para continuar con la tralla le siguió “Get This” con su ritmo frenético y paranoico. Mientras ocurría todo esto, no debemos olvidarnos de la magnífica teatralización en el escenario y atrezzos varios que le daban una esencia a industrial. Había dos construcciones elevadas, una cinta transportadora donde Corey se ponía a caminar sobre ella mientras cantaba, mientras que Clown hacía más de las suyas.
No faltaron “Before I Forget” o “Psychosocial” que no hacían sino agrandar la fiesta que estábamos viviendo y disfrutando. Corey Taylor también ejerció de gran frontman ante las masas, hablando e interactuando con el público. En una incluso nos hizo arrollidarnos a todos los fieles, cosa que consiguió en un tanto por ciento elevadísimo, para después hacernos saltar al unísono del grito de una canción…que ahora no recuerdo, seguro estaba bebiendo más cerveza. Se iban sucediendo “Prosthetics”, “Vermilion” o “Custer” y El CONCIERTO, el SHOW, el ESPECTÁCULO, llámale como quieras, lo que estábamos viviendo durante esa hora y media que duró, demostró que Slipknot son una banda que arrasa con su música y su directo. Si ahora están a este nivel, no quiero ni imaginar cómo será con su nuevo disco, ¿una gira de estadios?
Hablando del nuevo disco, nos obsequiaron con “All Out Life” no sin antes recordar que ese mismo día, 20 años atrás salía a la venta su primer y mítico disco Slipknot (de la cual hace poco hicimos una reseña retrospectiva). Le siguieron “Duality” y terminaron con las esperadísimas “Sipt it Out”, y “Surfacing”. Brutal inicio y brutal final, brutal todo. Slipknot son ahora mismo una apisonadora a fondo y que pueden seguir así hasta donde ellos quieran. Las caras de todo ser viviente eran de felicidad y fiesta mucha, muchísima fiesta.
Después de haber visto en directo a dos de los actuales grandes del metal, por un lado los suecos vikingos Amon Amarth, reyes del melodeath y por el otro, un grupo como Slipknot que con solo nombrarlo te aparecen fans de debajo las piedras, y se pueden permitir tener tan pocos álbumes a sus espaldas en tan larga carrera, (encima del último hace milenios) precursores del nuevo metal del siglo XXI, y gusten o no gusten son un puto show y dignos de ver, al menos una vez en tu vida. En ese momento nuestras energías estaban totalmente con el piloto amarillo de reserva. Lo sentimos por Berri Txarrak, sabíamos que disfrutaríamos, como muchas veces hemos hecho con el rock de este power trio, pero solo escuchamos tres canciones de refilón de camino, para ir otra vez a la zona de restauración. Era sobre la una de la madrugada, llevábamos siete horas de sol, sudor y cerveza.
Era la cuarta vez que cruzábamos el puente y encima con el cansancio, pues la verdad, la mayoría de la gente parecíamos unos putos zombies, pero no de los rápidos como puede ser en la película Guerra Mundial Z, sino los zombies típicos lentos, torpes, con la cara desencajada, mirada perdida y con un rumbo fijo infinito. Me fijé (y de hecho me lo imaginaba) que mucha gente una vez cruzado el puente ya no giraba a la izquierda para ir a comer y coger más energía, sino que se iba del festival, una vez cumplidas sus expectativas de ver a Amon Amarth y sobretodo, repito, por número de camisetas, a Slipknot. Petados esta vez, nos pillamos unas pizzas y unos nachos que entraron de muerte mientras nos sentamos. Mucha gente estaba en esa zona en ese momento, cogiendo las últimas fuerzas para dar un último paseo. Por nuestra parte hacía ya un buen rato que habíamos dejado de lado las cervezas y nos hinchábamos a colas, si muy poco trve lo sé, pero que queréis que os diga, al día siguiente quería estar “relativamente” bien, y mi cuerpo me pedía azúcar a punta pala, aun sabiendo que acabaría con los ojos hinchados y con principio de glaucoma…
Una vez descansados, por decirlo de alguna manera, volvimos a cruzar el $&!@ puente interminable y llegamos al final de Leprous. Poco puedo decir sobre ellos, eran las dos últimas canciones de este grupo que está en la línea entre el progresivo, experimental y avant-garde. Era el Main Stage 3, pero debo decir que había bastante público. Había gente estirada en el suelo, disfrutando de su música como momento de relajación chill y descansando un poco las piernas. Nosotros hicimos lo mismo y hubo algún que otro de los nuestros que estaba bastante petado, directamente se estiró, se puso la bolsa detrás de la cabeza y se puso a sobar. Ah amigos! Pero al cabo de pocos minutos empezaba el DJ de los 90’s, que era ni más ni menos que el youtuber Jordi Wilde, debo decir que lo tenía bastante presente, ya que estaba como público en el concierto que Blaze Out hizo el mayo pasado en la Sala Salamandra y el cual fui a cubrir.
Al cabo de dos canciones sonó “Roots” de Sepultura y fue la apoteosis final para que nuestros desgastados y febriles cuerpos lo acabaran de dar todo con las canciones más icónicas de los noventa, incluso el colega sobado se despertó cual caminante blanco y se fue a dar saltos. Sonaron Machine Head, “Cowboys from Hell” de Pantera, con lo que os podéis imaginar como la viví, sí, evidentemente llevaba ese día la camiseta de mis queridos norteamericanos. Toda nuestra troupe lo acabó de dar absolutamente todo, pero sobre las dos y medía dijimos basta. Era momento de despedirnos de nuestros colegas más jóvenes y lo hicimos en la zona de merch, (después de cruzar por sexta vez el puente) y nos encontramos bailando delante de un stand que ponía música dance noventera (Aqua, Back Street Boys) muy metalero vaya, pero ya sabéis que según qué horas y en qué estado, se baila todo riendo y desfasado. Más con el festival que nos habíamos marcado, visto, oído y reído. Nos abrazamos todos y los cuatro jinetes del apocalipsis nos dirigimos fuera del recinto para coger el taxi hacía el apartamento.
Cual fue la sorpresa (igual que la de muchos de vosotros) al ver una cola interminable fuera de la Caja Mágica, toda para esperar taxis. Como vimos que esto iba para largo, OJO SPOILER: decidimos caminar 10 minutos dirección hacía el apartamento y seguramente nos encontraríamos un taxi por el camino. Dicho y hecho pasó esto. Cual fue nuestra sorpresa en el trayecto, ¡!habíamos cogido a Crazy Taxi!!. Se pasó dos semáforos en rojo, derrapó en dos frenadas y se picó con otro taxi al arrancar en un semáforo, todo para dejarnos lo más rápido posible y volver a la zona de la Caja Mágica, que esa noche los taxistas hacían el agosto. Que risas por Darrell. Acabamos finalmente en el apartamento, destrozados pero felices sabiendo que acabábamos de vivir una noche muy especial. Recordando los momentos vividos (muchos) las risas, las tonterías, los abrazos conjuntos, los gritos, los cantos, el sin parar de beber, y evidentemente los grupazos vistos en directo, la perfecta organización y lo más importante, el civismo. Por desgracia aquí en España (también en otros lugares, pero aquí más) a los metaleros (y todo lo que se salga de lo normal) se nos mira con miedo, que qué pintas, que destrozarán, que se meterán, etc. Pero por suerte las nuevas generaciones van viendo que esto no es para nada así, ni son así tampoco, pero es un estigma que tiene el metal generado en los ochenta y que por desgracia aun sigue vigente, cada vez menos, pero vigente.
En fin, qué si no habéis ido nunca a ningún festival o si hace años que no vais a ninguno no sé qué tardáis en ir. Hoy en día hay una oferta abrumadora y se puede escoger lo que se quiera y prácticamente donde quiera. Por mi parte era mi primera ocasión en el Download y solo puedo decir que todo, absolutamente todo fue perfecto. En fin, no os voy a explicar nada más sobre la noche, solo debéis imaginaros a 4 tíos cansados y aun con alcohol en la sangre, juntos en un apartamento, uno siendo soltero y los otros tres casados…que corra vuestra imaginación y perversidad…
Soy de esa generación que la “post-pubertad” lo pilló entre el metal primigenio (lo que llamamos ahora old school) y la nueva ola que fue el Nu metal, es decir, pasado mediados de los 90. Me encantan muchos estilos pero sobretodo el rock clásico y evidentemente el metal, este último es una forma de vida y encima me gusta desgranar y reconocer la riqueza de todos sus subgéneros. Uno ya tiene su edad (los mechones blancos en la barba no están por que sí) pero no me cierro para nada a grupos nuevos, eso sí, mientras haya fuerza y calidad, aunque hoy en día hay mucha. Como nacido justo entrados los ochenta también se incluye que soy un friki de cuidado (rol, videojuegos, Star Wars, pelis Gore, literatura fantástica y un largo etc.) vaya que toco de todo un poco. En resumen, espero contagiaros mi pasión metalhead a la vez que disfrutáis de mis aberrantes destripes.