Casi sin darnos cuenta ya nos habíamos puesto en la última jornada de este Download Madrid 2019 y aunque más cansados, y más rojos, no se habían quitado las ganas de festival, y menos con el cartel que íbamos a tener durante la tarde-noche de ese caluroso domingo. La temperatura seguía sin dar tregua alguna en La Caja Mágica y puesto que la primera banda que había apuntada en la agenda para ver eran los madrileños Toundra a las 19:00 en el Main Stage 1 a pleno sol, la cosa pintaba calentita.
Antes de su concierto, mencionar que tuve la suerte de poder charlar con ellos a eso de las 17:30 en una entrevista que publicaremos próximamente en Science of Noise durante la que pude pasar un rato agradable con estos cuatro máquinas que, a pesar del calor intenso, se marcaron un bolo digno de recordar.
Rondaban las 19:00 y el asfalto de La Caja Mágica, como todos los días hasta entonces, derretía zapatos, manos, culos, y todo lo que estuviera apoyado sobre él de manera prolongada, cuando aparecieron por el escenario Esteban, Alberto, Álex y Macón, saludando al entregado público que bajo el sol intenso esperaba ansioso el comienzo del bolo. Y sin muchos preámbulos arranque por todo lo alto con “Intro Vortex” y “Cobra”, calcando el inicio de su más reciente trabajo Vortex (2018). Poco que decir respecto a este espectacular comienzo que atrapó al público desde el primer instante, que lo daba todo bajo el sol de la capital, y durante el que Esteban fue el más entregado de los cuatro, muy activo, sin parar de moverse por el lado derecho del escenario y animando al público a venirse más arriba aún. Mientras, al lado contrario, un Macón más concentrado en sus atrapantes melodías muy metido en el concierto, y en medio de los dos guitarristas, un imponente Alberto llevando en todo momento el ritmo del concierto a las cuatro cuerdas. Mientras tanto Álex lo daba todo tras los parches, dejando más que clara la sintonía que los cuatro tienen sobre un escenario, y como pude comprobar sólo unas horas antes, también fuera de él.
Siguiendo dentro de Vortex, la elegida para continuar era “Cruce Oeste”, que también es la elegida para cerrar el álbum, con una intro de melodías más alegres que “Cobra” y unos minutos centrales con pasajes más acústicos y etéreos, con melancólicas melodías cortesía de Macón y Esteban, acompañadas de manera magistral por Álex y Alberto a la percusión y al bajo respectivamente, y cuya intensidad asciende de manera gradual para dejar unos minutos finales llenos de distorsión made in Toundra. Tocaba ya salir de Vortex con “Kitsune”, tema sacado de su anterior trabajo IV (2015), uno de sus discos más experimentales con un sonido más pinkfloydiano y menos directo que Vortex, que contiene auténticas joyas como la que nos encontrábamos escuchando en ese momento, del que destaco la compenetración entre las dos guitarras durante los ocho minutos que dura y el juego de timbales por parte de la batería hacia el final del tema cuando este se oscurece antes de que rompa y entren esas melodías orientales de las que tanto se nutre esta banda. Otro paso atrás en este viaje por la discografía de Toundra iba a tener lugar en el siguiente tema. Hablamos de “Cielo Negro” del tercer trabajo de los de Madrid, III (2012). Temazo imprescindible en un tracklist de Toundra que empieza de manera oscura y directa para desembocar en un melódico pasaje de las dos guitarras agudas jugando sobre una atrapante línea de bajo súper marcada, que es uno de mis pasajes preferidos de los madrileños. Sin duda hasta el momento el punto más cañero del concierto este “Cielo Negro” durante el cual el público lo daba todo bajo un cielo que aún no era negro, y bajo unos chorros de agua lanzados por parte del festival que evitaron más de un golpe de calor en La Caja Mágica.
Esto había sido casi todo por parte de Toundra, aunque todavía quedaba el postre que iba a ser nada más y nada menos que “Touareg”, obra maestra sacada también de Vortex, compuesta por ocho minutazos de riffs directos cargados de distorsión y melodías de corte oriental, que baja la intensidad durante la segunda mitad dejando unos preciosos arpegios por parte de las guitarras para acabar el tema de manera más sosegada con respecto a su inicio, y para acabar un concierto perfecto ante su público, en el que la única pega que se puede poner es que no tuvieran un setlist más largo para poder disfrutar de más temazos como este. Personalmente, quería comprobar dos cosas en este concierto; una, que ya había escuchado, y es que suenan mucho más cañeros en directo de lo que pueda parecer en algún disco por su corte más melódico; y otra, si su sonido más atmosférico sonaría bien fuera de una sala pequeña. Pues bien, las dos cosas fueron más que corroboradas el pasado domingo, y si bien ellos mismos dicen que sus conciertos suenan mucho mejor en una sala, no puedo esperar a que llegue ese día y ver de qué más son capaces estos cuatro maestros en un concierto de este tipo. ¡Nos vemos pronto!
Después del elegante bolo de Toundra, y con un calor que no cesaba, tocaba ir al Main Stage 2 donde era el turno de Soulfly. Los de Max Cavalera descargaron su metal macarrilla cargado de mensaje y rabia, con elementos groove, trash, death y hasta nu metal, una de las cosas a admirar de la banda, y a pesar de hacerlo bajo un sol insoportable, llenaron el escenario hasta los topes con un muy buen sonido y energía, con temas de su último álbum Rituals (2018) pero sin olvidar, por supuesto, clásicos como ya son “Jumpdafuckup” o “Back to the Primitive”. Max demostró que sigue en plena forma y dispuesto a seguir reventando escenarios, y al parecer no es el único Cavalera, ya que su hijo Zyon es el encargado de las baquetas desde hace unos años atrás. Reconozco que este es un dato que no tenía antes del festival, y que el chaval me dejó flipado durante todo el concierto por su manera de reventar la batería. Enérgico y con una increíble movilidad y clase, y una mala hostia no sé si heredada de su padre pero que en un momento le hizo derribar de una patada uno de los monitores que tenía al lado al acabar una canción, ya que al parecer tenía bastantes problemas con el sonido, cosa que desde abajo sólo se notó un poco en alguno de sus platillos. Al margen de esto, estaremos atentos a la carrera del pequeño Cavalera que se ganó un nuevo fan en este Download Madrid 2019.
Y así, sin descanso, el sol empezaba por fin a caer sobre La Caja Mágica, y aunque algunos en la redacción me odiarán por no acercarme a ver cómo Fever 333 reventaban el Main Stage 3, era día de grandes escenarios por lo que la siguiente parada sería la de Architects en el escenario principal. Los que me conocen saben que no soy ningún gran fan del metalcore, pero sólo había escuchado palabras bonitas acerca de los de Brighton, así que tenía que darles la oportunidad. Y bueno, la verdad es que el concierto me convenció más de lo que esperaba. La banda desde luego sabe estar en el escenario y tuvieron un sonido muy potente durante la hora que duró su bolo. Eso sí, potente como él sólo, pero con una sensación de que sólo se oía la Batería del impasible Dan Searle, que no es el tío más expresivo a la hora de reventar parches y platillos, y la increíble voz de Sam Carter, que parece no inmutarse a pesar de estar durante una hora sin parar de gritar, intercalando esos gritos con una vez melódica y suave cuando la ocasión lo requiere, sin duda lo más destacable del concierto. En cuanto a las guitarras, se oían, y muy potentes, pero era muy difícil distinguir los agudos en las melodías, lo cual se echó en falta en riffs más melódicos como en el caso de “Hereafter” o “Doomsday”, con la cual cerraron. En los graves, por el contrario, un sonido muy logrado de los que hacen que el pecho te retumbe el pecho entre el palm mute y el doble bombo. Pero en fin, única pega que puedo poner a un concierto de una banda y un estilo que nunca han ido conmigo, pero que me hizo disfrutar un buen rato.
Se acercaba ya la recta final del festival, y nada más acabar el concierto de Architects, ya se podía ver a una gran cantidad de gente poblando el Main Stage 1 donde en poco más de una hora tendríamos a Tool. Por circunstancias que no hace falta contar en una crónica, la movilidad en el recinto se nos había complicado un poco, lo cual hizo que durante la siguiente hora me fuera imposible acercarme al Main Stage 3 donde los suecos Watain descargarían su potente black metal, y tampoco nos iba a venir mal un pequeño descanso antes de Tool, sin duda el plato fuerte de la noche, y para mí del festival. Con lo cual, el concierto de Sum 41 en el Main Stage 2 se vio bastante de refilón, aunque he de decir que me sorprendió mucho la cantidad de gente que se congregó allí para verles. Yo como todo el que fue adolescente en los 2000 fui algo fan de los americanos aunque siempre fui más de Blink-182, pero ni siquiera sabía que estos tíos seguían en activo, y bueno, la verdad que la nostalgia me atacó de manera tímida por momentos al escuchar desde la lejanía alguno de esos temas como “Fat Lip” o “In Too Deep”, y he de reconocer que no sonaban nada mal en directo, destacando un potente sonido de la batería y algunas versiones punkarrillas de Pink Floyd o Queen que la gente pareció disfrutar con ganas.
Y ahora sí, había llegado el momento más esperado de todo el festival y ya estábamos bien situados en el Main Stage 1 para que en sólo unos minutos Tool saliera a escena. Incontables camisetas de la banda, la totalidad de los asistentes al festival cerca del escenario (creo que era la única banda que no se solapaba con ninguna otra), y una expectación que creo no haber visto nunca antes de un concierto, igual porque habían pasado doce años desde que su última visita a España y desde su último trabajo, 10.000 Days (2006), haciendo gala de una de las especialidades de Tool; jugar con la gente, aunque a pesar de ello tengan a medio mundo pendiente y expectante de su siguiente movimiento, lo que hace que sea una banda especial más allá de su música, considerada ya como banda de culto.
Bueno sin enrollarme más, lo primero que se oye en un concierto de esta gira de Tool, es la respiración de Maynard antes de “AEnema”, y no fue diferente esta vez. Brutal intro con este tema lleno de rabia para continuar con la intro K de “The Pot”. Hasta aquí decir que el sonido estaba siendo impecable, la cual sería una premisa que se mantendría durante la siguiente hora y media de nuestras vidas, durante la cual viví el concierto más perfecto y milimétrico en mis casi treinta años. La voz de Maynard intacta tantos años después, un Justin Chancellor siempre siendo la base musical de las canciones con sus extravagantes líneas de bajo sobre las que un siempre impasible Adam Jones descarga sus extraños pasajes con su peculiar sonido, y bueno, Danny Carey, llevando la base rítmica de manera magistral con compases imposibles en su kilométrico set de batería. Sólo habían tocado dos canciones y ya habían convencido a toda La Caja Mágica, pero esto no había hecho más que empezar.
Para continuar, “Parabola”, esta vez sin su inseparable “Parabol” que dio pie a pensar que igual había alguna sorpresa en el setlist, que (spoiler alert) no hubo, “Descending” como primera aparición de su nuevo trabajo, la impresionante “The Schism” y otra de las nuevas, “Invincible” en la que destaco de cara a la segunda mitad un espectacular juego de luces proyectadas sobre el público moviéndose de manera milimétricamente sincronizadas al son del bombo de Danny Carey, y sin darnos cuenta ya nos habíamos puesto en prácticamente la mitad de un concierto que seguía siendo perfecto. Sí, he escuchado muchas críticas hacia los conciertos de Tool, que si son sosos, no interactúan, no tienen performance… pero es que no hace falta. Siempre lo había imaginado así, pero ahora lo sé, y un concierto de Tool es una experiencia que va más allá de los sentidos, al igual que sus canciones, que pueden tratar desde sucesiones matemáticas hasta los misterios de la naturaleza. No hace falta verlo para disfrutarlo. Si ellos quisieran eso pondrían cámaras para que pudieras verlos en los monitores, en lugar de las paranoias psicodélicas que se proyectan, y su frontman no se situaría entre las sombras al fondo del escenario. Y al que esto no le guste, que se compre los vinilos porque no hay otra manera de disfrutar a Tool, al menos pasados los ‘90. Esto me recuerda a alguien que me dijo una vez que no le gustó Slayer en directo porque le parecían muy largos y sin sentido los solos de Kerry King, a lo que le contesté que entonces no le gustaba Slayer. Hay grupos que enganchan por su imagen, sus directos, su performance, o su energía, pero no Tool, y esta es otra de las cosas que les hace tan especiales en mi opinión. Queda abierto el debate.
Podría pegarme horas hablando de esto, pero hay una crónica que escribir, así que volviendo a sumergirnos en el trance de las visuales de las pantallas, era el turno de “Intolerance”, “Jambi”, durante la cual las visuales fueron sencillamente espectaculares, llegando casi a olvidar que había cuatro músicos sobre el escenario, y la espectacular “Forty Six and 2”, posiblemente lo mejor del bolo, si es que se puede elegir algún momento. Y bueno, después de esto ya sólo faltaba el momento tripada “Vicarious” e “(-)Ions” y el cierre con “Stinkfist”, otro de sus emblemas.
No he querido entrar en describir cada canción al detalle ya que eso lo puede disfrutar cada uno por su cuenta, pero a nivel de sensaciones afirmo que es el mejor concierto que he visto en mi vida. Y sí, puedo llegar a entender el punto de vista de los detractores de su directo, totalmente respetable, y de hecho pudo notarse hacia la mitad del concierto. Pude ver bastante gente abandonando el escenario, y a otros muchos sentados en el suelo con ganas de que acabara, lo que no hace más que demostrar que Tool es una banda especial, y no es para todos los públicos. Yo personalmente nunca había visto tal compenetración, en piezas que no son precisamente fáciles de tocar en directo. Puede que técnicamente (batería al margen, porque lo de Carey es de otro planeta) los pasajes no sean del todo complejos a nivel de ejecución, pero hay que tener en cuenta la dificultad de las composiciones, llenas de compases que a veces son hasta difíciles de seguir con la cabeza, la cual puede ser una de las razones de la poca interacción con el público, ya que el nivel de concentración que tienen en el escenario es máximo. Y ojo, lo dice un tío que no tarda ni un segundo en meterse en el mosh pit cuando toca, cualquiera que me viera el día anterior en el concierto de Slipkot lo sabe, pero hay momentos para todo, y el momento Tool no es para eso. Por no hablar de la complejidad de sus letras, las temáticas de sus discos, los diseños, videoclips, etc. Cuando Tool hace algo lo hace a lo grande, y si hemos tenido que esperar doce años, creo que lo que está por venir el próximo 30 de agosto, y teniendo en cuenta los dos adelantos, valdrá mucho la pena.
Va tocando ya despedirse de Tool, de Download y para mí de la temporada de festivales 2019, por el bien de mi salud, pero no me puedo ir sin antes poner la pega, sí, incluso Tool tiene pega, y no es otra que el setlist. Es cierto que todo fueron temas increíbles, casi imprescindibles, y que en una discografía como la de Tool, que sin ser muy extensa sí que es brillante, es muy difícil elegir, y más cuando sólo disponían de noventa minutos, pero duele un poco ver un concierto de los de California sin “Sober”, “Lateralus”, “The Grudge”, “Right in Two”, y bueno, podría seguir todo el día. No sé si los tiempos de los conciertos son cosas de las bandas, de los festivales, de las giras o de quién, pero hemos visto a Guns’N’Roses en el mismo festival dando un concierto de 2 horas y media, y siendo Tool una banda no fácil de ver, se podrían haber currado un poco más el repertorio. Pero en fin, habrá que estar atentos e intentar verlos fuera de un festival, ya que yo no me muero sin volver a verles.
Ahora sí, esto había sido todo en este Download Madrid 2019, que personalmente creo que ha dado la cara por haber conseguido a Tool y a Slipknot, aunque aun así la entrada ha sido bastante más baja que la de otros años, así que toca ponerse las pilas de cara al año que viene si no quieren que otros se lo coman, pero al margen de esto, ha sido una experiencia muy positiva que volvería a repetir sin duda. Salud y rock and roll.
Como rockero nacido en Canarias y en los 90 (¡El Nu Metal mola!), me pasé la infancia luchando en todos los recreos para poner mis discos; “…And Justice For All” siempre era uno de ellos.
En esto del rock desde que escuché por casualidad Deep Purple, a lo que siguió Led Zeppelin y ya no hubo vuelta atrás. Pasión por la música desde niño, prácticamente todos los estilos que derivan del rock, aunque un poco hater con el Glam. Guitarrista amateur, batería frustrado, y con ganas de adentrarme en este mundo como algo más que un hobby.