Los pioneros del power metal extremo DragonForce, nominados a los Grammy, lanzan su nuevo álbum, Warp Speed Warriors, mañana 15 de marzo de 2024. La legendaria banda de virtuosos de la guitarra y miembros fundadores Herman Li y Sam Totman, el cantante Marc Hudson, la bajista Alicia Vigil y el batería Gee Anzalone están listos para lanzar su álbum más ambicioso e innovador hasta la fecha. En Warp Speed Warriors, DragonForce exploran una gama más amplia de estilos musicales diferentes que nunca, evolucionando su sonido a lo largo del emocionante viaje musical sin dejar de ser fieles a sus raíces. Lo que no cambia es la velocidad absurda que imprimen a sus canciones, su santo y seña. Y en eso no hay medias tintas, o te entra o no. A mí, un ratito, me gusta, pero una dosis demasiada alta me provoca mareos.
Formados hace 25 años (¡un cuarto de siglo!), este es su noveno álbum de estudio, y no voy a repetir las señas de identidad, porque son por todos conocidas hasta tal punto que el guitar hero rompió las barreras del metal. En esta ocasión tenemos 10 temas y, dependiendo del disco, cuatro bonus tracks. Pasemos a analizarlas sin más dilación.
Empezamos directos a la yugular con «Astro Warrior Anthem» y sus más de seis minutos de ir a degüello tras la intro futurista. Tiene todo lo que el grupo ofrece: velocidad a rabiar, melodía a raudales y virguerías con la guitarra. Escuchándola no quiero ni imaginar como deben acabar los conciertos estos muchachos. «Power of the Triforce» baja un poco el kilometraje hora y, si cabe, aumenta un poco la melodía, haciendo que en ocasiones sea un poco más Disney, dando como resultado un tema muy divertido. el tercer tema, «Kingdom of Steel» tiene esos aires futuristas, pero hay algo que el falla, y diría que es la producción/mezcla de la voz principal. El tema en sí, por alguna razón, me recuerda a algún videojuego o a alguna película, y aquí las pilas se les han acabado, ya que estamos ante un medio tempo tirando a lento. «Burning Heart» retoma lo que es el grupo: velocidad absurda, guitarras absolutamente demenciales y melodía por todas partes. No debe ser fácil, pero creo que cambiando algunas cosas de las líneas vocales la cosa mejoraría un poco.
Empezamos el segundo bloque con «Space Marine Corp» y una intro a lo Village People. Cuando lo escuches lo entenderás. Estamos ante otro tema divertido, con un medio tempo muy acorde a la diversión. No es la panacea, pero te saca una sonrisa, y creo que en concierto funcionará muy bien. Una midtro absolutamente futurista, «Prelude to Darkness», sirve para que «The Killer Queen» entre con una batería más propia del black que del power. El tema es bueno, brutal, con ciertos cambios interesantes y unas melodías que no te sacarás de la cabeza. «Doomsday Party» baja las revoluciones y tiene algo que me recuerda a Lordi, aunque no sé precisar más. El ritmo hard rockero del estribillo es muy bueno, y lo petará por donde vaya.
Quedan dos temas para que acabe el álbum «normal». «Pixel Prison» empieza con una melodía suave para convertirse en un huracán. En ocasiones esa batería es excesiva, pero si se la quitas, estás matando al grupo. La melodía del estribillo es tan deliciosa como familiar, y funcionará muy bien suene donde suene. Acabamos el álbum con la versión de Taylor Swift «Wildest Dreams», y como con las versiones que han hecho, da el pego la mar de bien. Eso sí, la línea vocal es casi de carcajada.
Vayamos a los cuatro bonus. «Astro Warriors Anthem» solo ofrece la novedad de la voz de Matt Heafy de Trivium, aunque Nita Strauss está por ahí haciendo las mil maravillas a las seis cuerdas. Más o menos igual que «Burning Heart», esta vez con Alissa White-Gluz apoyando las voces limpias y guturales a medias. Elize Ryd, que estará de gira con ellos próximamente, se luce en esta versión de «Doomsday Party», aunque como sus antecesoras, no ofrece más novedad. Ponemos el punto y final con una versión instrumental de «Power of the Triforce» que queda sosa, a no ser que se use para el karaoke.
En definitiva, los ingleses nos presentan un buen disco, sin sobresalir en exceso, como a lo que nos tienen acostumbrados. Que no sean diez canciones a piñón es algo positivo, ya que el batiburrillo puede ser excesivo. Creo, así mismo, que DragonForce es un grupo mucho más divertido en directo que en disco. Lo comprobaremos próximamente.
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