Desde Santa Cruz, ciudad del estado de California más conocida por ser la sede de la UCSC, una de las universidades más hippies de todo el país -con el permiso de UC Berkeley-, y por ser el escenario de una de las películas de culto más célebres de los 80, The Lost Boys, nos llega el cuarteto de hardcore punk del que todo el mundo habla. Drain (no confundir con el cuarteto de rock alternativo sueco de los 90) han nacido para aportar algo de chicha, algo de nueva sangre y mala baba a la escena hardcore mundial. Si te gustan Cro-Mags, Turnstile o Judge, este cuarteto liderado por el vocalista Sam Ciaramitaro ha de ser tu nueva droga. California Cursed (2020) es el nombre de su primer trabajo, editado a través del prestigioso sello Revelation Records, en el que militan pesos pesados de la escena como Himsa, Ignite o Quicksand.
Drain tienen un sonido hardcore crossover con tintes metálicos que rápidamente ha ganado notoriedad por culpa de sus incendiarios shows. Efectivamente, hablo de esos bolos en directo (aaaayyyy, cómo los echaremos de menos…) en los que siempre hay más público sobre el escenario que miembros de la propia banda. Especialmente notorio es la grabación de su concierto en la pasada edición del Sound and Fury Fest de Los Angeles (echadle un ojo en YouTube), gracias al cual la banda empezó a ganar popularidad. Podríamos decir que es a partir de ese momento en el que Drain empiezan a consolidarse y a realmente ganarse un hueco en la escena. Y todo ello sin tan siquiera haber publicado todavía nada. Para que os hagáis una idea, ese mismo día también se subieron al escenario del Belasco Theater Vein, Incendiary o Power Trip.
Este California Cursed se nos presenta a modo de proyecto final de carrera después de meses, años agudizando su estilo en vivo. Bajo la supervisión de Taylor Young, productor de Nails o Code Orange, la banda nos presenta 10 temas pegadizos, llenos de grandes riffs y, sobre todo, sin aditivos. Hardcore en vena. Porque así es su música: cruda y directa, sin adornos de ningún tipo. ¿Cómo creéis que sonarían en un estudio cuatro colegas de toda la vida tocando? Pues aquí tenéis la respuesta.
Como buenos californianos que son, los 23 minutos que dura esta obra (en otras palabras, poco más de dos minutos por tema), se abren con el sonido enlatado de las olas que azotan las playas californianas, para acto seguido hacer acto de presencia un riff tremendamente pesado al que se le une el bajo aplastante de Rhode y los gemidos de Ciaramitaro al más puro estilo Jamey Jasta, vocalista de Hatebreed. «Feel the Pressure», que es como se llama esta primera pieza, marca la tónica general del álbum, pues todas, absolutamente todas las pistas son rápidas y directas. Lo mismo sucede con la estructura de todas ellas: riffs pesados, versos que asaltan tus oídos a una velocidad pasmosa, hasta que la cosa degenera en lo que podría traducirse en directo como un mosh demoledor. Así es como ha de sonar el hardcore bien hecho.
«Sick One», el tercer tema, es el primer single que vio la luz a mediados del mes de febrero y es quizá la canción que mejor explica lo que es este California Cursed. Aquí los riffs son tan técnicos como demoledores, muy al estilo de lo que uno puede esperar de una banda como Power Trip. «Hollister Daydreamer» es un interludio impulsado al inicio por una guitarra acústica que tiene un tono… sí, como la de Kirk Hammett en Ride the Lightning (1984), hasta que la cosa «va a petar» en el caos y la lluvia de puños y patadas que es «White Coat Syndrome». Ojo no te pillen despistado en la olla.
La canción principal, y hasta la fecha más conocida de la banda, cierra el álbum. «California Cursed» es probablemente mi canción favorita, quizá porque posee el riff más adictivo de todo el disco. No es de las más rápidas, pero este medio tiempo tiene algo que la convierte en especial. ¿Será el sonido de las olas y los sonidos surferos del final? No sé. Decídmelo vosotr@s.
Drain son la definición gráfica y sonora -con regustillo straight edge– de «violencia molona». Visto el panorama, no sé qué posibilidades existen de que alguien como HFMN Crew les traiga por aquí. ¿Pocas? ¿Nulas? Realmente no lo sé, así que de momento me contentaré pegándole patadas a la pantalla del Mac bailando al ritmo de sus bolos en YouTube.
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.