Saca del armario tus mejores galas, vístete, baja al pub hasta altas horas de la noche. Bebe como nunca antes habías bebido, celebra la vida, siéntete vivo, abrázate a tu colega y corea sin parar las 11 canciones de Turn Up That Dial de Dropkick Murphys. Básicamente se trata de eso con el décimo trabajo de Al Barr, Ken Casey y sus secuaces. Fiesta vehiculada por su celtic punk, en el que tienes una muestra de cómo se las gastan estos americanos de origen irlandés.
Massachussets fue tierra de acogida de numerosos emigrantes irlandeses durante muchos años, y los de Quincy siempre han hecho bandera de ello, además de tener unas fuertes convicciones, siempre al lado de la clase trabajadora y sus sindicatos.
La gracia de este trabajo es que puedes encontrar lo de siempre, pero mucho más festivo que su anterior trabajo, 11 Short Stories of Pain & Glory (2017) mucho menos inspirado y más pausado. En Turn Up That Dial, se trata de darle una vuelta de tuerca y celebrar la vida a pesar de toda la mierda que nos está tocando vivir. Enfrentarse jovialmente y con entusiasmo a la salida del túnel.
El torrente de buen rollo empieza con “Turn Up That Dial”, nada sorprende, pero gusta como siempre: buen rollo, fiesta, acordeón… ¡a bailar! Típica pieza de celtic punk de los de Massachussets. Con “L-EE-B-O-Y” rinden homenaje a su gaitero. Evidentemente la gaita tiene el protagonismo necesario en la canción junto con ese toque tan The Clash en el desarrollo de la canción. Al y Ken se van turnando. Esta es de bote inevitable en directo.
“Middle Finger” se inicia de forma paulatinamente cual canción tradicional irlandesa hasta la explosión. Rápida, canalla y una vez más coreable:
“I could never keep, I could never keep
I could never keep my life from burning to the ground
You think I’ve learned my lesson, I’m a man who’s been around
But I could never keep that middle finger down.”
No puedo bajar mi middle finger hasta que no acaba la canción. “Queen of Suffolk County” es un cruce de Bruce Springsteen y The Gaslight Anthem bajo el prisma de Dropkick Murphys. Una canción, casi pop, que va la mar de bien para coger aire.
“Mick Jones Nicked My Pudding” es una canción jodidamente divertida y rockera. Con “H.B.D.M.F.” llega el momento de abrazarse a tu colega más cercano, agarrar la jarra de cerveza, levantarla y corear un “Cumpleaños feliz” especial y diferente. Hasta el momento, estamos en el ecuador del disco, la fórmula apunta a infalible.
“Good As Gold” tiene ese toque rock americano con gaita de fondo al principio, y se convierte en una punkarrada rápida. “Smash Shit Up” tiene ecos de “I’m Shipping Up to Boston” de The Warrior’s Code (2005), evidentemente lejos de aquella, pero la recuerda (por lo menos a mí me ha venido a la cabeza) aunque más ligera y llevadera. “Chosen Few” a golpe de banjo y gaita, con ritmo burlón farwestariano nos va llevando al final del álbum.
“City by the Sea” es un casi popero homenaje a la ciudad de Boston, ligera y luminosa, con la que se te va el pie para marcar el ritmo. Acabamos con un sentido homenaje al padre del cantante Al Barr, “I Wish You Were Here”, lenta, preciosista y porteña.
Tenemos a los Dropkick Murphys de siempre, fieles a su estilo, con referencias obvias como The Clash o The Pogues, con los que pasarás un muy buen rato y echarás de menos no poder ir a verlos en directo y botar como un loco con la gente que más quieras. Mientras tanto, baja al bar, busca a tus amig@s y camaradas, y pídele a tu camarero: “Una pinta y un Turn Up That Dial hasta el amanecer”. Después, abrazaos, levantad las copas y bailad hasta que el cuerpo aguante.
Sant Boi-Barcelona-Arenys de Mar. Padre y Metalhead. Desbordado por tanta música que escuchar y poco tiempo para disfrutarla. En el Universo solo hay dos cosas claras: In vino veritas y Metallica es la banda más grande de todos los tiempos (quizás solo una sea cierta, y no tenga que ver con la verdad). Death, black, doom, sludge, hardcore, thrash… a menudo: pop, rock, indie, electrónica, hip hop… en resumen, la música es mi pasión.