Juntar a bandas tan distintas como Exxasens y Dry River en un mismo cartel es una combinación más que sorprendente pero que resume a la perfección el espíritu del festival Tótum Revolútum, basado en la idea de acercar al público música de alta calidad sin importar el estilo musical al que responda. Sin duda la tarde del sábado 9 de abril se daban todas las premisas para repetir fórmula con Exxasens como banda barcelonesa que ya había participado en ediciones anteriores, así como los castellonenses Dry River que a su vez ya conocían la sala tras marcarse un sold-out en su visita anterior en el año 2018. Pero las cosas siguen raras, y el auditorio de Calàbria 66 no llegó a llenarse aun tratándose de un recinto con una ubicación excelente y teniendo el evento lugar en sábado. Tampoco esta edición del Tótum Revolútum Fest podría considerarse como normal, pues el formato ha sido reducido a un solo día tras la anulación del cartel previsto para el domingo por falta de interés en él. ¿De verdad que algún día volveremos a recuperar la tan ansiada normalidad?
Exxasens
Los encargados de abrir la velada, Exxasens, llevan dando guerra desde el 2007, con un parón desde finales del 2016 al 2019, año de la publicación de su último trabajo, Revolution. Su propuesta instrumental basada en el post-rock con temática espacial, los ha llevado a participar con éxito en múltiples festivales tanto nacionales (AMFest, Cruïlla, Primavera Sound, BBK Live, Be Prog! My Friend) como extranjeros (Dunk!, ProgPower, Astral Fest). En la actualidad Exxasens funciona como quinteto, estando Jordi Ruíz a cargo de la guitarra solista, Carles Sucarrats a la guitarra rítmica, Cesc Céspedes al bajo, Sergio Ledesma a los teclados y voces ocasionales y Oriol Planells a la batería.
Valga decir que no soy muy conocedora de este estilo en general ni de Exxasens en particular (aunque intenté hacer un intensivo antes del evento) y por ello pasaré a relatar brevemente y bajo mi humilde visión lo que pude escuchar y captar el pasado sábado 9 de abril en el auditorio Calàbria 66.
Exxasens salieron al escenario de una forma muy discreta para sin más preámbulo iniciar su repertorio con “Bye Bye Moscow”, tema perteneciente a su último trabajo Revolution (2019). La versión ejecutada se explaya más que la original, y nos ofrece el tiempo suficiente para entrar en esas atmósferas tan envolventes que evocan su música. Más de nueve minutos que nos permiten hacernos una idea de la propuesta de esta banda y de la buena ejecución de la misma. El sonido es impecable y todos los instrumentos suenan nítidos y en su justa mesura. Visitamos los orígenes de la banda con “Your Dreams Are My Dreams”, incluido en Polaris (2007), tema más condensado y que de nuevo suena cristalino. Tras un tema mucho más enérgico que no he conseguido identificar y una breve presentación por parte de Jordi Ruíz, llega el plato fuerte de su último trabajo “Massachussets”, tema hipnótico que te va atrapando a medida que transcurre y que en directo gana enteros. ”Bright Side of the Moon” del álbum Back to Earth (2015) tiene su gancho gracias a esos constantes cambios de tercio que contiene y una pequeña aparición vocal por parte de Sergio Ledesma. Encaramos la segunda mitad del concierto en una sucesión de temas que nos sirven para reafirmarnos en las sensaciones que veníamos experimentando desde el inicio: Exxasens nos está ofreciendo una ejecución impecable, sin fisuras y con un sonido excepcional y gracias su capacidad de crear efectos atmosféricos, son capaces de conducirnos por paisajes sonoros de lo más sugerentes.
De este último tramo final destacaría “Hugeness” que tal y como indica su nombre, suena enorme en directo con ese inicio rítmico batería/bajo tan potente y que es de lo más heavy del repertorio, así como el tema de cierre que de nuevo pido disculpas por no haber sabido localizar (tarea nada fácil al tratarse de temas instrumentales), pero que me ha parecido de lo mejor de la velada por su carácter progresivo e ideal para dar por concluido el concierto.
Exxasens han conseguido exprimir al máximo su hora de actuación y nos han ofrecido una selección variada de temas de su ya larga trayectoria, mostrándonos de forma profesional lo que son capaces de hacer encima de un escenario. Para ser que llevaban seis años sin tocar en directo, tal y como explicaron, se han coronado.
Dry River
Asistir a un concierto de Dry River es siempre una experiencia sensorial que traspasa el ámbito estrictamente musical para adentrarse en el mundo del espectáculo del bueno. Humor, cercanía, ironía, crítica mordaz, conceptos todos ellos que se integran a un universo musical que cabalga y te arrastra por temáticas profundas de lo más variadas y a menudo con un trasfondo de rabiosa actualidad.
Dry River son de esas bandas que crean adicción. Si caes en sus redes te atraparán como una droga y no podrás hacer otra cosa que desear… ¡más! Tanto es así que existe un club de fans oficial activo desde el 2018, dedicado a promover todos y cada uno de los eventos relacionados con la banda y sus miembros, y que sirve de punto de encuentro entre ellos y su afición. Como era de esperar, muchos de los asistentes al concierto forman parte de este club, y eso se hizo visible además de por su entrega, por su indumentaria mimetizada en algunos casos con la habitual que presenta en la última etapa de la banda en directo. Aunque esta vez Dry River nos sorprendieron por no utilizar sus habituales trajes granates, sustituyéndolos por una discreta vestimenta negra. Suponemos que este cambio responde al hecho de que tras cuatro años desde la salida de su último trabajo 2038 (2018), ya no se encuentran promocionándolo, sino más bien con la vista puesta en el próximo, el cual se está cociendo en la actualidad y esperamos vea la luz antes de finalizar el año. Ellos adujeron que después de dos años en que la actividad principal ha sido comer y beber… pues como que ya no les venía bien la antigua indumentaria…
La formación actual de Dry River se compone de sus miembros originales Ángel Belinchón a las voces, Matías Orero a la guitarra y coros, David Mascaró al bajo y coros, Pedro Corral a la batería, así como dos nuevas incorporaciones a la guitarra y a los teclados que mencionaremos más adelante.
Si bien 2038 (2018) ya nos proponía un viaje en el tiempo, Fanfi, animador que acompaña a la banda en sus espectáculos, nos puntualiza en la introducción del concierto que en este viaje se ha producido un fallo temporal que nos ha conducido a vivir una vida que no nos tocaba (con pandemia, volcán y ascensión de Toni Cantó de por medio) y como solución al problema nos propone vibrar con el concierto que está a punto de comenzar para reorganizar nuestras vidas y dar por finalizada esta brecha temporal. Dicho lo cual, se inicia el concierto con “Fundido a negro”, un tema de lo más potente para engrescar a un público entregado desde la primera nota, y que sin dar un segundo de tregua enlazan con “Perder el Norte”. ¡Menudos dos trallazos seguidos para ponerte en situación! Ángel Belinchón, frontman, showman y además cantante de la banda, toma las riendas en ese momento para empezar a desplegar sus dotes como monologuista, y nos confirma que durante la brecha temporal anunciada antes por Fanfi, se ha producido un intercambio de papeles y es ahora el público el que se viste con trajes granates, tras los cual nos piden un aplauso para ellos. Nos anima a continuar con la fiesta y nos propone realizar una parada en el “Camino”, título del siguiente tema en abordar, perteneciente de nuevo como los dos anteriores a 2038 (2018). Toca ponerse serios para abordar la temática del Alzheimer con “Frascos Vacíos”, un tema que me fascina y del que algún día intentaré escribir en profundidad pues bien lo merece. Complejísimo tema para tocar en directo pero que, sin embargo, lo bordan. Veníamos de sentirnos arriba con los temas anteriores para toparnos aquí con sentimientos incómodos transmitidos de forma magistral. Esta capacidad de conducirnos por un vaivén emocional sin apenas despeinarse es uno de los puntos fuertes de Dry River del cuál tirarán en diversas ocasiones durante la actuación.
“Cuánto vales tú” es un temazo de protesta trepidante que contiene muchos tramos e intensidades que dan fuerza a las reflexiones en torno al tema de la esclavitud en la que nos sumerge la posesión material y el dinero. Transpira mucha mala leche, pero a su vez, tiene ese punto reggae que rompe un poco y un final apoteósico estilo “Paquito el chocolatero” que el público aprovecha para desmadrarse un poquito más si cabe.
A Ángel Belinchón le empieza a pasar factura tanta intensidad y llegados este punto, aprovecha para presentar a los dos nuevos miembros de la banda, el guitarrista Guillermo Guerrero y el teclista Miquel Centelles (viejo conocido que ya había suplido alguna vez al titular Martí Bellmunt) y un nuevo tema, “Culpable”, perteneciente al nuevo trabajo que está por salir. Muchas sensaciones reconocibles marca de la casa en esta primicia, cambios a doquier, tonos de voz muy altos, melodías que se prestan a ser coreadas por el público… habrá que darle más de una escucha para acabar de entender todo lo que sucede en él, y eso en sí, ya es señal de que estamos quizás ante una nueva etapa, pero sin perder su seña de identidad propia.
Toca ahora viajar al primer trabajo de Dry River, El circo de la Tierra, para interpretar lo que son en mi opinión sus dos mejores temas, “Pequeño animal” y “La mujer del espejo”. “Pequeño Animal” suena atronadora en su comienzo, dulce en sus estrofas, divertida en su estribillo, contiene un solo precioso a cuatro manos para lucimiento de ambos guitarristas, un momento de protagonismo para la batería y otro para el teclista, ¡si es que lo tiene todo! “La mujer del espejo” tiene el inicio más metalero de su discografía y por ello me encanta, aunque recientemente la han versionado en formato acústico acompañada por Judith Mateo al violín aportándole nuevos matices y cambiando radicalmente el feeling del tema. Versión clásica la que interpretaron en la sala, para deleite de los presentes.
Llega el verdadero momento de la fiesta en mayúsculas, la interpretación de su tema más desmadrado “Irresistible”. Es el momento en que Belinchón coge su keytar y se hace acompañar por una coreografía, habitualmente ejecutada por dos personas. Como tan solo tienen a Fanfi como animador propio, consiguen hacer subir a una persona del público, Ana, miembro activo del club de fans y vieja conocida de la banda, para bailar cada uno de ellos a un lado del escenario. ¡Momentazo! Catarsis colectiva y buen rollo a raudales. Ana se ganó unos aplausos del copón (merecidos) por su desparpajo y buen hacer en el escenario, a lo que Fanfi respondió reclamando aplausos para sí mismo también. Y pasamos del fiestón al baladón por antonomasia, así, sin apenas pausa. “Me va a faltar el aire”, canción emotiva donde las haya y que siempre consigue que todos los presentes la canten a pleno pulmón. Dry River se retiran en esos momentos a recuperar ese aire que les falta mientras Fanfi aprovecha para mostrar sus deseos para esta nueva realidad de regreso de la brecha temporal, en la que imagina un lugar donde Ayuso ya no es presidenta de Madrid, el Rey es juzgado como corresponde y el Villarreal gana la Champions. Tras este falso bis de apenas un minuto de duración, llega uno de los momentos más divertidos que nos regala Ángel en su faceta de imitador. Nos anuncia que se disponen a tocar “Peán”, y aprovecha para cantarlo tal y como lo hizo Ronnie Romero en su colaboración en la sala Copérnico de Madrid. No contento con esta imitación, nos canta ese mismo tramo a lo Evaristo de la Polla Records, y a lo Yosi de Los Suaves, levantando las carcajadas de los presentes. Menudo crack. Y tras ese momento distendido, “Peán” se apodera de la sala con su larga duración que, no obstante, sabe a poco, porque de verdad que te atrapa en su historia oscilante de múltiples pasajes. Última oportunidad de pasarlo bien con “Traspasa mi piel”, tema con el que clausuran la noche y que siempre aprovechan para hacer cantar al público a modo de despedida. Dan las gracias tanto a los organizadores del festival Tótum Revolútum, a Exxasens como compañeros de cartel y a Ana como participante del show. Ángel sigue desbocado y vuelve a entrar en imitaciones varias que no desvelaremos para no dañar su reputación. Nos lo han hecho pasar en grande y eso se nota en la cara de satisfacción tanto de los que están abajo como en el escenario.
Mirad si son bonicos que al acabar el concierto en vez de la clásica foto-finish vuelven a marcarse uno de esos detalles surrealistas que siempre suceden en todo concierto de Dry River y que esta vez consistió en hacer subir al escenario al grupo de gente vestida con los trajes granates. Ellos arriba como protagonistas, Dry River abajo como parte del público. Y esa es otra de las grandezas de esta gente, que te hacen sentir tan protagonistas como ellos mismos. Una verdadera fusión entre banda y público que no tiene precio.
Menudo setlist se han marcado esta vez Dry River, hora y tres cuartos que resumen a la perfección el pasado, presente y prometedor futuro de estos fenómenos.
Son cuatro las veces que he visto con anterioridad esta banda y aunque esta noche no han alcanzado la perfección técnica de antaño (¿cómo puede no afectarte un parón de más de dos años y la inclusión de dos miembros nuevos a la banda?) y se han producido algunos pequeños desajustes de sonido, me quedo con todo lo bueno que me ha aportado la jornada, un subidón y chute de energía más que necesario para levantar el ánimo y regresar a casa en una nube de la que tardaré tiempo en bajar. Esta gente vale mucho a nivel musical, compositivo, terapéutico, y lo más importante, como seres humanos. Aprovecho la ocasión para desearles toda la suerte del mundo con su nuevo trabajo, esperando verlos pronto de nuevo en algún lugar de la geografía peninsular encima de un escenario montando la fiesta del siglo. ¡Sois muy grandes!
Setlist Dry River:
Fundido a negro
Perder el Norte
Camino
Frascos vacíos
Cuánto vales tú
Culpable
Pequeño animal
La mujer del espejo
Irresistible
Me va a faltar el aire
—
Peán
Traspasa mi piel
Aficionada a la música y los viajes, aunque no sabría decidir en qué orden. Cuando los combino, ¡lo más! Amante de aprender cosas de allá donde vaya, soy un poco la suma de los lugares que he visitado y las experiencias vividas. Daría la vuelta al mundo de concierto en concierto si de mi dependiera, pero las limitaciones terrenales me mantienen aquí y ahora, así que, ¡a sacarle el máximo partido!