Este verano está siendo realmente fértil para los amantes del brutal death metal. Si hace pocas semanas los neoyorquinos Suffocation publicaban su octavo disco, titulado …Of the Dark Light y que nosotros reseñábamos aquí, ahora les toca a otro de los grandes del estilo, como son los también americanos Dying Fetus, demostrarnos que, aún y no ser considerados una banda clásica a pesar de llevar más de veinte años en esto, tienen su sillón en el Olimpo del género más que ganado. He de confesar que mi conocimiento de la carrera del trío de Baltimore es bastante más limitada de lo que es la de Suffocation y, sinceramente, nunca he acabado de seguirlos del todo a pesar de no desagradarme lo que he ido escuchando de ellos. Evidentemente, la excusa de siempre: hay tal infinidad de bandas y estilos que es imposible estar a todas y siempre te acabas dejando algo por el camino. Pero bueno, quizás nunca es tarde para ponerse!
Mi primer contacto con esta banda fue cuando, siendo un imberbe pre-adolescente fan de Slayer, Sepultura y el thrash clásico que lo único que conocía de death metal debían ser dos o tres temas de Cannibal Corpse, me encontré con un tipo enloquecido en el añorado Pub Golden (después Dynamo) de Lloret de Mar, escenario de algunas noches de metal desenfrenado en las que los locales aprovechábamos para bebernos porrones enteros de cerveza gratis destinados a los patosos guiris que se la echaban por encima irremediablemente cada vez que intentaban tragar con la boca abierta. Recuerdos etílicos aparte, el caso es que el tipo en cuestión, más o menos simpático y totalmente fuera de sí en la pista, llevaba una camiseta de Dying Fetus bastante grosera, y como es lógico, unos chicos jóvenes e impresionables como éramos mis amigos y yo quedamos fascinados por ese nombre tan exagerado y ese dibujo tan gore, con lo que pasamos a clasificarlos rápidamente y sin escucharlos como la banda más brutal que debía existir en este mundo. No sé exactamente cuando debía de ser eso, pero mirando fechas me da que los de Maryland no tenían que haber publicado ni tan siquiera su primer disco, así que imaginaos el chaval lo pionero que era.
Y bueno, no sé si Dying Fetus es lo más brutal que existe, probablemente no, pero no hay duda que siempre han metido una tralla muy considerable. Ahora esa información me sería útil, pero como digo no controlo para nada su discografía más allá del Destroy the Opposition, momento en el que me molesté en escucharlos de verdad pero que me pilló en una época en la que mis intereses musicales no estaban en el death metal, así que lo dejé ahí. Lo que sí veo claro es que este Wrong One to Fuck With, a pesar de hacerse algo largo, es un pepinazo de mucha consideración. Se trata ya del octavo disco de una carrera que, por lo que leo, se ha mantenido siempre en altos niveles de solidez y consistencia, y se publica cinco años después del celebrado Reign Supreme (esté sí que lo escuché y me gustó!). El único miembro original que se mantiene desde el primer día es su guitarrista, vocalista y líder John Gallagher, y así ha sido desde que la banda se rompió en 2001, con John tomando el timón en solitario y el resto de componentes yéndose a formar Misery Index (otros que tal).
Un poco sorprendentemente, y en una especie de vuelta a los orígenes, Dying Fetus recuperan para este disco su logo primigenio, que no usaban desde su primera demo allá por 1993. Es verdad que desde entonces su logo había sido, sencillamente, el nombre de la banda en una fuente bastante genérica, pero tampoco tengo claro que este nuevo/viejo logo, además de feúcho y algo amateur, les represente del todo ahora mismo. En todo caso, claro, esto es algo totalmente secundario, y lo importante es que una vez le damos al play se despliega a nuestros pies una auténtica bacanal de riffs, breakdowns y brutalidad sin control, cosa que no tengo el criterio para decir si supone una revolución respecto al total de su catálogo o una vuelta realmente a lo que hacían al principio, pero a mí tampoco me lo ha parecido tanto.
El disco empieza con un trallazo como es «Fixed on Devastation» uno de los mejores temas de todo el álbum. Los primeros segundos ya nos dejan muy a las claras por donde van a ir los tiros: riffs alocados y complejísimos y baterías imposiblemente frenéticas. El resto del tema no se queda muy atrás, e introduce muchos de esos elementos hardcore tan característicos en la música de los de Maryland, que aquí están menos presentes de lo que estaban en su disco anterior. «Panic Amongst the Herd» es otro de los grandes, y en este apuestan más al piñón fijo, tanto en sus partes más machaconas como cuando el batería Trey Williams se agarrota los brazos con blast beats y dobles bombos hipersónicos. Seguimos con el 100% de éxito con «Die With Integrity», una histérica orgía de guitarras impredecibles, cambios inesperados y ritmos vacilones que por ahora han conseguido auparla al cajón más alto de mi podio. En «Reveling in the Abyss» bajamos un escalón que ya nos costará volver a subir, y aunque es un buen tema para mí no llega al nivel de los tres primeros. Empieza con voz, guitarra y batería siguiendo el mismo ritmo de forma algo curiosa, y a la que se liberan el dominio de esta monolítica estructura, es tomado por un riff muy potente y casi black metalero y, más adelante, ritmos machacones que te crujen sin piedad hasta llegar al inesperado fade out final.
«Seething With Disdain» podría ser single perfectamente, ya que se trata de uno de los temas más, ehem, accesibles del disco. Es igual de bruto, por supuesto, y a mí me gusta mucho, pero sus riffs y estructuras son algo más previsibles y más fáciles de digerir a la primera, al menos hasta llegar a la locura que hay sobre el tercer minuto, a partir de donde se descantilla y ya no llega a volver nunca a la «normalidad». Otro de los ejemplos del hardcoretismo inherente en la música de esta banda está en «Ideological Subjugation». Un hardcore integrado de forma muy natural entre la complejidad de los brutales patrones del resto de la canción, al igual que le pasa a «Weaken the Structure», que después de su principio épico también va un poco por estos derroteros.
He de confesar que llegados a este punto, y a pesar de que «Fallacy» y «Unmitigated Detestation» están objetivamente bien y no tienen nada que les haga peores que muchos temas anteriores, ya ando un poco saturado. Estamos ante un discazo, técnicamente impecable y compositivamente muy divertido, pero para mi gusto es demasiado largo, en el sentido de que si quieres prestarle la atención que se merece acabas confundido y absolutamente exhausto. No hay un segundo de respiro ni en velocidad ni en complejidad y probablemente hubiera sido suficiente con un par de temas menos para mantener la chispa viva. Tampoco es un gran drama: siempre puedo parar y continuar en otro momento, pero es algo que me ha ocurrido repetidas veces ante la escucha de este disco, así que vale la pena decirlo. El tema título se hace un poco más llevadero, al tener algunos momentos algo más icónicos y diferenciables, de manera que es más fácil de recordar y de anticipar, y el bonus track final, llamado «Induce Terror» es directo y hardcoreta, pero casi siempre que llego hasta aquí habiendo empezado mi viaje del tirón más de 50 minutos atrás me he encontrado pidiendo la hora. Y me sabe mal decirlo, pero así es.
Se trata pues de un muy buen disco, que empieza con tres temas maravillosos (no por nada han sido los tres escogidos como singles / videos) y acaba con otro tema excelente, pero que por en medio parece convertirse en una masa un pelín informe que, aun y siendo disfrutable y ofrecer una calidad indiscutible en su mezcla entre hardcore y brutal death metal, se me ha hecho una poco farragosa y de algún modo indistinguible. En un par de meses tendremos al trio americano de gira por la península, y ojo que en directo estos chicos tienen una fama bastante notable. Si eso de por sí no fuera un reclamo suficiente para que los fans del brutal death metal con ganas de ser aplastados sin piedad se animen, esperad a oir quiénes son los teloneros de lujo: los australianos Psycroptic, que tuvimos ocasión de ver junto a Gorguts hace un año y medio, los canadienses Beyond Creation, uno de los grandes triunfadores del festival Knights of Metal que se celebró esta primavera en Barcelona, y los también australianos Disentomb. Me cuesta imaginar muchos carteles más devastadores y brutales que éste, así si lo que queréis es caña y recoger vuestra mandíbula del suelo cada pocas canciones, sin duda éste es vuestro concierto!
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.