Edguy – Hellfire Club: 20 años ardiendo con el fuego infernal

Ficha técnica

Publicado el 15 de marzo de 2004
Discográfica: Nuclear Blast Records
 
Componentes:
Tobias Sammet - Voz
Jens Ludwig - Guitarra
Dirk Sauer - Guitarra
Tobias “Eggi” Exxel - Bajo
Felix Bohnke - Batería

Temas

1. Mysteria (5:44)
2. The Piper Never Dies (10:05)
3. We Don't Need a Hero (5:30)
4. Down to the Devil (4:27)
5. King of Fools (3:34)
6. Forever (5:40)
7. Under the Moon (5:04)
8. Lavatory Love Machine (4:25)
9. Rise of the Morning Glory (4:39)
10. Lucifer in Love (0:32)
11. Navigator (5:22)
12. The Spirit Will Remain (4:12)

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Edguy en general y Sammet en particular estaban en lo más alto. Tanto el grupo como su líder quemaban etapas a una velocidad de vértigo, acercándose a los que fueron su principal referencia, los también germanos Helloween. sin embargo el inquieto vocalista quería dar un giro a su sonido. Lo que empezó a vislumbrarse en su anterior trabajo, Mandrake (2001), aquí se hizo presente de forma aplastante. Sí, seguían siendo un grupo power, pero a diferencia de, por ejemplo, Theater of Salvation (2001), el sonido y alguna composición del este cumpleañero es más afilado, bebiendo de otras fuentes como Judas Priest, y con algún sonado de teclado que nos remonta a los 70. No fue una gran evolución, desde luego, pero si un paso en una dirección interesante.

Para mucha gente es el mejor disco de los germanos. Para mí no, aunque considero que hasta su siguiente lanzamiento, Rocket Ride (2006), no tienen disco malo. Nos encontramos ante un conjunto de 12 temas de lo más variopintos, con algunas temas que nos traen novedades, otros que se clavan mucho en lo que mejor sabía hacer los de Fulda, que son esos medio tiempos tan molones, y mucho humor, como nos tienen acostumbrados. Para mi es un disco de 8 o 9 sobre 10, pero como no soy nadie, vayamos a ver qué opinan otras webs. Discogs le pone un 4,3/5, la nota media en The Metal Archives es de 8,1, Rate Your Music le da cuatro estrellas de cinco posibles y el 80% de los usuarios de Amazon le dan cinco estrellas. El resumen de todo ello es que estamos ante un discazo que hoy llega a las dos décadas. Pero vayamos a las canciones, que supongo que es lo que interesa.

«Ladies and Gentlemen, welcome to the Freakshow«, la frase que abre «Mysteria», el disco y los conciertos de aquella época, es un buen presagio de lo que nos espera y lo que era Edguy en aquél entonces. El tema es directo, rabioso, más heavy que power, siguiendo la estela que canciones como «Nailed to the Wheel» habían abierto en su anterior lanzamientos. Como en todo el disco, las instrumentaciones no son la panacea, ninguno es un gran instrumentista, pero Felix Bonhke a los bombos empieza a sobresalir sobre sus compañeros, llevando el doble bombo que da gusto. «The Piper Never Dies» es extraña, mucho más progresiva y larga (supera los 10 minutos). A mí nunca me ha hecho demasiado tilín, pero para mucha gente es su preferida del álbum, así que mala no es. Sí retomamos viejos aromas power con «We Don’t Need a Hero», rápida como la primera del disco pero mucho más melódica. Tanto esta como el siguiente, «Down to the Devil», a pesar de ser dos grandes canciones que tienen todo lo que se les pide a este tipo de cortes, nunca pasaron el corte de la eternidad, y no sé porqué.

Llegamos al primer single, uno de esos medio tiempos que decía algún párrafo anterior y que tan bien sabía componer el Sammet en estado de gracia a finales de los 90 y primera mitad de los 2000. «King of Fools» empieza con una melodía de teclado, otra de las grandes marcas de la casa y sigue con un groove interesante, especialmente potenciado por un bajo que, sin hacer nada especial, le da un punto interesante. Era una de las que siempre caían en directo, ya que el estribillo es una gran invitación a saltar.  «Forever» baja mucho el ritmo para convertirse en un tema medio acústico. Edguy nunca se destacaron por ser grandes baladistas, y aunque el tema está bien e invita a la caricia, tampoco pasará a los anales de la historia. El estribillo es para cantarlo a pleno pulmón con un mechero en mano. Pero tranquis, que la rabia vuelve con «Under the Moon», un riff tremendo y una voz afilada. Como tantas del disco, por alguna razón se olvidó en el tiempo. No así es el siguiente tema, otro de los singles, «Lavatory Love Machine», en el que otro de las señas de identidad del grupo, el humor, luce por sí mismo. Tenemos otro de esos medio tiempos cachondos, esta vez sin melodía de teclados pero con un ritmo y un aroma a carcajada que tiran para atrás.

Entramos en el último cuarteto cogiendo los elementos del anterior tema y añadiendo la velocidad. «Rise of the Morning Glory» es otro alegato a la carcajada, aunque quizá un poco caca-culo-pedo-pis, pero divertido igual. El estribillo es para cantarlo bien fuerte mientras saltas y «bailas» (sí, entre comillas). De las destacadas del álbum. En cambio «Lucifer in Love» no pasará a la historia, no, ya que es un midtro de medio minuto con alguna melodía ya conocida de fondo y un Lucifer dando o recibiendo placer. Vamos a otra de esas que tienen (y tenían) gusto a añejo, y es que «Navigator» tiene algunas cosas de Maiden, alguna cosa del hard rock setentero o primeros sonidos heavys. Tampoco es de mis preferidas del disco, pero sin duda alguna tiene cositas interesantes. Acabamos con «The Spirit Will Remain», la segunda balada del disco, más suave e intimista, con algún sonido celta decorando la melodía y en donde lo único que no me gusta es la forma de cantar de Sammet. Creo que con un cantante potente, este tema sería precioso.

Estoy convencido de que, si en vez de en 2004, Hellfire Club hubiese salido a mediados de los 90, incluso a finales de los 80, estaríamos hablando de un clásico absoluto del estilo, pero claro, vio luz cuando los grupos power nacían hasta debajo de las piedras. En este disco tenemos a ese Sammet tocado por una varita mágica, el que era claro heredero del sr. Hansen y compañía. Me da mucha rabia que dejara este camino para componer las mierdas que hace en Avantasia desde hace tantos años, rompiendo su mito, por muchas salas que llene o festivales que encabece. Ese Sammet era Dios, y a Dios no se le tose.

Xavi Prat
Sobre Xavi Prat 399 Artículos
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios. Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo. Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.