Edguy – Theater of Salvation: 20 años desde que Sammet dijo «Aquí estoy yo»

Ficha técnica

Publicado el 25 de enero de 1999
Discográfica: AFM Records
 
Componentes:
Tobias Sammet - Voz, teclados
Jens Ludwig - Guitarra
Dirk Sauer - Guitarra
Tobias 'Eggi' Exxel - Bajo
Felix Bohnke - Batería

Temas

1. The Healing Vision (1:11)
2. Babylon (6:09)
3. The Headless Game (5:31)
4. Land of the Miracle (6:32)
5. Wake up the King (5:43)
6. Falling Down (4:35)
7. Arrows Fly (5:03)
8. Holy Shadows (4:30)
9. Another Time (4:07)
10. The Unbeliever (5:47)
11. Theater of Salvation (12:25)

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Ya lo he explicado muchas veces, Edguy y el trabajo de Tobias Sammet son esenciales en mi vida, y lo son desde que aún no había terminado la primera escucha del primer álbum suyo que escuché, Vain Glory Opera (1998). Recuerdo estar en la esquina del sofá de mis padres, a los 20 años, con el discman echando humo y libreto en mano. La sensación era horrible, pues no dejaba de pensar que, a mi edad, aún no había hecho nada en la vida y, en cambio, unos chavalillos de mi edad, más o menos, se habían cascado semejante disco. A esto hay que añadirle que las letras que por aquél entonces escribía Sammet me representaban completamente. Aquella inconformidad con la vida, aquella rebeldía “semi espiritual”, por llamarla de alguna manera, hicieron que le dijese al alemán bajito (aunque nunca lo escuchó) que cómo coño se las arreglaba para meterse dentro de mi cabeza y escribir sobre lo que sentía. Y esto, señores, es la clave del por qué Edguy han sido tan importantes para mí, más allá de la música. No nos engañemos, los alemanes no descubrieron la sopa de ajo. Hacían muy bien lo que hacían, de hecho eran de los que mejor ejecutaban el power de toda la vida, pero no le dieron ninguna vuelta de tuerca al estilo.

Los que estaban llamados a recoger el testigo de Helloween me fascinaban, y eso que sólo había escuchado un disco. Por eso los ojos se me abrieron como platos cuando, en el antiguo Arise de la calle Tallers de Barcelona, vi otro disco de mis queridos Edguy. Theater of Salvation, se llamaba, y hoy cumple 20 añitos.

Todo lo que he dicho en el primer párrafo tiene su punto máximo en este trabajo. Todo lo que en aquellos tiempos significaba Edguy se magnificó en este Theater of Salvation, tanto musicalmente como en aura, y los consolidaba como la apuesta joven más prometedora de toda la escena metalera. Además ponía a su líder y absoluta alma mater, el carismático Tobias Sammet, como uno de las mentes más brillantes del estilo. Esto último iría reforzándose con los discos posteriores (aunque, personalmente, creo que su Tinnitus Sanctus (2008) es el primer trabajo de la decadencia del grupo, siendo su proyecto en solitario Avantasia el que requeriría de todos sus esfuerzos creativos) y su evolución: desde el power más power a estilos más heavys¸ como en su Hellfire Club (2004) o más hard rockeros. Si nos metemos con Avantasia, la evolución también es obvia. Desde el power recogido en las dos Metal Opera (2001, 2002) hasta lo más sinfónico de la actualidad.  Pero centrémonos en lo que toca.

Haciendo memoria y navegando por la red, si uno no confía en su propio criterio, verá que la categoría de nuestro cumpleañero es inmensa: 4.5/5 en Allmusic, 9.5/10 en Metalstorm, 6/7 en la Metal Hammer y uno de los discos imprescindibles del estilo para muchísima gente. No, no es moco de pavo. Musicalmente ya lo he dicho, pues aunque hablaba del grupo, sirve también para el álbum: power metal muy bien ejecutado, con unos coros majestuosos (esto sí que no lo han vuelto a hacer en toda su carrera), grandilocuencia a raudales y una producción enorme, pero nada absolutamente novedoso. Quizá sea el disco más regular en toda su carrera. Si, tiene temazos y clasicazos de la banda, como “Babylon”, “Wake Up the King” o la enormemente enorme “Theater of Salvation” (cómo me gustaría escucharla en directo entera, con sus casi 13 minutos), pero es el más lineal de todos sus álbumes. También constatar que fue el trabajo que les sirvió para empezar a girar por Europa y el mundo, primero como teloneros de Hammerfall y luego como cabezas de cartel, hasta encabezar algún festival que otro. Y, no se nos olvide, también fue el primer álbum con la formación clásica (que aún sigue), es decir, el primer trabajo con Felix a la batería y Tobias Exxel al bajo.

Aunque no se trata de un disco conceptual per se sí que tiene un hilo conductor: el de la “autodefinición”, la supervivencia, como ellos lo llaman, y la rebeldía contra no ser uno más de la masa. No hay un tema que, en este sentido, sobresalga al resto, sino que hay que leer las letras y los comentarios de Sammet escribe tras cada tema. Es decir, todo lo que un chavalín necesita para reafirmarse a sí mismo. Y, es que no lo olvidemos, los Edguy que escribieron este disco eran unos chavalillos. Sólo hace falta ver las fotos de la época…

Meterse a destripar cada canción es absurdo, pues es mucho mejor disfrutarlo sin prejuicios y dispuesto a las sorpresas, pero nos encontramos temas rápidos como “Babylon” o “Arrows Fly”, medios tiempos moñas pero con frases tremendamente bonitas como “Land of the Miracle” (sí, esta tiene la frase moñas-romanticona más preciosa que se haya escrito jamás), baladas totalmente baladísticas como “Another Time” o un conglomerado de todo como es “Theater of Salvation”, quizá la composición culmen del grupo: casi 13 minutos con coros operíticos, rapidez, intermedios tranquilos, solos, más coros… lo tiene todo. Incluso una sorpresa si, cuando acaba, no le das al stop. El disco, quizá, tiene sus puntos más flojos en “The Unbeliever” y “Holy Shadows”, pero aun así siguen siendo dos temas que no desentonan en absoluto.

Venga, si no lo has escuchado, búscalo y dale al play, sus 20 años son una excusa más que justificada. Y si ya lo has escuchado, celebra su cumpleaños. Y si tienes hijos pre o adolescentes, que lean las letras, les hará mejores personas.

Xavi Prat
Sobre Xavi Prat 399 Artículos
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios. Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo. Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.