Editors están de vuelta tras un silencio de 4 años y medio, su distancia más larga entre dos discos. Parece muy lejana su última aventura titulada Violence (2018), un disco con más bien fría recogida por parte de fans y prensa. Pese a que con el paso del tiempo, Editors han ido adaptando su post punk inicial hacía nuevas tendencias, no es hasta este nuevo disco en el que los vemos moviéndose como peces en el agua.
Tomando influencias de bandas pseudo electrónicas e industriales como los veteranos Front 242 o Skinny Puppy, Editors re evolucionan Violence para regalarnos un disco de synthrock cargado de sonidos industriales y música dance electrónica.
Benjamin John Power, también conocido como Blanck Mass, se hace miembro oficial de Editors tras producir su anterior disco. EBM, el nombre del álbum, es un acrónimo de Editors y Blanck Mass, pero también es una referencia a Electronic Body Music.
En EBM, hay referencias innegables a la pandemia y a una Gran Bretaña dividida. «¿Puedes sentir la nación rota?», entona la banda en “Strawberry Lemonade”. Aquí la mezcla estilística nos da momentos salvajes, viscerales y de infarto que contrastan con otros más emotivos y tiernos. Pero en el fondo está la necesidad de conexión humana: física, emocional y espiritual.
Estas últimas semanas, los ingleses han publicado hasta cuatro anticipos de EBM. “Heart Attack” y “Karma Climb”, las dos iniciales, nos dejaron constancia de la dinámica que iba a tomar el disco. Dos ejemplos perfectos del nuevo sonido de Editors. Esta nueva base electrónica sintetizada sobre la que sobrevuela la cálida y cercana voz de un Tom Smith que nos ofrece seguramente su mejor versión en más de una década. “Heart Attack” es al instante un nuevo himno de Editors. “Karma Climb” es también una canción muy inmediata que trata “sobre el escapismo hedonista, no solo del mundo en general, sino también de lo que la gente piensa de ti».
Las otras dos canciones que presentaron previamente fueron “Vibe” y “Kiss”. La primera tiene una onda más indie y está rellena de capas de percusión sobre sintetizadores estroboscópicos en una canción 100% bailable. “Kiss” es una canción muy New Order. Una canción electrónica de formato new wave que, con sus más de siete minutos de duración, la convierten en la canción más larga de la carrera de la banda superando por poco “Marching Orders” de In Dream (2015).
De las cinco canciones “nuevas” destaca sobre el resto “Picturesque”, una canción ligera con un estribillo poderoso y veloz que fácilmente se sitúa entre las mejores canciones de Editors en muchos años. Con una fuerte aroma a indietronica, “Picturesque” me recuerda a las mejores rolas de Future Islands.
En “Silence” vemos la versión más descarnada de la banda con una introducción semi-acústica casi a capella de Tom Smith a la que se van añadiendo coros para dotarla de más misticismo. Aún todos los intentos de solemnidad posibles, la canción queda algo deslucida. “Strawberry Lemonade” retoma el hilo de la electrónica y los sonidos de sintetizador incluso para distorsionar las voces. Pese a que en la segunda mitad del tema mejora, no acaba de despegar como debería y se queda en una canción de relleno.
En la recta final tenemos “Educate”, una canción más synthpop con uh-uhs y teclados. Buena pieza aunque un pelín lejos de las mejores de EBM. Y para cerrar, “Strange Intimacy” nos arroja directos a la pista de baile con un arranque electrónico intenso. Una canción oscura ideal para cierre de disco.
EBM se sitúa fácilmente como uno de los mejores discos del año y un escalón por debajo de la tríada inicial casi sublime de unos Editors que, sin miedo ni tabúes, rompen con todo para nutrir de nuevas ideas su sonido. Un disco meritorio, digno, ecléctico y muy afín a los nuevos tiempos.