2 de junio de 2017. Esta es la fecha que vio nacer a XVIII. Hoy, 15 de agosto de 2017, 74 días más tarde, publicamos nuestra reseña.
En estos dos meses y pico han pasado muchas cosas. Los de siempre nos siguen robando, mientras que la mayoría sigue callando. El mundo parece haber entrado en una espiral de autodestrucción de la cual cada vez parece más difícil salir. Caos, en el amplio sentido de la palabra…
Pero entre tanta maldad y ante tanto impresentable, siempre hay un resquicio para la esperanza. Ese resquicio, en mi caso, se llama Science of Noise, que ha nacido, ahora hace un mes, para convertirse en una especie de válvula de escape para algunos de nosotros. No diré que es la luz al final del túnel, pero sí algo parecido.
Long story short: que escribo ahora la reseña porque, cuando se publicó este álbum, la web todavía no existía, vamos.
XVIII es el nombre del nuevo álbum (el sexto de su carrera) de los revitalizados y renacidos Eighteen Visions. Se trata del primer trabajo que ve la luz desde que los de Orange County publicaran, ahora hace once años, su álbum homónimo Eighteen Visions (2006). El álbum es toda una declaración de intenciones. Es denso y, como ya nos tienen acostumbrados, bastante diverso y heterogéneo.
El álbum no es, ni mucho menos, una ruptura con el/su pasado. Se trata, más bien, de una continuación de todo lo publicado anteriormente, pero llevado a cabo con la serenidad y la calma que solo el tiempo y la experiencia te proporcionan. Su identidad, a medio camino entre el heavy metal y el hardcore, sigue presente en esta nueva entrega, aderezada esta vez con una fuerza implacable y una ambición tremenda, que convierten todos y cada uno de sus trabajos en obras siempre en evolución y, para nada, aburridas y/o monótonas. Señoras y señores, los reyes y precursores del fashioncore están de regreso.
Tras la muerte de su bajista Mick Morris en el año 2013, la banda decidió no reemplazarle por respeto a su memoria. Durante el tiempo que formó parte de la banda, grabó cinco álbumes y recorrieron el mundo entero, ganando fama y fans.
Mick Kenney (guitarrista de la banda de death metal Anaal Nathrakh y productor, entre otras, de bandas como Carnifex, Dawn of Ashes o Motionless in White) es el responsable del que, posiblemente, sea el trabajo más completo y redondo de la banda hasta la fecha. Los temas más destacados son «Live Again», un tributo al bajista Mick Morris, «Picture Perfect» y «Fake Leather Jacket». Las composiciones son una evolución lógica de su sonido del pasado, pero llevadas al extremo. Recordemos que su sombra es larga y que fueron unos de los pioneros de lo que hoy en día se conoce como metalcore y de otros subgéneros acabados también en «-core». Ideas enraizadas en el pasado, pasadas por un filtro de modernidad que muy posiblemente ellos mismos crearon, y que solo su larga ausencia y sabiduría acumulada han sabido interpretar.
XVIII está lejos de ser el típico álbum de reunión insulso e insípido que a veces llega a nosotros de la mano de tantas bandas que regresan después de una larga ausencia. Va mucho más allá. Hay momentos en los que el álbum suena especialmente pesado, mucho más pesado de lo que uno esperaría dado el aire más hard rock de su anterior obra. Además, es el primer álbum desde que editaran Vanity en 2002 en el que se han insertado citas de películas al principio de algunas de las canciones.
Así de intensos suenan los ritmos chugga-chugga rompe nucas de Eighteen Visions en 2017.
Un enjambre de abejas nos pone en situación. «Crucified», segundo single del álbum, nos deja las cosas claras desde el principio y es un claro ejemplo de que tan larga ausencia no ha hecho mella en las cuerdas vocales de James Hart, regalándonos esos gritos tan viciosos que también salpican el resto de canciones incluidas en esta entrega. El tema viene a demostrar que la banda nunca se ha consumido y que ellos nunca se han conformado.
Unos riffs afilados y una manera de cantar que me recuerda, por momentos, a la de Greg Puciato (The Dillinger Escape Plan), cuando Hart se desgañita, y a la de M. Shadows (Avenged Sevenfold), cuando éste le da un respiro a sus cuerdas vocales, marcan la pauta en «The Disease, The Decline And Wasted Time». La animosidad y esos versos tan salvajes encajan perfectamente con esos otros coros, por llamarlos de alguna manera, más planos, antes de sucumbir a una de esas paradas (breakdowns, para los más puristas del lugar) que, en cierta manera, ellos se encargaron de poner sobre la mesa y que están tan presentes en las composiciones de tantísimas bandas actuales.
«I have come here to chew bubblegum and kick ass… and I’m all out of bubblegum.»
El malogrado «Rowdy» Roddy Piper y su célebre cita del clásico film de John Carpenter They Live (1988) abren «Underneath My Gun». Esta misma cita, por cierto, también fue utilizada en 2008 por la banda norteamericana de deathcore Dr. Acula para presentarnos su tema «Piano Lessons Can Be Murder»). El tema se inicia de forma explosiva, y hacia el segundo minuto se vuelve aún más salvaje, siguiendo los patrones clásicos de cualquier buen tema de metalcore que se precie, dotándole de una nueva personalidad. En general, un tema con mucho groove.
Con «Live Again», uno de los mejores cortes de este trabajo, la banda rinde homenaje a su malogrado bajista Mick Morris: «Stay inside me. We’ll never forget the days. We made the most of our memories.» Una suave guitarra da paso a la más feroz de las iras para dejar claro que él está todavía muy presente. Es, sin lugar a dudas, el punto emocional más alto en este álbum. Un poderoso tributo a un gran amigo y compañero, en el que uno puede sentir la emoción en la tremenda voz de James Hart.
Cada canción tiene, obviamente, su propia personalidad; sus propias fortalezas y sus propias debilidades. Tras una canción tan emocionalmente poderosa, «Laid to Waste in the Shit of Man», título fantástico para una canción, es uno de los temas más atractivos de XVIII. Un gran trabajo de guitarra melódica y de voz, que da como resultado el tema más puramente rockero incluido en este larga duración. Especial mención a ese coro tan pegadizo.
Una de las pistas más cortas del álbum es «Oath», su primer single, que rompe rápidamente con todo. Un tema directo y sin concesiones, pero que pierde fuerza a medida que transcurren los segundos. El tema viene acompañado de un videoclip en el que la banda vuelve a rendir homenaje a Morris con ese bajo apoyado contra el amplificador… que nadie toca.
«I know your works. You are neither cold nor hot. So because you are lukewarm, I will spew you out of my mouth. You can build your filthy world without me.»
A estas alturas del álbum, uno ya habrá podido notar que se trata de un trabajo musicalmente explosivo e impredecible. Es en la sexta canción, «Spit», donde las cosas comienzan a llegar a unos extremos absolutos de una rabia alimentada, esta vez, por la figura de William «Bill the Butcher» Cutting, interpretado por el siempre genial Daniel Day-Lewis, de la icónica Gangs of New York (2002).
«Picture Perfect» continúa por esa misma línea de falsedad y complacencia ya trazada por su predecesora. Ambos temas representan un pesado asalto a los sentidos y a la actual sociedad. Estamos en la cima de este álbum. Los versos «Picture perfect with your rock cocaine. Smoking glass, ain’t got no shame» podrían perfectamente trasladarnos treinta años atrás en el tiempo y dejarnos caer en medio del Sunset Strip, en plena ebullición glam. De ahí, de esa época y de ese lugar, es de donde los chicos de Eighteen Visions han venido mamando hasta convertirse en lo que son hoy en día. Clásico.
-You look like a clown in that stupid jacket.
-This is a snakeskin jacket! And for me it’s a symbol of my individuality, and my belief… in personal freedom.
-Asshole…
Sailor Ripley, personaje interpretado por Nicholas Cage en Wild at Heart (1990) abre «Fake Leather Jacket», una canción que tira por unos derroteros algo más comerciales y mainstream, precisamente para criticar esto mismo, pues de eso va el tema, de esos «sadist, corporate rapists» que se sacian con tu sangre y esfuerzo. Aún siendo una canción «de las lentas», no deja de tener el punch que tienen sus predecesoras. Una concesión, podríamos decir, de cara a la galería.
«For This I Sacrifice» cierra este trabajo. Se trata de una canción de amor baste poco convencional… como no podía ser de otra manera. A pesar de las luchas inherentes con las que nos toca lidiar en esta vida tan (en ocasiones) complicada, siempre habrá alguien que se sacrificará por la confianza y por el amor, tal y como Hart nos enseña.
Eighteen Visions están de vuelta después de un hiato que ha durado algo más de una década… y no nos han decepcionado. Han escrito el álbum que sus fans tanto esperaban. Con una mezcla perfecta entre su anterior sonido más duro y explosivo y sus años más melódicos posteriores, XVIII es una grata sorpresa para los fans de toda la vida y, para los recién llegados, un buen momento para empezar a seguirles. No han inventado nada nuevo, pero sí se han reinventado a sí mismos. Es muy fácil que este álbum te atrape, especialmente si eres tolerante a los sonidos más irregulares y abrasivos del metalcore. Es bueno tenerlos de nuevo por aquí. Posiblemente, estemos ante uno de los mejores discos de hardcore/metal de este año 2017.
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.