Los fans del metal progresivo más o menos moderno no nos podremos quejar de lo que nos están deparando estos primeros meses de 2023. En pocas semanas han ido pasándose por nuestras salas bandas como Dream Theater, Katatonia o Leprous, y en los próximos días nos tienen que caer aún titanes como Devin Townsend o, en su vertiente más extrema, cosas como Archspire, Revocation o Ne Obliviscaris. Ni tan mal para un estilo que pareció alcanzar su pequeño cénit de popularidad hace unos pocos años y que, a pesar de ya no estar quizás tan en boga (entre comillas) como lo estuvo entonces, sigue ofreciéndonos propuestas rebosantes de infinita calidad para continuar fidelizando a todos aquellos que vibramos con ellas.
Hoy era otro de estos días grandes, con dos de las bandas mas indudablemente en forma de este panorama progresivo compartiendo cabecera en un cartel doble más que resultón. Los americanos Between the Buried and Me y los ingleses Haken gozan de un bagaje y una reputación sobradamente consolidadas en el mundillo, sus propuestas encajan a la perfección entre ellas y, además, ya saben lo que es girar juntas. Pero si hace unos años eran los primeros los que ejercían de reclamo principal, en estos últimos tiempos la banda liderada por Ross Jennings y compañía parece haberles relevado en esta posición gracias a una serie de discos realmente convincentes y a una solvencia en directo cada día mas incontestable.
Lo que son las cosas, y siendo Between the Buried and Me una banda que siempre me ha flipado en estudio, las tres veces que los había visto sobre un escenario hasta hoy me habían producido una sonora y casi devastadora decepción. La primera de ellas creo que fue en uno de los primeros Be Progs, con un sonido verdaderamente infernal que les hizo firmar el peor concierto que yo haya visto en ese sagrado recinto (una opinión con la que coincide hasta el gran jefe de ese añorado festival). La segunda fue en Bruselas, con estos propios Haken barriéndolos sin ningún tipo de piedad desde su condición de teloneros. La tercera fue completando un cartel brillante en el que también estaban Devin Townsend y Leprous, y ambos les pasaron una vez más por encima. Tres hostiazos contra la misma piedra son suficientes para bajar del burro, incluso, al hombre mas tozudo del mundo, así que harto de decepciones me planté ahí y renuncié a asistir a su último concierto en esta misma Salamandra. Concierto que, fíjate tu que cosas, resulta que fue espectacular hasta el punto que algunos lo calificaron incluso de “il mijir piti quincirti qui hin visti in sis vidis”. Manda huevos la cosa.
Mi evolución con Haken, en cambio, ha ido totalmente de menos a más. No hay duda de que discos como Visions y The Mountain me gustaron notablemente (aunque sin estridencias), pero diría que no fue hasta su anterior Virus cuando me atraparon a lo bestia de verdad. Las dos veces en las que los había visto en directo, eso sí, me dejaron patidifuso, y por ello (y sobre el papel), su presencia era el gran reclamo que hizo que me acercara hoy hasta aquí a tope de ganas de darlo todo. En cambio, y a la hora de la verdad, lo que ocurrió es que BTBAM me hicieron estallar la cabeza con un repertorio lleno de canciones que conocía pero que tampoco dominaba a la perfección, mientras que Haken no alcanzaron a agarrarme de todo por el pescuezo a pesar de tocar mi disco favorito suyo casi entero. ¿Qué cosas, verdad?
Cryptodira
Como si estuvieran esperando mi llegada, tan pronto entré en la sala (y comprobé que, de nuevo, el número de redactores acreditados para hoy era sorprendentemente bajo – abnegados medios metalicos barceloneses, ¿ande estáis ultimamente? – ), los americanos Cryptodira se subieron al escenario ante una modesta cantidad de gente que se repartía a lo largo y a lo ancho de la pista con una actitud, aún, bastante lánguida y pasiva. Y eso que visto lo visto en estas últimas semanas, el horario de hoy era más que decente (la cosa empezó a las siete y media), así que supongo que los que no se esforzaron en venir temprano lo hicieron por puro desconocimiento de qué les podían deparar estos chicos. Porque la propuesta de estos cuatro chavales de Long Island, NY encaja como un guante con los dos cabezas de cartel de hoy, de forma que cualquier fan de Haken o de BTBAM puede disfrutar de ellos sin demasiado esfuerzo. Encajan tanto, en realidad, que a veces me parecieron un pelín plagio y todo.
Aún y teniendo que hacerse un sitio entre las tres baterías ya montadas encima del escenario (una para cada grupo), no me dio la sensación de que los americanos estuvieran especialmente apretados en ningún momento, y de hecho se les vio bastante cómodos en la media hora pelada de la que dispusieron para intentar convencernos de las bondades de su música. Pero a pesar de ser unos maquinotes en lo suyo y de sonar aceptablemente bien (de menos a más, y eso que la batería nunca acabó de brillar del todo en este sentido), diría que no acabaron de enganchar a la mayor parte del creciente público que, poco a poco, iba rellenando los huecos que se abrían en la pista.
A mí no me desagradaron para nada, ojo, y creo que tienen un buen puñado de excelentes canciones, pero me resultó curioso que una banda tan elaborada y pretendidamente personal como ellos acabara sonándome tan demasiado familiar demasiadas veces. Porque no me digáis, por ejemplo, que un tema como “The Blame for Being Alive” (que me parece un temazo como la copa de un pino) no es un homenaje descaradísimo (e incluso algo exagerado) a los propios Between the Buried and Me. Es posible que si éstos no fueran a tocar justo después no se notara tanto, pero siendo así la cosa me resultó bastante cantona.
Pero sea como fuere, a mí estos Cryptodira (un sustantivo que, por cierto, hace referencia al suborden de los reptiles en el que se incluyen la mayor parte de tortugas) me parecieron una banda muy capaz que cumplió perfectamente con su objetivo de abrir con sobrada dignidad una gira que les viene como anillo al dedo. Además, su final a base de riff épico y ultra jebi (el que cierra “Something Other than Sacrifice”) no dejó de despertar un cierto cosquilleo de placer en mi interior, dejándome totalmente satisfecho y preparado (o eso creía) para saborear los dos platos fuertes de la noche como se merecen.
Setlist Cryptodira:
Dante’s Inspiration
Ontology of Pain
The Blame for Being Alive
Hyperwealth
Something Other than Sacrifice
Between the Buried and Me
Pero por mucho que se lo curraran los buenos de Cryptodira, y por mucho que los breves quince minutos de parón entre bandas estuvieran deliciosamente amenizados por el “Sexy Boy” de Air y por otros hitazos del pop electrónico meloso y facilorro de principios de los dosmiles, creo que no andaba yo mentalmente preparado del todo para el bolaco espatarrante que se iban a pegar los señores de Between the Buried and Me. Ya os he dicho antes que no las tenía todas conmigo tras las sucesivas decepciones que me había llevado en el pasado, pero esta vez su descarga me dejó totalmente ojiplático y con una sonrisa estúpida e incrédula en los labios.
Claro que si uno empieza su concierto en tromba y con un temarral tan absolutamente descomunal como es “Extremorphile Elite” (The Parallax II es sin duda uno de mis discos favoritos de esta banda), logrando además sonar como un puto cañón desde el minuto uno, pues ya tienen muchísimo ganado. Tras unos segundos de despiporre instrumental, el carismático Tommy Giles Rogers saltó con todo al escenario para acompañar la locura sónica existente con sus particulares guturales (en un tono que a mí siempre me ha parecido como un poco artificial) y sus florituras al sinte. Las noticias que nos llegaban decían que el vocalista americano no iba a estar en esta gira (o en la mayor parte de ella) y que la banda se disponía a girar con sus pistas pregrabadas, lo que a priori podía parecer un poquito (muy) destrempante. Pero a la hora de la verdad pudimos disfrutar de Between the Buried and Me al completo, y la verdad es que fue un auténtico pasote.
La demostración definitiva de que estos chavales no son de este mundo y de que a nivel técnico lo suyo es algo absurdo se pudo confirmar cuando, al poco de empezar con el segundo tema de la noche, algo no acabó de funcionar bien con la guitarra de Paul Waggoner. En vez de dejarnos esperándonos y que se nos bajara el chutazo de energía que nos había insuflado el primer tema (no sé si he hecho suficiente énfasis en que “Extremorphile Elite” es una auténtica animalada y que, ademas, sonó de puto lujo), se tiraron el rato que fuera necesario improvisando una jam de bajo y batería que nos permitió seguir chasqueando los dedos mientras apreciábamos lo buenos que son y lo sobradísimos que van. Yo entiendo que la propuesta de esta gente no tiene por que ser del agrado de todo el mundo (es evidente que accesible del todo, pues no es), pero creo que cualquier aficionado a la música con un mínimo oído por lo extremo (o incluso sin él) sabría apreciar la infinita calidad, originalidad y habilidades musicales de estos chavales.
Una vez solucionados los problemas técnicos, se lanzaron con la tremenda “Revolution in Limbo”. En su momento me pareció fascinante que la banda tuviera los santos cojonazos de animarse a publicar una secuela explicita de Colors (probablemente su álbum más universalmente aclamado), y más aún que les saliera el discazo que les salió. Pues en directo todas estas canciones (muy protagonistas hoy, como debe ser – y yo que me alegro) sonaron igual de maravillosas. De hecho, el secreto del éxito del bolarracal que se marcaron hoy Between the Buried and Me estuvo, sencillamente, en el hecho que fueron capaces de hacer sonar su directo al mismo nivel que sus discos de estudio. Y como van más que sobrados de piezas motivantes y abracadabrantes, con esto bastó y sobró para enloquecer al más pintado, ya que se trata de una de esas bandas que, cuando suenan bien, te arrancan carcajadas histericas con sus ritmos imposibles y sus súbitos y continuos cambios de registro, intercalando su metalcore burro / death metal progresivo con jazz, latinadas y momentos circenses de electroswing a lo Parov Stelar o Caravan Palace.
“Fix the Error” y “Never Seen / Future Shock” siguieron dándole merecida caña a su último disco, pero fue con el dueto “Dim Ignition / Famine Wolf” y su estribillaco pegadizo (discarral tambiéen, ese Coma Ecliptic de 2015) que me acabaron de volver loco y me agarraron un poquito más fuerte de los huevos para no soltarme hasta el pitido final. Por suerte, el parón técnico no afecto a la duración del concierto ni a la configuración del repertorio, y no nos escamotearon ninguna de las canciones que llevan tocando durante toda la gira. Huelga decir que este ha sido el mejor bolo (muy de largo) que he visto yo nunca de Between the Buried and Me y que, como no soy una persona rencorosa, ello me reconcilia sobradamente con su directo. Pero al expresarles mi incontenida y casi lacrimógena emoción a varios conocidos que pululaban por la sala tras el concierto, me contestaron que sí, que había estado muy bien, pero que lo de la última vez (si, esa a la que yo no vine) sí que fue para cagarse de verdad. Anda e iros a pastar. :’-(
Setlist Between the Buried and Me:
Extremorphile Elite
Revolution in Limbo
Fix the Error
Never Seen / Future Shock
Dim Ignition
Famine Wolf
Bad Habits
The Future is Behind Us
Voice of Trespass
Haken
Pues si hace unos años fue exactamente al revés, ahora los que tuvieron que lidiar con el marrón de igualar un bolaco descomunal de sus teloneros fueron los británicos Haken, indudables cabezas de cartel y favoritos mayoritarios del respetable, que a pesar de ser bastante heterogéneo me atrevería a decir que tendía un poquito más hacia la vertiente más clásica del prog metal que (con matices) representan los londinenses. En lo personal, hace como seis años (¿o quizás más?) que no les veía, y la realidad es que desde esa gira presentando Affinity no han hecho más que crecer en mi escala de gustos y preferencias. En particular, su disco Virus me pareció absolutamente descomunal, y a la que me enteré que este álbum es precisamente el encargado de protagonizar la mayor parte de su repertorio actual, no pude evitar que el hype se me subiera por todo lo alto.
Aquellos que en su momento los calificaban sin miramientos de clon de Dream Theater se han tenido que ir callando con el tiempo, porque si bien es innegable que existe una cierta similitud entre ambas bandas (y que por algo los miembros de Haken fueron los acompañantes de Mike Portnoy en ese engrescador proyecto llamado Shattered Fortress en el que revisaba sus mayores contribuciones con los Petrucci boys), también me parece evidente que la banda liderada por Richard Henshall y Ross Jennings hace ya muchos años que se está labrando su propio estilo, bebiendo de multiplisimas influencias para crear un sonido bastante inconfundible que les esta encumbrando, álbum tras álbum, al olimpo cualitativo y mediático del prog metal contemporáneo.
Tras otro cambio de trastos rápido y eficiente, el escenario se despejó por completo para que los seis miembros de Haken se lo hicieran suyo durante la siguiente hora y pico. El estampado alegre y floreado de la batería lucía a juego con el gran telón que tapizaba el fondo de la sala, y las sonrisas entre el público se multiplicaron cuando, bajo los primeros acordes enlatados de “Prosthetic”, los componentes de la banda fueron entrando uno a uno (y ya sin el concurso del divertido teclista Diego Tejeda) uniformados con camisas de corte hawaiano con el mismo patrón verdirrojo que vemos en el papel de la pared que decora la portada del ultimo disco de la banda, un “Fauna” recién salido del horno y que la gente no tenia aún demasiado interiorizado. Una camisa de la que, por cierto, se habrían quedado sin existencias en menos de lo que canta un gallo si hubieran tenido la obvia buena idea de haberla vendido en el puesto de merch.
Echando un vistazo alrededor, quizás no había tantísima gente como uno podría pensarse teniendo en cuenta el tirón que pienso que tienen, y a la hora de la verdad acabamos llenando media sala larga sin estar particularmente apretados. Eso sí, lo que quedo inmediatamente claro es que Haken ejercían de evidente cabeza de cartel, con la gente coreando sus múltiples melodías pegajosas y mostrando un indisimulado entusiasmo por todas y cada una de las canciones que decidieron interpretar. Sorprendentemente, su anterior Virus fue el gran protagonista de la noche en detrimento del disco que, teóricamente, venían a presentar. Sonaron hasta ocho canciones de este disco (cuatro, si juntamos los cinco pasajes de “Messiah Complex” en uno solo), cosa que a mí me pareció una grandísima idea, pero a lo que no le vi mucho sentido del todo.
Pero tras la voluntariosa interpretación de la inicial y decidida “Prosthetic” y de la leprousera y maravillosa “Invasion”, vi que algo no acababa de ir del todo bien. No sé si se trataba del bajón post bolazo de BTBAM, de que empezaba a acumular cierto cansancio después de un día laboral muy mejorable o de un sonido tirando a regulinchis que pecaba de sobresaturación, pero extrañamente no logré conectar del todo con estos dos temazos. Y claro, la interpretación de un “The Alphabet of Me” (ahora sí, primera concesión a su nuevo trabajo) que me resulto un poquillo insulsa a pesar de los “oh oh ohs” entregados del público, no hizo sino alejarme un poco más (repito, para mi sorpresa) de lo que ocurría sobre el escenario. Y es que Haken me gustan probablemente mas que Between the Buried and Me (con matices), pero hoy me atraparon claramente mucho menos.
Que las elecciones de sus discos “antiguos” no fueran las que hubiera elegido yo (“Falling Back to Earth” de The Mountain es un temarraco, pero se me ocurren unas cuantas que me gustan más de Affinity que “The Endless Knot”) no ayudó volver a sus brazos, pero a pesar de ello quedó clarísimo que los miembros de la banda son auténticos animales en lo suyo. Ross Jennings ejerce con entrega de verdadero amo del cotarro y, ataviado con sus pantalones cortos y a lomos de la estima casi incondicional que le profesa la gente, aparenta tener más carisma del que realmente creo que tiene. Henshall y Charles Griffiths, con sus ya icónicas guitarras sin pala, dan una masterclass a las siete cuerdas en cada canción, mientras que la poderosa sección rítmica es un auténtico disfrute de ver y escuchar.
Debo decir que aún no le he pegado toda la caña que se merece a Fauna, pero todo apunta a que se trata de otro discazo bien importante. Eso sí, los temas que tocaron hoy (que fueron los tres adelantos) me dejaron peligrosamente frío. Ni “Taurus” ni “Lovebites”, muy accesibles y melódicas, me acabaron de excitar del todo, y no fue hasta que arrancaron con el prometido y esperado final apoteósico made in Virus que no conseguí conectar al 100%. ahora sí, con el concierto. Y es que un cierre protagonizado por la espectacular “Carousel” y la bacanal desbocada que es “Messiah Complex” es realmente cosa seria. La primera es, quizás, mi tema favorito de la banda (poca coña con esto), pero lo de la segunda no tiene nombre. Las cinco partes que forman este complejo de mesías son el epítome de lo que es capaz esta gente, y mas allá de parecerme una auténtica obra maestra llena de elegantes referencias a toda su carrera, creo que en directo acabó sonando (¡por fin!) como los ángeles. Un temarral (¿o cinco?) como una casa que me pareció, de largo, lo mejor de la hora y cuarto en la que los chavales de Haken estuvieron sobre el escenario.
Hubo un pequeño estasis tras su interpretación, y los oh oh ohs finales se acabaron mezclando con aplausos y con oeoes honestos y llenos de sinceridad que demostraron que la gente disfrutó de lo lindo con el concierto. Y yo que me alegro, por supuesto, pero no deja de ser una pena que no pudiera vivirlo personalmente con el mismo convencimiento que ellos, sobre todo teniendo en cuenta que, a priori, todo estaba a favor para que así fuera. No os penséis que el concierto de los británicos me pareció flojo, porque no lo fue en absoluto, pero ya sea por las elevadísimas expectativas que tenía en él, por la comparación con el bolaco descomunal de los teloneros o por mi propio estado mental y físico, pues la verdad es que no acabó de ser todo lo espectacular que podría haber sido.
Pero bueno, una vez más, mi opinión y mi impresión no dejan de ser una entre muchas, y no empañan en absoluto el hecho de que Ross Jennings y los suyos siguen creciendo disco a disco y concierto a concierto. Y que la velada de hoy, con unos Cryptodira mas que dignos y unos BTBAM sencillamente espectaculares, puede ir fácilmente a los anales de la historia del prog metal moderno en la ciudad de Barcelona. Es posible que el estilo haya perdido un poco el fuelle a nivel de popularidad del que gozaba hace unos pocos años, pero a su paso ha dejado un montonazo de fans de verdad que disfrutan (disfrutamos) como gorrinos en lodazal de sus ritmos imposibles y sus cambios descacharrantes. Y por muchos años.
Setlist Haken:
Prosthetic
Invasion
The Alphabet of Me
Falling Back to Earth
Taurus
The Endless Knot
Lovebite
Carousel
Messiah Complex I: Ivory Tower
Messiah Complex II: A Glutton for Punishment
Messiah Complex III: Marigold
Messiah Complex IV: The Sect
Messiah Complex V: Ectobius Rex
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.