Siempre he sentido especial predilección por este tipo de bandas de hard rock enérgico rollo Backyard Babies, Hardcore Superstar, Gluecifer o Turbonegro. Quizás no suelen tener un papel exageradamente protagonista en mi rotación musical habitual, pero siempre que vuelvo a caer por un motivo u otro en sus fauces me engorilan con suma facilidad. De todas ellas, y dejando de lado a mis adorados niños del patio trasero, Danko Jones son quizás una de las que más firmemente he seguido a lo largo de los años por su habilidad de mantenerse cómodos tanto en la esfera hard rockera como en la punk, por el mojo descomunal que exuda su carismático líder y por la solidez permanente que muestran en todos o casi todos sus discos, de los que siempre se pueden extraer un buen puñado de himnos de esos que te reconcilian con el rock por muy abandonado que lo tuvieras.
Por una cosa o por otra, lo cierto es que nunca había tenido la oportunidad de ver a los canadienses en directo, en parte porque tampoco es que se prodiguen demasiado por estos lares, especialmente como cabezas de cartel. De hecho, hacía más de una década que no venían liderando su propia gira, y sus últimas visitas a nuestra ciudad habían sido como teloneros de Volbeat y Baroness en ese día del solape final (12 de octubre de 2019) en el que medio mundo decidió venir a tocar a Barcelona, y en la fiesta que organizó la afición del Athletic de Bilbao en Montjuïc en motivo de la final de la Copa del Rey de 2015 (un concierto que, por cierto, y si no recuerdo mal, coincidió con la presencia de AC/DC en el Estadi Olímpic).
Tras años de conciertear como si no hubiera mañana y de dejarme caer por todas las salas que me permitía mi apretada agenda, últimamente estoy en una época en la que he decidido ir solo a aquellos conciertos a los que realmente quiero ir de verdad. Para decidir cuáles son los elegidos no me baso en nada más que en la ilusión subjetiva que me provoca la idea de ir, y lo cierto es que tan pronto vi el anuncio de la gira de Danko Jones sentí la absoluta urgencia de apuntarlo en rojo en mi calendario, listo para quitarme una espinita y seguro de que nos iban a regalar una noche de sudor, actitud, bailoteos y morritos a raudales.
Como yo, un buen puñado de rockeros que en su inmensa mayoría ya habían superado los cuarenta se amontonaban en las aún distópicas nuevas cercanías de Razzmatazz con ganas crecientes de entregarse al pegajoso rock and roll que nos acostumbra a ofrecer el trío canadiense. Acostumbrados como estamos a los nuevos horarios, resulta extraño no tener que correr con un petardo en el culo hacia la sala porque los primeros teloneros empiezan a la hora de la merienda, y aunque esos carteles con cuatro o cinco bandones son bien disfrutables, la verdad es que también es de agradecer el poder gozar de un bolo al uso con un par de bandas y que empiece a las ocho y media.
The Lizards
Cuando entré en la sala a falta de pocos minutos para el inicio del programa de hoy, aún había muy poca gente agolpada ante el escenario. Ello me dio tiempo a darme un garbeo por la zona de merchandising, dónde pude comprobar que las camisetas de bandas internacionales no tienen porqué valer 35€ tal y como se han encargado tristemente de normalizar la mayoría de los grupos que nos visitan. Por 20€ te podías agenciar una sencilla pero elegante zamarra de los protagonistas de la noche (cosa que hicimos tanto yo como mucha más gente que, oh sorpresa, compra con más alegría si no tiene que empeñar un riñón para hacerlo), mientras que por 17 podrías mostrar orgullosamente en tu pechera el odio que The Lizards sienten por ti y por todo quisqui que te rodea.
Si ya venía ilusionado de serie con la vista de Danko Jones, el anuncio de que el trío barcelonés The Lizards iba a ejercer como grupo de apoyo acabó de sacarme la sonrisa del todo. Y es que la banda liderada por Carla Santacreu es una auténtica garantía en directo y encaja a la perfección con la propuesta de nuestros cabezas de cartel de hoy. Profetas en su tierra y fuera de ella, este energético combo cuenta con el sólido y creciente beneplácito del rockerío barcelonés, y por eso cuando llegó puntualmente la hora de su salida a escena, la sala se llenó casi de golpe hasta ofrecer un aspecto verdaderamente magnífico.
Colocados casi en fila delante de la plataforma que ocupaba la batería de Danko Jones, el trío formado por Carla, Edgar y Judith no escatimó ni un ápice de energía en la escasa media hora de la que dispusieron para calentar el ambiente y convencernos de sus más que evidentes bondades. Mientras Edgar Beltri (que como sabéis dobla también como líder de los nuevos thrasheros barceloneses Terminal Violence) aporrea la batería con una fuerza y contundencia encomiable, Judith se sacude de un lado a otro con su Rickenbacker a cuestas y su aire inequívocamente ramonero. Carla, por su parte, mantiene una posición más estática, pero su sonrisa vacilona y su irresistible voz rasgada completan un combo con muchísimas tablas y un carisma notable que nos fue atrapando más y más a medida que avanzaba el concierto.
Lejos de querer centrar el repertorio de hoy en su último disco Fake Reality (2022), The Lizards nos ofrecieron una pequeña degustación de lo mejor de su carrera. Unas sirenas policíacas de peli ochentera abrieron el camino para la punkarra “Burning City”, un temazo bien bailongo que puso a todo el mundo a sacudirse desde el primer momento. Su resultona mezcla de punk y hard rock lleno de melodías pegadizas, estribillos motivantes y coros a tutiplén se fue desplegando con canciones como “Beware”, “Dead City” (éste sí, primer single de su nuevo disco) o la macarra e infecciosa “I Told You So”, cosa que no hizo más que incrementar paulatinamente la comunión entre escenario y pista.
“Fake Reality” baja ligeramente las revoluciones sin disminuir la contundencia ni lo más mínimo, y después de que Carla rompiera una cuerda que decidió no cambiar porque en realidad (según ella misma dijo) no la toca nunca, se enzarzaron con el que es probablemente mi tema favorito de esta banda, “Everybody Sucks”. No sé si mucha gente comparte esta opinión, pero lo que está claro es que no fui ni mucho menos el único en corearla y en ovacionarlos efusivamente tras su interpretación. Y es que el single principal de su anterior Inside Your Head (2019) es un puto temazo épico y rebosante de rabia y actitud que en directo multiplica su fuerza y se erige irremediablemente en todo un punto álgido de la noche.
Con la ayuda de un sonido definido y poderoso, de una actitud auténtica y enérgica y de una puesta en escena sencilla, honesta e impecable, The Lizards se acercaron al final de su breve descarga con la también tremenda “What I Am”, finalizando con la antémica y motörhediana “Twisted Mind” que levantó los últimos y merecidos aplausos que pusieron el punto y final a treinta minutos exactos de concierto que supieron a muy poco. Los barceloneses no han inventado nada con su música, pero su directo es todo un disfrute que hará hervir la sangre de cualquiera con un poco de conexión con el rock and roll. Un acierto su inclusión en el día de hoy y una alegría ver cómo se consolidan tanto dentro como fuera de nuestras fronteras como el bandón que son.
Setlist The Lizards:
Burning City
Beware
Dead City
I Told You So
Fake Reality
Everybody Sucks
What I Am
Twisted Mind
Danko Jones
Contentos y motivados como estábamos tras la excelente descarga de The Lizards, aún había más ganas de que Danko y sus compañeros saltaran al escenario y nos apabullaran sin piedad a base de himnos del rock and roll. Y así se hizo, porque los teloneros desmontaron en un plis y los técnicos de la banda canadiense se aseguraron que el sonido iba a ser perfecto en un plas, así que cuando aún teníamos todos a medias la cerveza adquirida en masa en el entreacto, el trío formado por Rich Knox, JC Calabrese y el inigualable señor Danko Jones apareció ante la gran pancarta con su nombre para disponerse a inaugurar su reino triunfante de hoy.
Su nuevo disco, Electric Sounds, no estará en nuestras manos hasta septiembre de este año, pero el único single que hemos podido escuchar hasta ahora es un pepinazo ideal para empezar cualquier concierto. Y es que ese “Guess Who’s Back / Me, motherfucker!” que escupe Danko rodeado de guitarrazos te desarma en cuestión de segundos y te agarra por los huevos para no soltarte durante la hora y pico que va a durar la actuación de los canadienses. Rápidamente también constatamos que los técnicos habían hecho un gran trabajo, ya que la banda sonó nítida y contundente desde el primer acorde, ayudando así a que la sala se pusiera de cero a cien antes de que puedas decir “motherfucker”.
El repertorio escogido para la primera parte del concierto me pareció una auténtica maravilla, y la brutal “I Gotta Rock” (buah, menudo temón) y su estribillazo gritón e irresistiblemente festivo me pusieron a desgañitarme como un poseso antes, aún, de lo que me esperaba. “I’m in a Band”, por su parte, sacó el cowbell a relucir y mantuvo la intensidad de la sala muy cerca del techo. Y es que cuando una banda dedica la mitad de sus canciones a glorificar el rock and roll sabes que tienes ante ti una banda que ama lo que hace y que se cree a pies juntillas su misión encima del escenario. Eso se nota en cada instante y en cada canción, con sonrisas y guiños constantes a un público que se acabó de soltar del todo con la interpretación de “First Date”. Aún y tremenda en lo musical, esta canción siempre me ha parecido un pelín tontaina a nivel lírico, cosa que no impidió que se revelara como el primer gran clásico que sonó hoy y que fuera coreada masivamente por el público que abarrotaba los dos tercios frontales de la sala.
Por si no teníamos suficiente con el atractivo de los temarrales que nos estaban obsequiando, el mojo y el carisma absolutamente desbordante de Danko debería acabar de hacernos rendir a sus pies. Gritando como un poseso y haciendo uso de abundantes y expresivas muecas cada vez que se dirige al público, el vocalista canadiense se mete a todo el mundo en el bolsillo con su hilarante vehemencia y su magnética y poderosa actitud. Tampoco hubo tantos parones en los que se pusiera a hablar con nosotros, pero cuando lo hizo se explayó a gusto, no dejó indiferente a nadie (de los que le entendieron, claro) y arrancó sonrisas y carcajadas por doquier.
Más allá de dorarnos la píldora para decir que el de Barcelona siempre es el show del año, que debería tocar aquí siempre en diciembre porque sino el resto de conciertos son una decepción y que bla bla bla, resultó especialmente divertido cuando recordó que a pesar de que ya habían tocado en esta misma sala a principios de los dosmiles (como teloneros de Backyard Babies), su nombre no aparecía en el gran mural que hay justo delante del baño y que muestra todas aquellas giras que han pasado por aquí. Esto le indignó sobremanera, y cuando alguien le hizo notar que tal vez,ahí solo estaban representados los cabezas de cartel, conminó a la gente de Razzmatazz a que se asegurara de apuntar que Danko Jones estuvo aquí en 2023.
Tal es la magnitud de la figura del líder de la banda que el resto de componentes quedan en un tercer o cuarto plano por mucho que sean parte imprescindible de su sonido y que hagan lo posible para intentar interactuar también con la gente. Pero claro, cuando incluso el propio grupo se llama como él como si fueran unos Bon Jovi de la vida, pues está claro quién debe ser el protagonista y el verdadero macho alfa del cotarro. Ante los gritos generalizados de “¡Dan-Cojones! ¡Dan-Cojones!”, el bueno de Danko se sacó un “When I am in New York, I am Danko Jones, when I am in London, I am Danko Jones. When I am in Berlin, I am Danko Jones, but when I am in Barcelona, I am Dan Cojones!!”. Y todo el mundo a partirse, claro. Es que le tienes que querer.
A pesar de ser un tema relativamente nuevo, “Lipstick City” es otra de mis grandes debilidades, y su interpretación ayudó a que me entregara un poco más aún a la causa. Pero es que me lo pusieron bien fácil, joder, porque en estos primeros compases del concierto decidieron empaquetar algunas de mis más predilectas piezas de su catálogo. La magnífica y vacilona “I Think Bad Thoughts” es, cómo no, otra de ellas, y ayudó a que siguiéramos atrapados en un espiral de sudor, morritos y puños al aire mientras Danko salivaba al anunciar todas y cada una de las amenazas que soñaba con consumar.
Una veloz, potente y gritona “Sugar Chocolate” dio paso a la celebrada “Code of the Road” y a la tremendísima “The Twisting Knife”, uno de los más grandes temazos de ese maravilloso Fire Music (2015) que creo que no recibe tanto amor como merece. Personalmente, en su momento viví una pequeña obsesión con este disco, y en mi opinión viene repleto de temones potentísimos que ni tan siquiera la propia banda ha sabido valorar. Las primeras notas de su riff inicial me pillaron en la barra, pero a la que por fin tuve mi cerveza en la mano, me apresuré a dejarme las cuerdas vocales acompañando su fabuloso estribillo, sus épicos coros, su solo vacilón y sus constantes breaks de batería. Brutal. Temazo. Bravo.
La versión reducida de “You Are My Woman” fue, quizás, el primer momento de respiro que tuve en medio de tal abrumadora colección de temarrales, y es que si bien este corte no está del todo mal, sí que me palidece un poquito ante lo que hemos ido escuchado hasta ahora. Tras ella, una resultona “Flaunt It” precedió al grandísimo dúo formado por la socarrona “Full of Regret” y la formidable “Had Enough” (con su muy metálico riff inicial, su aire punk rock melódico y su sucesión de pasajes de puño en alto), dos de las canciones más destacadas e inspiradas de su celebrado Below the Belt. El público respondió especialmente bien ante ellas, y la verdad es que no hay para menos.
Las dotes de seductor de Danko alcanzaron sus máximas cotas con “Lovercall”. Con un bajo muy protagonista, el vocalista canadiense aprovecha para dejar su preciosa Les Paul blanca de lado y sacar a relucir sus susurros, sus golpes de cadera y su larguísima lengua, aparentemente impresionante en su flexibilidad y serpenteísmo. Por resumir el tema, el comentario que se oía a mi alrededor (y del que fui parcialmente partícipe) era “Este tío debe follar un montón”. “Y además debe hacerlo muy bien”. Pues es muy probable.
La bailonga “My Little RnR” sirvió para cerrar el set principal entre un mar de puños alzados y de gente sacudiéndose al ritmo de su magnífico estribillo. Tras unos segundos entre bambalinas, los tres miembros de la banda volvieron al escenario para encarar la recta final del concierto, con Danko luciendo una camiseta del diseñador barcelonés Branca Studio que decía “Born to Lose, Live to Doom” (un lema que le pega poco porque el chaval tiene una pinta de triunfador que no puede con ella).
Más allá de que le quedaba un poco más anchilla y le favorecía menos que la ajustada camisa negra que había llevado hasta entonces, esto de la camiseta fue todo un detalle por su parte. Y no solo eso, sino que a parte de dedicarle unas palabras de elogio a Pol Abran, hubo un momento en que apuntó a alguien del público y lo reconoció como el batería de ‘77, una banda con la que compartieron algunos conciertos años atrás. ¿He dicho ya que se le tiene que querer? Pues eso.
Si hasta ahora el repertorio que nos ofrecieron había sido más o menos previsible, el bis contó con un par de sorpresas como fueron “Saturday” y la magnífica “Invisible” (que en su versión de estudio cuenta con la colaboración del gran John García de Kyuss). La elegida para cerrar fue la rápida y brevísima “Rock Shit Hot”, corte sucio y macarra perteneciente a su primer disco y que acabó de poner eso patas arriba y nos dejó con un sabor de boca magnífico mientras nos veíamos obligados a empezar a pensar en el regreso a casa.
Tan habituado como estoy a ir a conciertos de metal, a veces me olvido un poco de que pocas cosas pueden superar un buen bolazo de hard rock o punk rock facilón, pegadizo y lleno de energía. Danko Jones son unos maestros de esto, y su concierto esta noche en Barcelona estuvo perfectamente a la altura de lo que se espera de ellos. Por mi parte, lo disfruté como un auténtico gorrino, y me saqué de sobras la espina de no haberlos visto hasta ahora. Pero en lugar de relajarme, esto me ha creado una nueva necesidad: no perdérmelos ni loco cuando vuelvan a pasarse por estos lares. Espero que estéis todos allí.
Setlist Danko Jones:
Guess Who’s Back
I Gotta Rock
I’m in a Band
First Date
Lipstick City
I Think Bad Thoughts
Sugar Chocolate
Code of the Road
The Twisting Knife
You Are My Woman
Flaunt It
Full of Regret
Had Enough
Lovercall
My Little RnR
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Saturday
Invisible
Rock Shit Hot
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.