No querer a Rosendo es como no querer a tu padre. Sí, suena rotundo y lo afirmo. Puede sonar exagerado, pero viniendo de una persona que no puede definirse como ultra fan del de Carabanchel creo que es acertado y una definición del legado que ha dejado en sus 45 años de carrera.
Rosendo estuvo muy presente durante una época de mi vida, ya que algunos de mis amigos han sido, y son, fieles seguidores. Han sido muchos años de escuchar batallitas sobre el Viñarock y directos en Barcelona, y varias las ocasiones que por diversos motivos no he podido asistir. Pero vayamos al día del concierto que nos perdemos en la nostalgia.
El día 22 de diciembre lo teníamos marcado desde hace meses como una cita importante, el que a priori iba a ser el último concierto de la gira de despedida bien valía la ocasión, pero el hecho que programaran otro concierto al día siguiente no nos iba a quitar ese aura especial que envolvía el evento. ¿Tanto hubiera costado organizar el concierto en un recinto mayor? Viendo la respuesta en la venta de entradas no creo que hubiera sido nada descabellado.
Accedimos sin colas apenas veinte minutos antes que el hijo del anfitrión, Rodrigo, empezara su actuación. Iba a decir que empezó a calentar el ambiente, pero no, al menos yo no lo percibí así. Con apenas media grada llena (ocupa un lateral del Sant Jordi Club) y ni tan siquiera un cuarto de entrada completado Rodrigo y los cuatro músicos que lo acompañan (muy buenos por cierto) desplegaron sus canciones ante los pocos presentes.
Él sabe de la enorme responsabilidad que supone abrir para su padre y que las odiosas comparaciones van a estar ahí. Con una banda que seguramente en un escenario más pequeño la habríamos disfrutado mejor, la fusión de estilos que nos presentaban no acabó de enganchar al personal. Únicamente los temas más Reggae consiguieron captar nuestra atención y de los que nos rodeaban. Espero que en próximas giras consigan mayor éxito, ya que en esta ocasión noté que el escenario les quedaba grande. Una lástima.
Posiblemente notando que la actuación del bueno de Rodrigo no había causado el efecto deseado, decidieron poner en los altavoces a los siempre efectivos y admirados australianos. AC/DC animó a los que estábamos abarrotando el pabellón hasta que apagaron las luces para dar paso al Maestro, bien acompañado desde hace ya tantos años por Rafa al bajo y Mariano a la batería. Sin cruce de palabras nos atizaron con “Aguanta el tipo” como si nos retaran a lo que tenían preparado en las dos horas que teníamos por delante. El ambiente era nostálgico y festivo, habíamos varias generaciones mezcladas en el foso disfrutando bien de nuestro primer concierto o habiendo perdido ya la cuenta de los vividos. Ahí estábamos dejándonos la castigada voz (ya el día de antes había sufrido con Crisix) sin parar de bailar y saltar.
Como no había ocurrido con antelación, el escenario empequeñeció, las tablas se notan, es increíble que tres personas puedan comerse un escenario de esa manera y con esa contundencia. Posiblemente la escenografía con las pantallas de fondo y el buen sonido que acompañó en toda la noche ayudaron a que fuera memorable. No hubo fisura entre los tres músicos, Mariano, haciendo honor al reloj que adornaba el bombo, es una puta máquina de precisión, mientras que Rafa combinaba a la perfección el bajo y las voces en los estribillos sin parar de recorrer el escenario. Y Rosendo… ¡qué decir! Él dirá que le quedan pocos festivales, respetamos su decisión de retirarse, pero la energía que transmite no ha perdido fuerza, dejándose la piel y la voz en cada estrofa, electrizándonos con cada nota de su Fender.
Fueron cayendo los temas y la piel se nos puso de gallina. Destacar el “estamos con ustedes” que nos soltó después de interpretar “Muela la Muela”. Los gritos de “Viva la Revolución” sonaron con fuerza durante la canción. El momento álgido llegó con la versión de “No Dudaría”, en homenaje a su amigo Antonio Flores. Ver a nuestro hijo desgañitarse y disfrutar como el más veterano es algo que no tiene palabras. A partir de ahí no hubo descanso hasta que el Maestro decidió “descansar”, según sus palabras, con “No Son Gigantes” y “Mala Vida”.
Nos invitó a sus años de juventud con “El Tren”, es increíble el poder que tiene la época de Leño, para luego agitarnos con “Flojos de Pantalón”. El ambiente ardía, sonrisas y miradas de complicidad entre todos y alguna que otra felicitación recibimos al ver a nuestro hijo de doce años disfrutando así de una música ninguneada por los medios generalistas.
“Masculino Singular”, “Pan de Higo” y “Navegando” nos fueron dejando sin voz hasta llegar a la primera pausa antes de los bises. El corto descanso se nos hizo eterno y el sentimiento de que estábamos llegando al final pesaba.
Nos agradeció el estar ahí de la mejor manera, “Agradecido” hizo saltar a todo el mundo como si únicamente lleváramos ahí cinco minutos de concierto, “Maneras de vivir” y “Loco por incordiar” no pudieron faltar antes de una breve y sentida despedida y marchando por penúltima vez. Ésta vez sí, temiendo que se volvieran a encender las luces. Pero Rosendo, nos tenía preparado un último tema, bromeando sobre si podría llegar al concierto del día siguiente. Finalizaron con “¡Qué desilusión”, título que para nada reflejaba lo vivido esa noche.
Se marcharon y las luces se encendieron, ya no había vuelta atrás, nos dejaron con el cuerpo cansado y sudado, con el corazón dividido entre la felicidad del concierto vivido y la tristeza por la retirada y el merecido descanso de una persona que se ha dejado la piel en cada letra y en cada nota, dejando auténticos himnos que nos acompañaran siempre. Vi lágrimas en algún@s veteran@s que habían crecido con su música, y me acordé mucho de los amigos que me taladraron con sus batallitas. Pero estábamos felices por haber disfrutado de este momento.
No quiero acabar esta crónica sin incluir unas palabras que mi amiga Sílvia me escribió para completar lo vivido:
“Como si de un sueño se tratara, aún te veo allí, sencillo en el escenario, inundánonos con tu presencia. Nos hiciste disfrutar dándolo todo, algunos tardaremos en recuperar la voz que nos rompimos con tus canciones.
Nos llevaste de subidón en subidón pasando por las diferentes etapas de tu carrera. Si existe algo superior al Cielo o al Paraíso, anoche nos llevaste a todos. Y ahora, sintiendo ya nostalgia de ti, sólo me queda decir: ¡Qué grande que eres Maestro!”
¡AGRADECIDO!
¡Salud y heavy metal!
Setlist Rosendo:
Aguanta el Tipo
Por Meter Entre mis Cosas la Nariz
Cada Día
Muela la Muela
Cosita
El Ganador
No Dudaría (versión Antonio Flores)
Cuando
Cúrame de Espantos
No Son Gigantes
Mala Vida
… Y Dale!
Soy
Amaina Tempestad
Vergüenza Torera
El Tren (Leño)
Flojos de Pantalón
Masculino Singular
Pan de Higo
Navegando
—–
Agradecido
Maneras de Vivir (Leño)
Loco Por Incordiar
—–
¡Qué Desilusión! (Leño)
Amante del metal en su variedad de estilos. Vivo con la esperanza de poder llegar a viejo acudiendo a salas de conciertos y festivales. Si los rockeros van al infierno, que me guarden sitio y una cervecita.
Salud y Heavy Metal.