“Recuerdo haber escuchado el primer álbum de ELP cuando estaba en el instituto y el haberme quedado impresionado, especialmente por ese sonido del sintetizador Moog. Me parece que cuando “Lucky Man” llegó a ser una canción relativamente popular, gracias a que sonaba en las radios rockeras del momento, consiguieron abrir el prog a un público más amplio”. (John Boegehold de Pattern: Seeking Animals)
Dudo que haya existido o llegue a existir una banda más excesiva (en lo musical) y enorme que este trío, que nació como supergrupo y lo fue a todas luces. Músicos de leyenda juntos para llevarlo todo todavía más lejos, reinterpretando partituras clásicas y adaptándolas a sus inquietudes y extravagancias. Momentos solistas, algo de circo en las exhibiciones técnicas o la locura de irse de gira con toda una orquesta sinfónica. Con ellos se dio el pistoletazo de salida a que el progresivo llegara a todas las casas y que tuviera también su vertiente más comercial y accesible. Sería justamente con este homónimo Emerson Lake & Palmer cuando todo quedó fijado. Luego se iría más alto, más rápido o más fuerte, pero los postulados estaban allí, en ese primer disco.
¿La portada era para ELP?
Siempre ha habido cierta historia sobre ese pájaro sobre una clava. Se supone que esta pintura de Nic Dartnell iba para el grupo Spirit de Randy California y que la calva era de Ed Cassidy, su baterista. Estaba ya aceptada la hipótesis de que la cubierta iba para Spirit pues el título del disco casaba con su título… Pero su creador se ha ido desmarcando de todo ello apuntando que todo se creó para ELP. ¿El caso es que son demasiadas coincidencias, pero para qué nos tendría que mentir su creador después de tantos años? En el disco de Spirit había también un pájaro similar en una de las esquinas de la portada.
La música en mayúsculas
Gran culpa del éxito de este grupo fue el tema que cierra el disco, titulado como “Lucky Man”. Con él se demostraba que en el prog se podía navegar por terrenos muy accesibles y se podía crear una balada que convivía con música clásica reinventada. Acústica de Lake y con su voz bien arropada por unos bonitos coros. Palmer seguirá haciendo de las suyas en un segundo plano y sin buscar estridencias mientras que a Keith le tocan los solos perfectamente integrados a lo que se pretende. Como no podía ser de otra manera el mago del órgano grabaría el solo a la vez que estrenaba su nuevo Moog (o esa es la leyenda). Sólo necesitó esa toma. Al parecer esta baladita ya estaba escrita por Lake cuando tenía sólo 12 años.
Imposible no caer rendido ante el “filo de la navaja” y su hipnotizante riff tan deudor de los 60. Hay allí Cream, Hendrix o los Doors en un medio tiempo intenso e incluso pegadizo. Hay arrebatos veloces técnicamente soberbios. El tema está basado en “Sinfonietta” del autor Leoš Janáček. El viaje estelar a lomos del teclado de Emerson es brutal maltratando sus teclados sin piedad.
Abre el disco “Barbarian”, basada en otra composición clásica de Béla Bartók y el título del tema en su día fue utilizado para comparar lo que hicieron los bárbaros con los imperios civilizados con lo que hacían ELP con la música clásica: un saqueo. Hay parte de verdad en esto pues incluso Palmer, totalmente excesivo, arremete en un momento con un gong. Es una presentación instrumental de lo que está por venir. Luego en la extensa “Take a Pebble”, con tres actos diferenciados, será algo que harán recurrentemente hasta llegar a cotas de perfección. Aquí hay pasajes de todo tipo y lucimiento técnico absoluto.
De verdad que llevaron a lo progresivo a cotas insospechadas. Silencios totales y largos, juegos de texturas e intensidades, una mar arbolada de teclados y una batería, que, si te fijas, es toda una lección. Pasa de las mazas a las escobillas en un mismo tema, y lo hacía Palmer también en directo. A todo ello Greg Lake posee una voz perfecta para el proyecto combinando bajo, guitarra e incluso mandolina cuando se requiere.
La entrada de “The Three Fates” es puro ELP: teatral, grandilocuente y clásico. A nivel compositivo suenan libres, juegan con atonalidades y mantienen el poso clásico. Incluso hay momentos caribeños fundidos en instrumentos clásicos que terminan de forma abrupta en una de esas típicas bajadas de tensión del teclista. Es como si el mar de teclados, que parecía una central nuclear, explotara. Hay en “Tank” un primer acercamiento a lo que vendría después, y es ese mismo vehículo armado el que protagonizará su siguiente obra. Aquí hay piques entre teclado y batería y Palmer luce groove, pegada y técnica. Aquí puedes adivinar que Henry Mancini podría encajar perfectamente con su propuesta… ¡Y vaya si lo hizo!
Veredicto
Atomic Rooster, The Nice y King Crimson fueron los damnificados pues los tres protagonistas quisieron hacer algo juntos. Eso les llevaría al estrellato, a los estadios y las listas de éxitos con un estilo que salía del gueto. Han vendido más de 35 millones de discos, y a decir verdad, cada vez que los escucho me quedo pasmado de todo lo que hay allí dentro. Posiblemente todos preferimos lo que hicieron luego, pero en este primer disco ya resumen perfectamente lo que es ELP. Aparte, también demostraron sobradamente que el legado clásico anterior podía adaptarse a los tiempos de la actualidad de 1970.