Lo que sucedió el día 21 de diciembre en Barcelona fue un ejemplo de perseverancia contra las probabilidades, una dosis de metal en tu puta cara; un acontecimiento que animaba a traerlos a todos al mosh-pit; en el que peleamos contra aterradores enemigos como Friezar el tirano; se nos puso la piel de gallina con las palabras de Vegeta a su hijo; y sentimos el brutal poder de la máscara. Sí, parece una película de Spielberg, pero estamos hablando del 10º aniversario de los monstruos de la Conca d’Òdena, Crisix.
La noche fue una maravilla. La mente en calma por las vacaciones, unas cervezas bien frías y un pedazo de concierto edición limitada para alardear de la velada. Desde la apertura no paró de entrar gente, sin colas, pero sin pausa.
Tras dar mi nombre y DNI, me dirigí directo al pie del escenario. Pasara lo que pasara nadie me iba a mover, me marqué un Chanquete en toda regla. Sin quererlo ni beberlo, tras observar bien la distribución y backline, me dí la vuelta y estaba prácticamente llena. Y es que Crisix, en Barcelona por lo menos, no es un grupo más, es el grupo con el que algunxs se han tomado unos tragos, otrxs los han visto crecer, otrxs nos hemos destrozado la cabeza con su música… Sea como fuere, por A o por B, los sentimos muy cerca.
Empieza lo bueno, una linterna se enciende y apaga sucesivamente desde detrás de la batería, el volumen de la música disminuye y Rat-Zinger se apodera de la sala. Puro punk y puro odio demostraron la versatilidad de los fans: vienen por Crisix y disfrutan como enanos de los vascos. Con una especie de ratas que salían de detrás de las pantallas, la mítica presencia de Calico y -novedad para un ignorante como yo- los bombos de Xabi, fue acojonante. Buen sonido, buen bolo y buenos pogos; ideal calentamiento para lo que nos harían sudar los anfitriones.
A partir de aquí, fantasía. Para haceros una idea, ni mis colegas ni yo fuimos a por unas birras; hubiésemos sido unos locos si hubiéramos perdido ese sitio tan privilegiado. El concierto fue un puntazo, lleno de expectativas cumplidas. Primeramente, metieron dos grandes carteles delante de todo el material del escenario para ocultar lo que se tramaba allí arriba. Velocidad y estrés, se les veía a todxs de arriba abajo. Mi mente solo esperaba la gran intro, con nervios y emoción. Mucha emoción. De golpe y porrazo, de entre todos los temas que podrían estar sonando mientras esperamos, irrumpió en la sala «Push It To The Limit», la mítica de Scarface. Obviamente, y si no caíste en esa obviedad háztelo mirar, Juli estaba haciendo de las suyas; tema obligado para un cinéfilo y amante de los clásicos como él. En ese momento: paso hacia delante, el corazón latiendo cada vez más rápido, y un puñado de insensatos que no sabían lo que se les venía. Termina el tema y caemos en el silencio: «A.S.F.H» entra en juego. Fue como la primera vez, a coro, como un himno, como aquellos directos de los grandes titanes del metal. Abren con «Leech Breeder». A partir de ahí recorrieron sus 10 años de carrera y cuatro álbumes de estudio con «Spawn», «Seven», el obligado «Ultra Thrash» y así hasta 19 temas. Llegados a este punto, podría haber sido suficiente, bastante bien; pero ellos no permitirían que nos quedásemos con esa sensación. ¡Year Zero! Si me estáis leyendo, gracias. The North Remembers también estuvo ahí.
Para los que nos hemos tragado tropecientas veces el vídeo de estos repartiendo mamba en el Wacken, con apenas pelos en los huevos, repitieron la magnífica introducción escenográfica de «Electric Possession» -si, Juli siendo chamuscado en una silla-. También, con ayuda de los “Crisix Crew” hicieron cobrar vida a Cuban Pete, protagonista de La Máscara y Brutal Gadget… En definitiva, sin palabras.
A parte del tema musical, fue una reunión muy emotiva, con enormes sonrisas y algún que otro ojo lloroso. Con multitud de agradecimientos y anécdotas -y alguna que otra liada en directo… Javi, ¡Iba Strange! -.
Sería enorme que cada bolo fuera así. De todas formas, los he visto mucho más feroces y violentos en el escenario, pero creo que ese acontecimiento fue para recordar, disfrutar y darnos la oportunidad de formar parte de Crisix por una noche.
Estaremos de acuerdo y seré yo quien lo diga: gracias. Gracias por el pasado 21 de diciembre, gracias por vuestra música, gracias por vuestros proyectos y gracias por el, de seguro, maravilloso futuro que os espera.
¡Un placer!
Mi nombre es Roi. Joven e inexperto, pero curioso de cojones. Salté del punk a la nueva escuela y actualmente recupero esas asignaturas pendientes con los grandes de la historia del metal extremo. Estudiante de periodismo por el día y cantante de death por la noche. Como Batman, pero con menos dinero.