Si existe un disco que haya creado un revuelo de aúpa en la comunidad metalera es sin duda el tercer trabajo de los suecos Entombed. Tras haber parido dos pilares fundamentales del death metal europeo se sacaron de la manga una mezcla de ese estilo con el rock ‘n’ roll. Personalmente es un disco que adoro y forma parte de mi colección al igual que los anteriores que me parecen sublimes.
Nos tenemos que remontar a principios de los años 90 para ponernos un poco en situación. Ellos crearon algo nuevo, un sonido que inspiró y sigue inspirando a miles de grupos a día de hoy pero posiblemente su repercusión no fue la que esperaban. Ha sido después que se ha catalogado a sus primeras obras como de culto y todo el mundo las venera, pero en aquel entonces no creo que fuese así. Con lo cual debieron pensar que suavizando algo su propuesta llegarían a más público y así poder tirar adelante el grupo en condiciones. La verdad que ellos no tenían ni idea de la que estaban liando junto al productor Tomas Skogsberg.
El inicio del disco ya nos da algunas pistas con lo que nos vamos a encontrar con la genial «Eyemaster» que mantiene sus señas de identidad con ese sonido de guitarras guarras pero no tanto, esa batería sencilla pero totalmente efectiva y sobre todo, recuperando a la voz al gran Petrov que dejó momentáneamente la formación tras su primer disco Left Hand Path (1990). Una comunión entre música, voz y letra que siempre me ha parecido geniales, sin ser una voz del todo gutural me ha fascinado siempre. Se mantiene el sonido en los solos y esa aura macarra y punk con unos riffs de lo más afilados que se te meten en la cabeza para no abandonarte jamás.
«Rotten Soil» es una canción para soltarte las melenas y no parar de mover las cervicales, compleja y con mucho groove, algo que hizo que perdieran algo de velocidad pero para nada se volvieron aburridos (como se nota que adoro este disco). El efecto flanger de la guitarra en su parte intermedia y ese riff vacilón que desemboca en una auténtica locura con los gritos de LG agonizando son una gozada.
El tercer corte es el que da título al disco siendo la canción más corta y que les sirvió de single para realizar un vídeo bastante original para la época. Una canción muy rockera y totalmente icónica de los 90. Una buena muestra que con un par de riffs se puede hacer una buena canción.
La siguiente «Demon» me encanta con esos gritos mezclados y ese medio tiempo tan sucio y visceral. Hasta distorsionan un poco la voz para darle un cariz de demonio consiguiendo un buen resultado. Tu pa, jajaja, vaya trozo más brutal. En fin, perdón que me pierdo entre sus recovecos y me emociono. El solo es 100% Entombed y el resto de la canción es como una máquina del tiempo que te está mostrando hacia donde seguirían sus pasos a partir de ese momento.
Intrínseco y misterioso es el riff principal de «Contempt», una canción bastante lenta siendo la más larga de todo el disco y mucho más rockera que el resto con unos muy buenos solos. Supongo que este tipo de composiciones son las que hicieron ver este disco como una renuncia a sus raíces pero para mi no tiene sentido. Aquí cada uno puede hacer lo que quiera con su música y ellos optaron por esta opción. Luego si que tuvieron algún desliz realizando algún trabajo bastante mediocre, todo sea dicho.
Siguiendo un poco la estela de la anterior llegamos a «Full of Hell» (vaya título), una canción que a las primeras escuchas ya me encantaba con ese riff machacón, sencillo y efectivo. Dejaron de banda las estructuras complejas, los riffs técnicos y demás detalles para centrarse en otros aspectos de su música.
Esa batería tan característica del bueno de Nicke abre «Blood Song», otra canción vacilona y a medio tiempo con una estructura muy rockera con otra vez unas voces de pura agonía. El trozo del bajo con batería es una autentica locura con voces grimosas y desesperantes.
Llegamos a la que creo fue la primera canción que escuché de ellos. Un amigo del instituto me grabó unos vídeos de metal de la MTV y la Viva y el vídeo de «Hollowman» estaba en esa compilación. Me hacia polvo con ella, con esos riffs tan genuinos, cortantes, aderezados por unos solos geniales, una canción que emanaba esencia de los años 90. El riff central forma ya parte de su historia y de la historia del death metal. Recuerdo cuando empecé a tocar la guitarra que me obsesioné con ese riff hasta sacarlo del todo. Final épico, por cierto.
Y ya encarando la recta final del disco nos encontramos con «Heavens Die», otro clásico de los suecos que ha envejecido la mar de bien. La verdad que tanto medio tiempo en otro disco me hubiese ya tirado para atrás, pero ellos tenían una maestría especial y no echo de menos la velocidad ni los tupa tupa a toda castaña. El dinamismo en la batería, los múltiples detalles en los platos realizados con un set muy sencillo son una maravilla. Y bueno, para cerrar, que mejor que «Out of Hand», una oda a nuestro «querido» Jesus Christ en toda regla. Cuando la tocan en directo, es genial poder gritar a los cuatro vientos la frase de «Lord of Flies!» sin olvidarnos del FUCK, jajaja. Qué grandes, joder.
Por cierto, qué horror de portada. ¿En qué cojones estarían pensando?