Entrevista a Esteban J. Girón, guitarrista de Toundra: ‘Crecí entre animales en Asturias y nunca vi odio en ellos, pero sí en el ser humano’

Fotografía: Xavi Arqués

Entré en la propuesta de Toundra asistiendo al AMFest del pasado octubre y descubrí realmente el poder de su post rock instrumental, algo que no terminaba de convencerme en disco. Tras varios experimentos como el de Exquirla con El niño de Elche o el de poner una banda sonora a esa obra maestra del expresionismo alemán titulada “El gabinete del Doctor Caligari” vuelven a apostar por el rock directo, en onda a lo que fue su anterior Vortex.

Hola Esteban, queda claro en vuestro nuevo Hex que la suite “El Odio” es la protagonista del disco, con tres partes diferenciadas nada más empezar el álbum. En la primera parte de “El odio” sale un niño, en la segunda un hombre de mediana edad y… ¿en la tercera habrá vídeo y saldrá un señor mayor?

En efecto, son tres capítulos. A ver… hacer hoy en día una canción de 22 minutos tal y como se consume la música, que se busca lo inmediato y el consumismo… era inviable. A día de hoy haces un click en tu móvil y te traen una hamburguesa a casa mientras que la persona que te lo trae cobra cuatro euros… Y es él el que se está comiendo todo el chubasco porque tú no quieres salir a la calle, ya que hace frío. Es un poco “que se joda el otro” y es el tener a gente como esclavos. En una especie de reivindicación a favor de la música frente al consumo de la música actual. Evidentemente nosotros estamos en un sello, que es parte de Sony y cobro por los conciertos que hacemos, por lo que no puedo vivir al margen de cierta mercantilización. Pero el cómo se mercantiliza sí que puedo cambiarlo… No todo tiene porque ser inmediato a pesar de que ahora las bandas sacan singles, singles y singles en vez de discos. El disco significa una valoración por lo reposado, por lo tranquilo, una llamada de atención al respeto de la música frente a la mercantilización de la misma música, que te repito, me parece necesaria.

A todo esto, te digo que yo me metí muy mucho con la música clásica durante el confinamiento y con el Tommy de The Who. Y fíjate, la lucha nos ha hecho un poco beneficiarnos de cómo están funcionando los sellos discográficos, a base de un montón de singles. Hemos partido de una canción de 23 minutos y haremos tres vídeos, y luego hay el disco. La canción es una montaña rusa y trata de cómo el odio influye en la vida de un ser humano, y cómo, con ello, le lleva a destruir a quien tiene al lado… le lleva a odiar. Yo he crecido entre animales en Asturias y nunca he visto odio en ningún animal. Pero sí en el ser humano, y es algo antinatural. Y en estos videos también nos inspiró la película “Samsara”, secuela de la anterior “Baraka”. Pero bueno… dejemos un espacio a la esperanza, sino nadie nos va a querer escuchar…

La gira del Gabinete del Doctor Caligari se quedó a medias por lo que entiendo que vais a tener que reemprender y combinar la gira en cines y la de vuestro nuevo disco Hex. ¿Va a ser posible combinar ambas cosas?

Pues mira, este fin de semana pasado hicimos Gijón, con el Caligari. Luego Vitoria “normal” y domingo Gijón de nuevo. Mañana vamos a Logroño, sábado y domingo Bilbao, lunes Donosti… haremos el 18 en Sevilla, el 26 en Valencia y apartaremos “Das Cabinet”. No lo hemos ido a presentar de Europa porque cuando decidimos salir al viejo continente a presentarlo era el jueves anterior al decreto de la pandemia. Así que decidimos pararlo. Y luego presentarlo por España como es debido. Creo que “Das Cabinet” es un proyecto que se va a poder compatibilizar con la vida de Toundra. Yo creo que un par de veces al año, un par de shows del Caligari sí nos lo podremos sacar de la manga.

Yo me perdí los shows del Das Cabinet, pero es una película que debemos tenerla muy presente. No sé si se ve por aquí, pero tengo el póster desde hace años del Doctor Caligari en mi pared.

¡Qué bonito!

Y veo que tú tienes cuadros colgados de Jean-Michel Basquiat…

¡Los tengo! Me encanta Basquiat.

Soy también historiador del arte y me gusta ver lo que los músicos tenéis visible por la cámara en las entrevistas. Siempre dice mucho de alguien lo que tiene colgado en su pared…

Me tienes pillado (risas). Sí, tengo tengo posters de Basquiat, de Magritte… Chomsky, Pink Floyd y del Real Madrid.

Genial, pero ya no me gusta tanto el del Real Madrid, el resto sí… (risas). Vale, obviamente me vas a decir que tu último disco Hex es el mejor, pero yo te diría que, para mí, “Vortex”, es un disco casi perfecto. No sé si lo ves así….

Gracias… Pero no, no lo veo así… Sobre todo, con el paso del tiempo… Es un disco bueno, pero es un disco de reacción al cuarto, que quizás nos quedó demasiado Pink Floyd. Es un disco que hicimos en el momento adecuado, como Bruce Willis en la “Jungla de cristal”. En el momento justo y en el sitio adecuado. Necesitábamos un disco para volver a sentir ese feedback, ese retorno del público, que cuando estás tocando algo más etéreo no recibes. Faltaba esa energía. Y bueno… hemos querido repetir lo mismo en este álbum. Creo que tiene también un montón de energía, porque bueno, está bien fliparse con Pink Floyd, pero con una vez en la vida suficiente.

Os vi recientemente en el AMFest de Barcelona y la verdad es que fue un show muy impresionante, más que nada porque era la primera vez que os podía ver en directo.

Pues ya lo siento porque yo tenía ese día un ataque de lumbago y no me podía ni mover.

Pues bueno, no se notó… La gente respondió muy bien y ya viste que nos saltamos las normas Covid y fuimos para adelante. La verdad es que estuvo muy bien.

Sí, jolín. Y volver al AMFest es volver a casa. Barcelona es la ciudad donde más hemos tocado en toda nuestra historia, y volver a ver público de pie significó mucho para nosotros. Fue un día muy importante y muy especial porque echábamos muchísimo de menos esa sensación. Yo creo que el último concierto que habíamos dado de pie fue el 30 de noviembre de 2019. Pues imagina… hasta septiembre de 2021, son casi dos años. Es otra cosa que la pandemia nos quitó, aunque puede ser muy banal. Pero te ha quitado uno de los principales motores por el que eres público, que es tocar en directo en lo que es un concierto de rock ‘n’ roll.

Me pareció curioso el hecho de que no contéis con micros para saludar a la gente o despediros y lo hagas a través de la pastilla de la guitarra. ¿No podéis tener un micro, aunque sea para comunicaros un poco?

Bueno, porque supongo que al principio sí que lo llevábamos, pero nos parecía un poco como artificial. Y bueno… también por hacer la tontería de la pastilla (risas). Y así también tienes más horizontalidad con de toda la banda sobre el escenario. No es algo que haga siempre, es más, pocas veces lo hago, pero también veo positivo el que no haya un portavoz.

También recuerdo que tú cantaste eso de “Gracias por venir” de Lina Morgan.

(Risas) Sí… es una canción que me canta mucho mi novia.

Desconozco bastante el proyecto Exquirla con el niño de Elche, pero me encanta que un grupo haga cosas diferentes y salga de su zona de confort. ¿Tendrá continuidad lo de Exquirla?

No, no lo creo. No creo que tenga continuidad. Él tiene su propia discografía, su propia carrera, nosotros tenemos la nuestra y es el resultado de un momento. Hacer que ese momento vuelva a surgir sería demasiado artificial. No es un proyecto como es Toundra o él como El niño de Elche. Es un proyecto que se dio en un momento dado en un sitio y que yo creo que jamás se va a repetir. También por respeto a lo que hicimos. Estuvo bien, nosotros tenemos nuestras movidas y él las suyas.

¿Cuál es el truco escénico que siempre os gustaría hacer pero que nunca habéis podido llevar a cabo?

Poner una foto de Manu Brabo, que es el chico que nos ha hecho la portada. Premio Pulitzer de fotografía, fotoperiodista de guerra y gran amigo. Nunca lo hemos hecho, pero puede que lo hagamos poniendo una foto de él de fondo de escenario, en una lona. Fabricarla son unos 3000 euros.

Estoy haciendo reportajes de canciones perfectas y tengo que decirte que hemos hecho unas 50 y que en las 10 que están en lista hay una vuestra. ¿Cuál crees que es?

Diréis “Bizancio”… seguro.

Sí, es “Bizancio” y la va a hacer nuestro director, Albert, que anda un poco out últimamente.

Pues dile a Albert que es una copia “The Needle and the Damage Done” de Neil Young. Hay un cambio en la progresión de acordes que se aleja de lo que hace Neil Young, pero está muy inspirada en esa canción.

Bien, para terminar, y si te parece, te pregunto opinión sobre las siguientes canciones perfectas:

“Square Hammer” de Ghost: ¡Buahh! me la pongo muchísimo para correr. En si es La fa do Sol, que es una cadencia de pop. Es un esquema de acordes de pop, una base armónica de acordes totalmente pop, pero… es que es lo que es Ghost: Un grupo de pop con un poco de distorsión como son Kiss. Yo no les conocía, y me invitaron al concierto en La Riviera, y yo pensaba: “¿Qué puta mierda es esto?” Y de repente me dije: “¡pero si son ABBA!”, y me flipó. Como trabajo en el Resurrection Fest y venían me tuve que poner las pilas con ellos y tengo que decir que me encantan. Van sacando singles y EPs y han editado uno ahora que me flipa. Pero también te diría que han tenido algún patinazo a lo largo de su carrera.

“Chlorine and Wine” de Baroness: Baroness me parece una de las últimas grandísimas bandas de heavy metal que han surgido últimamente y me parece que no han tenido el reconocimiento que merecen. Creo que deberían haber llegado a un nivel tipo Gojira. Son amigos nuestros y se lo merecen.

“Spirit Crusher” de Death: Death son grandísimos. Esa canción es el perfecto ejemplo de lo que es la banda. Es un grupo icónico que puede gustarle a mucha gente. Si te gusta el metal de verdad y los escuchas, los reconoces a la primera. Lo más difícil de tener una banda es justo lo que ellos consiguieron: el generar un propio sonido que sea reconocible desde el primer segundo.

Jordi Tàrrega
Sobre Jordi Tàrrega 1372 Artículos
Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.