Entrevista a Marcos Herrero, vocalista y guitarrista de Yo Diablo: ‘Víctor y yo compartimos un pasado oscuro: tocábamos el saxo en nuestras bandas municipales y nos sabemos pasodobles taurinos de memoria’

Sin duda, Yo Diablo es una de las sensaciones más destacadas del panorama musical nacional, un panorama sin etiquetas. Con una música fresca, viva y cargada de influencias, su propuesta nos tiene completamente atrapados. Tanto es así, que decidimos ponernos en contacto con Marcos Herrero, guitarrista y voz del dúo levantino, para que nos hable un poco más sobre III (2024) y nos desvele algunos misterios sobre su vida y su música. ¡Qué gran tipo este Marcos!

 

¡Hola, Marcos! Es un placer enorme charlar contigo. ¿Cómo te está sentando este comienzo de otoño?

El placer es mío. ¡Pues muy bien! Tenemos conciertos por aquí y por allá, y entre los ensayos y las pruebas de sonido estamos sacando nuevas ideas para lo que venga después.

Para quienes aún no os conozcan, y dado que vuestro estilo no es el más habitual en Science of Noise, me gustaría que nos dieras unas pinceladas sobre quiénes sois y a qué sonáis.

Yo Diablo es un dúo formado por Víctor (batería) y yo, Marcos (guitarra y voz). Básicamente hacemos rock con influencias del blues, rock psicodélico, jazz, flamenco y cualquier otra música que un día nos inspire y nos haga decir: «¡Mira, esto está guapo!» Nuestro sonido es una mezcla de todo eso, pero con un toque muy aflamencado. Creo que la afinación de la guitarra tiene mucho que ver con ese toque, aunque a mi manera, porque el flamenco es un universo muy, muy lejano.

Yo Diablo es, efectivamente, un power dúo que, en apenas cinco años, ha regalado al público un estilo difícil de clasificar. Vuestro sonido va de ZZ Top a Las Grecas, y sois una de las bandas con una propuesta más fresca en la escena actual, algo así como los Derby Motoreta’s Burrito Kachimba levantinos. ¿Cómo nació esta fusión sonora entre géneros tan dispares?

Primero de todo, gracias por tus palabras, monsieur. Esta mezcla de géneros viene de la música de la que bebemos, que va desde las bandas que mencionas hasta otras que ahora ni recuerdo, pero que de alguna forma nos inspiran.

Inicialmente, quería que la banda fuera un dúo de rockabilly, pero pronto me di cuenta de que esa era una idea bastante limitada. Decidí dejarla de lado y abrirme al infinito. Me di cuenta de que no tenía que esforzarme por sonar de una manera concreta; cualquier estilo podía adaptarse a nuestro sonido. Eso nos ha dado un abanico enorme de posibilidades, y siento que nos ha hecho mejores músicos porque estamos siempre atentos a todo lo que escuchamos. Ahora mismo, por ejemplo, estoy escuchando bachata (¡menudos guitarrones!). De alguna manera, formamos parte de esta globalización musical, donde hoy en día puedes acceder a prácticamente cualquier estilo con un solo clic. Esa unificación de sonidos y estilos en todo el mundo también nos afecta. Escuchamos de todo, y todo nos influye.

Vamos a hablar de influencias. ¿Qué cantantes o bandas os han inspirado tanto en cuanto a las voces como en vuestras representaciones en directo? Personalmente, creo que vuestro estilo debería ser más mainstream de lo que es, comparado con lo que suelen escuchar los jóvenes hoy en día. El mundo sería un lugar más bonito.

Recuerdo estar agobiado por no encontrar un bajista con quien tocar, hasta que vi a Niña Coyote eta Chico Tornado en directo y me callé la boca. Recuerdo estar tocando fingerpicking en pijama en mi casa, pensando que eso en España no molaba, y luego descubrir a Guadalupe Plata. También pensaba que el rock había muerto, hasta que vi a King Gizzard & The Lizard Wizard. Creo que el concepto es no rallarse demasiado.

Vuestra carrera comenzó justo al inicio de la pandemia. A pesar de todo, con las dificultades al máximo, no perdisteis la fe y fuisteis creciendo poco a poco, ampliando vuestro círculo. Lo que empezó como un «guilty pleasure» se ha convertido en una banda con una presencia constante. ¿Cómo estáis viviendo esta evolución natural?

Pues tal como lo describes, como una evolución natural. Nosotros nos autoproducimos todo, absolutamente todo, y estamos muy contentos de haber llegado hasta aquí por nuestros propios medios. Vamos despacio, pero con paso firme. Como decía John Dwyer de Oh Sees: en cada concierto podemos ganar un fan, pero es alguien que se queda con nosotros.

Hace unos meses publicasteis vuestro tercer trabajo. La producción es excelente, con más nitidez, especialmente en las voces. Las letras se entienden perfectamente, lo cual añade valor a vuestra propuesta, ya que el trabajo lírico es tan importante como el musical. Aun así, III destaca por el uso mínimo de palabras. Pocas, pero precisas. ¿Cómo es el proceso de creación de música y letras en la banda?

Me alegra mucho que se entiendan las letras por fin (risas). Pero discrepo: para nosotros, las letras siempre son lo último. Como intentamos que todo fluya de manera natural, las letras a veces nos salen a última hora, justo antes de grabarlas. Si hay poca letra, ya sabes por qué. Ojalá podamos mejorar en ese aspecto (suspira, mira al infinito, pero rápidamente vuelve a la conversación).

Grabasteis gran parte del disco en La Mina junto a Raúl Pérez, quien ha trabajado con artistas como Pony Bravo, Niño de Elche y Sen Senra. ¿Cómo fue la experiencia de trabajar con un productor como Raúl?

Al principio, nos pareció un tipo muy callado. Luego entendimos que es una persona sumamente respetuosa con lo que tiene delante. Raúl ha sabido guiarnos por nuestro propio camino, sin forzarnos a tomar otro diferente. Ha pavimentado lo que habíamos marcado con tiza y hasta tocó en directo con nosotros en alguna canción del disco, como en «Espejismos». Tenemos muchas ganas de volver a La Mina. El otro día le dije a Víctor que echaba de menos a Raúl, pero como ser humano, ¡ya ni como productor!

En el disco escuchamos influencias de música árabe, abordáis temas como la tauromaquia (incluso en la portada), y hay guitarra española. Siempre he creído que el entorno moldea tanto a las personas como a las bandas. ¿Cómo os ha influenciado Valencia?

Te confieso que Víctor y yo compartimos un pasado oscuro: tocábamos el saxo en nuestras bandas municipales y nos sabemos pasodobles taurinos de memoria. Para nosotros, la España cañí es simplemente eso, un pasodoble. Con esto quiero decir que, aunque estamos en contra de cualquier tipo de tortura animal, toda esta cosmogonía la hemos experimentado desde fuera, a través de la música. En Valencia no hay tanto flamenco, salvo en pequeñas asociaciones, pero al vivirlo desde la distancia, algo de ello se queda en ti. Sabes extraer lo interesante de tu propia cultura. La idea de la plaza de toros como portada del álbum es porque, collons, es un espacio increíble. Es como Pompeya en España. De hecho, la canción más valenciana que tenemos es «Cobra», en la que metimos sonidos de la ruta del bakalao para darle un toque más metanfetamínico.

Después del lanzamiento del disco, tras las verbenas y festivales de verano, habéis tocado en Alemania… y, a lo tonto, el disco ya tiene varios meses. ¿Estáis contentos con el recibimiento de III?

Sí, muchísimo. Este disco era lo que nos faltaba, porque los anteriores no reflejaban bien lo que hacemos ahora. Creo que, hasta III, no se entendía del todo el concepto de la banda. Con este álbum hemos ampliado nuestra audiencia y afianzado a los seguidores que ya teníamos.

Desde hace un tiempo, en nuestras entrevistas preguntamos: «¿Cuál fue el primer disco que comprasteis con vuestro propio dinero?». ¡Sorpréndeme! El mío fue Late at Night de Dover.

El mío fue Toxicity de System of a Down, que me lo pillé en Toronto (información extra que nadie ha pedido). Víctor no está ahora conmigo pero puedo adivinarlo. Un día, antes de irnos de gira por el Reino Unido (otra información extra), fuimos a casa de su madre y cuando entré en el cuarto de la infancia del alto y barbudo baterista que toca conmigo, flipé. Tenía TODO de Bruce Springsteen. Espero haberlo escrito bien. Todos los libros de Bruce Spreinsgtein, todos los álbumes de Brus Espringstin, hasta las sábanas de Brooze Spreengstain. Ahora ya lo ha superado, pero me apuesto lo que sea a que el primer álbum que Víctor se compró fue uno de Breauze Springstëihnn.

Siempre nos dicen que el mundo es de soñadores. Siendo realistas, ¿qué sueño os gustaría cumplir como banda?

Tenemos muchos. Nos encantaría hacer una gira mundial, una gira por los pueblos de España, tocar en el programa de Juan y Medio… Pero el sueño de verdad es seguir haciendo música, mejorar cada vez más y continuar viviendo la vida del «roucanroul», que es la vida mejor.

Bueno, Marcos, ha sido un placer hacer esta entrevista. Felicidades por el trabajo hasta ahora y muchísimas gracias por tu tiempo.

¡A vosotros, mil gracias!

¡Abrazos y hasta pronto!

Beto Lagarda
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