Hola, Óskar, aquí Beto de Science of Noise. Es un placer muy grande poder realizar esta entrevista con uno de los grupos más interesantes de la escena nacional de las últimas décadas. ¡Muchas gracias por tu tiempo!
Primero de todo, casi obligado ya en cualquier conversación de la actualidad. Pandemia, crisis sanitaria, guerra por aquí cerca… una inminente crisis económica mundial y, espero equivocarme, pero los expertos hablan de el inicio de una guerra mundial… ¡lo que faltaría! ¿Qué tal estáis? ¿Todo en orden a nivel personal / laboral?
Nosotros estamos para pocas guerras mundiales, que tenemos mucho curro. Tratamos de sobrellevar las adversidades, que no faltan, con mucho amor. Nos queremos mucho. De la pandemia, nos ha pasado como a casi todo el mundo: hemos salido un poco transtornados. Pero, afortunadamente sólo nos lo notan los más cercanos.
Bueno, hace ya semanas que en la redacción tenemos puesto vuestro último disco. Titulado Detente bala, un disco de once canciones y algo más de 50 minutos de duración. El disco es cojonudo, enhorabuena. Me atrevo a decir que es vuestro mejor disco… ¿opináis lo mismo?
Gracias, Beto. Estamos convencidos de que es nuestro disco más logrado. Aunque también es verdad que es lo que siempre piensas al terminar un trabajo. Como suele ocurrir con nuestros discos, no es de fácil escucha, no es un disco que entre a la primera… Nosotros estamos muy enganchados a los temas, disfrutamos interpretándolos. Tiene algo de la energía acumulada durante el encierro. Nos ha quedado un disco honesto y visceral.
Supongo que con ya tres décadas en vuestras espaldas hay cosas que hacéis en “piloto automático”, ¿Cómo ha funcionado el proceso creativo en concreto para Detente bala?
Tienes razón. Hay mucho de automatismo en nuestro proceso de composición. En épocas pasadas no era infrecuente que llevásemos al local alguna idea trabajada en casa. Hace tiempo que ni siquiera eso. Simplemente empieza a tocar una línea de bajo Pedro y yo me sumo. O al revés. Germán arranca la batería y Toño va probando melodías de voz; si nos parece interesante lo grabamos con el móvil para luego acordarnos. Ni siquiera necesitamos hablar. Simplemente volvemos una y otra vez a lo mismo. Si vemos que nos atascamos, lo dejamos para otro rato o para siempre. De vez en cuando revisamos los mp3 y alguno dice “oye esto sonaba bien” y le damos otra oportunidad. Y resulta que era un temazo. Cuando ya está la letra, experimentan una última metamorfosis. Así han surgido todos los temas de Detente bala.
Y también es obligado comentar el tema de las letras, afiladas, críticas y rompedoras como nunca. Me flipa sobretodo “Ruido blanco”, pero “Dos hemisferios” y “Misericorde” no quedan muy lejos. ¿De dónde habéis sacado las ideas / inspiración que tratáis en el disco?
Toño nos llamó la atención sobre el hecho de que «Ruido blanco» está escrita desde la perspectiva femenina, es una mujer la que habla. Una única palabra de la letra da la clave. Las letras son cosa suya. Es un escritor de canciones admirable. Como le pasa a la música de nuestras canciones, no siempre entran a la primera, son resbaladizas, profundas y sinuosas como un sueño del que te despiertas y se te quiere empezar a olvidar. Pero, a veces hay que cantar y contar las verdades del barquero, sobre todo en estos tiempos en los que el fachuzerío ha perdido el pudor. Además de compartir el grupo, somos amigos del alma desde nos conocimos los tres en el instituto y hablamos de todo lo humano y lo divino. Eso también sale en las letras.
Ocho años distan entre Invicto (2014) y vuestro último disco, Detente bala. Entre ellos encontramos XXX (2018), un disco en directo que recogió lo mejor de la banda hasta la fecha. ¿Cómo ha cambiado la banda en estos ocho años?
Nos han salido canas y necesitamos gafas de ver de cerca, aunque no hemos perdido nuestra belleza natural… jajaja. Desde dentro, es difícil calibrarlo. Tienes la impresión de que navegas en una derrota sin fin por aguas tranquilas. Es como si te hubieras juntado ayer y de repente, eres viejo. En fin, nada nuevo. Los cambios se te escapan; apenas escuchamos grupos actuales. ¿Cambios? Quizá lo más reseñable es que, durante estos años, Germán ha ido transmitiendo cada vez más su personalidad al grupo. El sonido y la fuerza de las baterías creo que es un aspecto muy destacable del disco y del directo.
2022 está siendo un año muy interesante para Las Novias. Además de publicar un disco tan increíble como lo es Detente bala, también ha cumplido 30 años Sueños en blanco y negro (1992), vuestro primer disco. ¿Cómo creéis que ha envejecido el disco?, y ¿qué recuerdos os vienen a la cabeza de esa etapa en la que compartías / competíais con Niños del Brasil y Héroes del Silencio?
No habíamos cumplido veinte años cuando compusimos las canciones de Sueños en blanco y negro. El disco no lo escucho desde hace siglos pero las canciones sí que las ensayamos y las volvimos a tocar íntegramente en el 25º Aniversario, en España y en México, en unos conciertos en los Roberto regresó a la batería para tocar precisamente esos temas. Como tantos discos de esa época -me da igual Einstürzende Neubauten, Duran Duran o La Dama se Esconde– es difícil que enganchen a un oyente actual, pero hemos envejecido con ellos y nos siguen pareciendo, a sus seguidores, maravillosos.
No miramos nada hacia atrás, salvo para hacer un poco de memoria en las entrevistas. Competir, desde luego que no competíamos. Nunca se nos hubiera pasado por la cabeza poner ese verbo en nada de lo que hemos hecho. Crear canciones, el rock ‘n’ roll y el arte en general es precisamente lo contrario de competir, la Otra Cosa. “No, no, lo otro”, como en el chiste. Pues eso. Compartir, sí. De aquella época me viene sobre todo recuerdos de bares: La Estación, el Bandido, el Sevilla, el Crom, KWM, La Central…-, era imposible no toparte con Enrique, Juan, Pedro, Joaquín, Santi o Nacho… Antonio llevaba La Estación… Nos veíamos con frecuencia, también en los conciertos de la M-tro, En Bruto… y tocamos juntos unas cuantas veces.
Curiosamente, Las Novias sois los únicos de ese ilusionante trío que seguís en activo. Incluso la carrera en solitario de Enrique Bunbury se vio truncada hace unos meses por los problemas con su voz. ¿Podemos decir que la escena de Zaragoza está viviendo sus últimos coletazos?
Parece ser que Enrique está grabando disco y los Niños del Brasil han parado este verano sólo por problemas de salud de Nacho, pero no creo que tarden demasiado en regresar, espero. Si “escena de Zaragoza” es un nombre para designarnos a los tres, lógicamente está dando sus últimos coletazos. Pero no hay que fiarse, cualquier disco y cualquier concierto puede ser el penúltimo.
Ese disco debut apuntaba maneras, incluso pudisteis girar más tarde por algún país de Europa. Pero todo se truncó. La banda se diluyó con el cambio de milenio. ¿Cómo valoráis esa década y, a toro pasado, qué error garrafal cometió la banda para acabar en una ruptura?
Después de grabar las versiones del mini CD Largo tiempo esperando decidimos parar. Toño tenía muy claro que necesitaba aparcar Las Novias un tiempo, tal vez definitivo. Roberto se fue a vivir a Belgrado. Yo había empezado a trabajar fuera de Zaragoza y se hacía muy complicado seguir ensayando, pero mantuvimos todo aquel tiempo el local e incluso Pedro y yo empezamos a componer temas nuevos con unos amigos, Álex Embid y David Pagán, que aparecen citados en la dedicatoria de Ego. No hubo ningún “error garrafal”, ni ningún mal rollo. Tocaba parar y paramos.
Por suerte para la escena nacional y para los fans, la banda regresó con más hambre que nunca. Ego (2009) e Invicto (2014) os recolocaron en el panorama pero la escena ya había cambiado mucho. ¿Qué diferencias y dificultades nuevas os encontrasteis en esta segunda etapa de la banda?
Ainhoa Tilve tuvo que ver mucho que ver en nuestro regreso. Era una adolescente cuando puso en marcha un fanzine dedicado exclusivamente a Las Novias. Hizo más de veinte números. Increíble. Casi 20 años después los fanzines habían pasado a la historia y Ainhoa nos “actualizó” un poco currándose una página web, espectacular, que le valió la “preciada estatuilla” en los Premios de la Música Aragonesa en 2007. Para recoger el premio nos volvimos a juntar los Novias y ya no nos volvimos a separar.
En esta segunda etapa, la principal diferencia era esa: internet. A través de la red, el contacto directo con los seguidores ayudó a impulsar a la banda. Otra factor decisivo fue Nacho Serrano. Tenía muy claro que Las Novias nos teníamos que volver a juntar y que él nos iba a grabar los nuevos temas. Había remodelado su estudio, Atmósfera, y nos lo puso todo fácil para hacer el disco con él.
Si echáis la vista para atrás, ¿os podíais ver en 2022 aún encima de los escenarios?
Cuando nos juntamos en 1988, pensábamos que en el 2022 iríamos a ver el cine en un drive-in con nuestra aeronave personal, como los supersónicos. Visto así, estar en el sofá del local de ensayo bebiendo cervezas y echando unas risas es un tanto decepcionante.
En cuanto a esta mini gira de presentación del nuevo disco, en unos días iréis a Madrid y vendréis a Barcelona. Tengo entendido que haréis un show largo lleno de sorpresas. Estamos ansiosos para que llegue el día del concierto. ¿Qué tenéis pensado para esta doble cita?
Hemos tenido que quitar cuatro o cinco temas del setlist inicial, porque nos pasábamos de tiempo. Creo que, si nos dejaran, nos pegaríamos tres horas en el escenario. Pero ya adelanto que eso es imposible. Tenemos muchas ganas de volver a Madrid y Barna. Tocaremos con Láudano, un grupo muy en el estilo que nos gusta. La primera mitad de nuestro concierto serán las canciones de Detente bala, en el mismo orden que en el disco. Así que esperamos que la gente haga los deberes y se ponga ya con las letras, que quedan un par de semanas solo. Luego, los Greatest Hits.
¡Muchas gracias y hasta pronto!
Gracias a ti, Beto, por hacernos un hueco en vuestra publicación.