Llevar más de 32 añazos en la escena underground no debe de ser nada fácil. Si, además, a ello le sumas que no solamente has sabido cuidar a tu público, sino también ampliarlo, abriéndote a otros estilos, esto ya son palabras mayores.
Envy ha sabido mezclar todos esos ingredientes, y de qué manera. A fuego lento, como los mejores platos de cuchara, han conseguido añadir a su sólida fanbase de amantes del post-hardcore a fans del post-rock, el punk o el screamo, e incluso a quien no le guste nada de lo anterior.
Con todo ello nos sorprenden una vez más con su último lanzamiento, Eunoia, publicado nuevamente por Pelagic Records. Como buenos japoneses de bien, de los que saben poner una palabra a cada emoción, han elegido el nombre del disco a conciencia, ya que eunoia significa «pensamiento bello» o «mente sana», y es precisamente con ese mismo pensamiento que han logrado establecer esa conexión tan bonita entre los músicos y el oyente.
La banda de Tokio nos muestra que su estilo, más marrano y cañero en sus inicios, sigue en constante evolución hacia experiencias más experimentales y ambientales. En este corto viaje de apenas treinta minutos los japoneses siguen la línea que trazaron en su magnífico The Fallen Crimson (2020, Pelagic Records), en el que todos los estilos nombrados anteriormente se dan de la mano sin atropellarse. Meritorio lo de esta banda.
Vamos a diseccionarlo. El disco empieza con una intro, entiendo que necesaria dados los constantes cambios de estilo a los que nos tienen acostumbrados, titulada «Piecemeal». Después viene «Imagination and Creation», un tema que entra directo al corazón y con cuyos primeros compases uno ya piensa: «OK, estoy escuchando a Envy». El grupo ha conseguido un sonido muy característico, mezclando acordes alegres con unos guturales tremendos que solo Tetsuya Fukagawa es capaz de interpretar (bienvenida sea su vuelta).
«The Night and the Void» sigue la línea del tema anterior, aunque aquí ya se puede percibir la madurez de la banda, con un equilibrio perfectamente medido entre pasajes tranquilos y frases más potentes y pesadas. La complejidad de las composiciones (dentro del estilo de la banda) es un aspecto que han perfeccionado con el paso de los años, ya que es posible que los Envy de antaño se hubieran limitado a sonar más sucios y hardcoretas en lugar de nutrir el tema a base de capas y capas.
Cuando creíamos que el disco seguiría esa línea el grupo nos sorprende con «Beyond the Raindrops», la canción que probablemente pueda provocar más críticas y confusión entre los fans, y es que se trata de un tema bastante largo (más de cinco minutos), con una base musical muy alejada de los sonidos originales de la banda, mucho más pausada, dulce e incluso me atrevería a decir que popera, con un colchón de guitarras pegado a las paredes del tema y una voz desproporcionadamente melódica. No puedo decir que no me guste, pero sí que es cierto que se me hace raro encajar este tema dentro de un disco de Envy.
Sin embargo, en «Whiteout», con su peculiar pero bien logrado inicio con un cierto toque math, todo vuelve a su sitio. Este es quizá mi tema favorito del disco, ya que emana todo lo que esta banda quiere transmitir y hace que me muera de ganas de verlos de nuevo en directo (como lo hagan la mitad de bien que en el bolazo que dieron en la sala Bóveda en 2022, seré feliz).
Seguimos con «Lingering Light», un interludio muy cinematográfico, con guitarras flotadas y spoken word marca de la casa, que funciona como antesala de «Lingering Echoes», otro temazo que marca su inicio con compases irregulares y una mezcla armónica entre las guitarras y el bajo de esas que te erizan la piel. Compite cara a cara con «Whiteout» por ser el mejor tema del disco. No deja de ser curioso que se trate de las dos canciones más cortas (sin contar la intro y el interludio) del disco, pero creo que es una muestra del sentido común que le pone la banda al crear nuevos temas, ya que, al combinar canciones más personales con otras más directas, se aseguran de que probablemente un buen puñado de ellas se acaben convirtiendo en clásicos.
El LP termina con «January’s Dusk», el tema más largo del disco. En este capítulo final Envy se lo toma con calma, con una entrada al más puro estilo post-rock, del clásico, repitiendo patrones rítmicos en su primer cuarto. Es en esa sección donde la canción se abre a través de una melodía pasadísima de vocoder, con una reverb de las guitarras que la hace volver a bajar para tomar impulso y, más adelante, elevar de nuevo la emotividad hasta el final. Reconozco que no soy muy fan del abuso de moduladores en la voz, así que esta canción no me acaba de convencer; de todos modos, eligiendo este final la banda se despide (de momento) con toda una declaración de intenciones de que estos sonidos van a seguir formando parte de sus recursos compositivos en el futuro.
El disco se me ha hecho bastante corto, pero en una época en que la gran mayoría de las bandas se limitan a sacar singles o EP bastante cortos es de agradecer que aún queden románticos que se animen a publicar un larga duración que nos hace calmar un poco el apetito y que a la vez nos deja con ganas de más.
Por el momento no hay anunciadas fechas de conciertos en nuestro país próximamente, pero sabemos que se trata de una banda valiente a la hora de girar, así que por lo menos yo cruzaré los dedos para que se pasen por aquí y podamos disfrutar del directo potente y bien trabajado al que nos tienen acostumbrados.