«Escuela Grind devora la ansiedad nihilista de la vida moderna y vomita una visión del mundo tan desafiante como su música. Destructiv@s, pero decidid@s, siempre defendiendo a l@s oprimid@s, no al opresor.»
Así definen la propuesta del cuarteto de Pittsfield, Massachusetts Escuela Grind en la web de su discográfica MNRK Heavy. Así, de entrada, suena tentador…
Sin que sirva de precedente, hacedle caso a la discográfica, pues Escuela Grind son espantosamente pesados y tremendos. Death grind power violence en estado puro y, sinceramente, no podría pensar en una mejor manera de etiquetarles. Con una repulsiva base de brutalidad grind, Memory Theatre (2022) es un excelente ejemplo de grind de calidad de la era moderna. El álbum debut de la banda, Indoctrination (2020), ya nos puso en sobreaviso de lo que estaba por venir. Este Memory Theatre, que dura solo 22 minutos, es una muestra sencilla de pura agresión sónica con el objetivo principal (que no único) de destruir a tod@s a su paso. En otras palabras: música amigable y jovial que te incitará irremediablemente a introducirte en los pits y moler a palos al prójimo. Violencia y destrucción at its finest, como os gusta a (casi) tod@s.
Este álbum es una bestia furiosa y aplastante, pero se hace corto, muy corto incluso para ser un trabajo de grindcore. Las canciones en sí mismas son un poco más largas a lo que este género nos tiene acostumbrad@s, y al no llegar a la media hora, he osado a ponerle el (EP) de turno tras el título. De hecho, su anterior trabajo, compuesto por nada más y nada menos que 17 cortes, dura también menos de media hora, por lo que, técnicamente hablado, Escuela Grind todavía no han sacado ningún LP al mercado. Lo bueno, si breve, dos veces bueno, pues en ese breve período de tiempo, la banda liderada por la poderosa voz de Katerina Economou, cuyas voces feroces proporcionan una excelente guía por el camino de la depravación por el que nos quiere hacer circular el grupo, evoca la muestra de hostilidad más auténtica, furiosa, explosiva y pesada que un@ pueda imaginar. Memory Theater es, por así decirlo, una severa paliza musical; raro es no salir magullado tras cada escucha.
Producido por Kurt Ballou, guitarrista de Converge, en su célebre GodCity Studio, el álbum suena feroz. Las guitarras tienen una nitidez asombrosa y suenan muy fuertes en la mezcla, lo que dota a este trabajo de una pesadez nauseabunda. El bajo, voluminoso, realza la pared de distorsión mientras te oprime y te impide levantarte de la silla. La batería suene gruesa y tocha, mientras que las voces son, simple y llanamente, desagradables. En resumen, el disco suena muy bien… turbio y asqueroso, sí… pero muy bien.
El combo formado por los riffs de Kris Morash y la garganta de Katerina Economou se traduce en una paliza a base de ritmos hardcore que te aplastan el cráneo. Como adelantaba unas líneas más arriba, la voz de Economou tiene una mala leche y un mal genio de órdago; sus gritos, crujientes y ásperos, son altamente venenosos. La batería de Jesse Fuentes y un anónimo bajista (no todos los bajos han sido grabados por Morash) brindan a la mezcla una caótica pero compacta y palpitante columna vertebral. Thomas Sifuentes, ex bajista de los desconocidos White Arms of Athena, figura como bajista de gira, pero no estoy seguro de que sea él el anónimo músico contratado por la banda para la grabación de este Memory Theater. Visto así, parece como si todos estos halagos hacia los componentes de Escuela Grind se tradujeran en algo así como que la banda hubiera reinterpretado o reinventado el género, pero no es el caso. Aquí tenemos hardcore/grind de calidad, sí, pero ya escuchado antes, y eso no es algo negativo. La música tiene gancho y pega un tufillo muy old school, y eso es innegable. Su propuesta musical es nociva y dura pero reconocible.
Además de todo esto, dejando de lado el capítulo musical, tal y como adelantaba al inicio de esta reseña, la banda también es campeona a la hora de romper los límites y fomentar una mayor aceptación social de las minorías más ignoradas por el sistema. Tal y como afirman ell@s mism@s, el espíritu abrumador detrás de Escuela Grind es un mensaje de empoderamiento que destruye y va más allá de los límites musicales. Efectivamente, si bien Memory Theatre es brutal, aterrador y ruidoso, también es muy accesible y francamente pegadizo. No les perdáis de vista.
NOTA 1: He acabado la reseña sin hacer ni una sola mención a ningún tema en concreto. ¡Qué viva el grindcore!
NOTA 2: El pasado 23 de septiembre, Escuela Grind fue uno de los artistas escogidos para abrir el concierto que Angelus Apatrida ofrecieron en Scottsdale, Arizona, perteneciente a la gira norteamericana que los albaceteños finalizaron hace apenas una semana.
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.