Evergrey son una de esas bandas sobre las que, a pesar de su incuestionable calidad y elegancia, también suele colgar la etiqueta de infravalorada. Ciertamente no parecen haber tenido la mejor de las suertes, desde los numerosos cambios de formación, no haber formado parte del tirón de popularidad reciente del progresivo o incluso haber sufrido robos tanto en el estudio -durante la grabación de The Atlantic precisamente- como de gira son algunos hechos que han podido afectarles negativamente. Algo que sí está claro es que los suecos tienen unas señas de identidad muy definidas con las que se han ganado un fiel número de seguidores. Quizás, de hecho, éste puede su punto fuerte y débil al mismo tiempo, del cual The Atlantic es un fiel reflejo.
Entrando ya en materia, éste álbum cierra una trilogía iniciada con Hymns for the Broken (2014) y seguida por The Storm Within (2016), si bien no se trata de una trilogía conceptual al uso sino más bien que a nivel lírico comparten aspectos y sobre todo las emociones que abordan. Y es que si hay un adjetivo para la voz de Tom Englund es “emotiva”, y ha sabido como nadie sacarle partido con esa mezcla de potencia y melancolía tan característica de Evergrey. The Atlantic comienza de manera sorprendentemente cortante y agresiva -ya la promo del disco comentaba que nos encontrábamos ante algunos de los riffs más potentes de su carrera- con “A Silent Arc”, no tardando en dejar paso a la melodía, en un juego de sube-baja entre la garra de sus riffs y la melancolía de su estribillo que desemboca en varios pasajes instrumentales muy inspirados. En “Weightless” el teclado de Rikard Zander cobra más protagonismo mientras Henrik Danhage nos regala otro buen solo para conformar otro temazo. “All I Have” tiene un punto más oscuro y denso, mientras que “A Secret Atlantis” supone un revulsivo después de tanto medio tiempo. La breve instrumental “The Tidal” sirve de puente para la balada “End of Silence”. “Currents” supone otro de los cortes más inspirados, y que nos encamina a un trío final más centrado en el medio tiempo -”Departure”, The Beacon” y “This Ocean”-.
Pasados sus 54 minutos de duración, queda la sensación de que la banda sueca pasa por una segunda juventud a partir de la edición de Hymns for the Broken, cuando ya pensábamos que habían alcanzado su techo creativo con The Inner Circle (2014) después de los irregulares trabajos que siguieron a éste. En The Atlantic encontramos a unos músicos rayando la perfección a nivel instrumental, com Tom Englund manteniendo esa voz tan evocadora y única pero sin centrar toda la atención del oyente, lo cual facilita que sus compañeros de banda brillen aún más y añadiendo varios nuevos futuros clásicos a su repertorio. A nivel de producción no se puede poner ni una pega, un sonido perfecto acorde a la banda. Pero, como comentaba al principio, Evergrey siguen sonando a sí mismos por los cuatro costados para bien y para mal, y esto a veces provoca que las estructuras y recursos creativos acaben dando sensación de similitud entre un tema y otro, algo que no es nada nuevo en la carrera de los suecos pero que personalmente hace que The Atlantic se me haga un poco cuesta arriba de escuchar en su totalidad. Queda ahora por ver si este onceavo trabajo de estudio supone un avance en su carrera o seguirán siendo una de esas bandas “tapadas”, demasiado heavies para los proggies, y demasiado prog para el público metalero general. Al menos esta vez nos visitarán por fin en sala de la mano de Madness Live!, con cuatro fechas a nivel estatal acompañados por Bloodred Hourglass y Genus Ordinis Dei. La parada barcelonesa del tour será en la Sala Boveda el viernes 29 de marzo, una oportunidad única de poder verlos en condiciones actuando como cabezas de cartel, y una buena señal del momento actual por el que pasan.
Apasionado de la música en directo de casi cualquier género, si bien con predilección
por el post-rock, el progresivo moderno y el metal extremo.