Las notas que nos pasó la gente de Asher Media Relations cuando nos hicieron llegar la promo de este disco acababan con algo parecido a «para fans del death metal melódico sueco y de bandas como Death y Persefone«. ¿Perdona? ¿Cómo? ¡Aquí, aquí, yo, yo! Ya sé que soy un facilón, pero quién fuera que escribió tal definición lo hizo pensando totalmente en mí. No tan solo mencionan uno de los géneros de los que soy más sucker y me entra con más facilidad como es el death metal melódico escandinavo, sino que también dejan caer el nombre de una de mis bandas favoritas de siempre como es Death y, para ponerle la puntilla irresistible, mencionan incluso a los andorranos Persefone, un grupo que siempre me ha flipado y que considero (no exagero para nada) como una de las grandes joyas del metal progresivo contemporáneo a nivel mundial.
Solo con esa definición me tenían ya medio ganado, claro, pero a la que corrí a darle atropelladamente al play para ver el vídeo de la primera canción que presentaron como avance (la inicial «Sorrow (Nothing More In Between)”), me quedó meridianamente claro que esto era para mí. Y no solo eso, sino que así como hay veces en las que el primer single está un par de escalones por encima del resto del disco para noquearte de buenas a primeras y que después continúes más por inercia que por otra cosa, aquí eso no ocurre en absoluto, y las demás canciones de este excelente, potente y compacto The Last Extinction son una bacanal más que disfrutable de tralla, técnica, calidad y buen gusto que me alegro mucho de no haber dejado pasar.
Yo, por supuesto, hasta ahora no tenía ni la más remota idea de la existencia de esta buena gente, y de hecho, solo uno de mis amigos en Facebook (el vocalista de una afamada banda catalana de heavy y thrash metal que empieza por Blaze y acaba por Out) constaba entre los poco más de tres mil seguidores que estos canadienses tienen en la red social del señor Zuckerberg. Muchas veces nos quejamos amargamente desde nuestro rinconcito underground mediterráneo que nuestras bandas tienen una calidad tremenda pero que es muy complicado llegar a ningún sitio porque en España somos unos desgraciados y estamos a la cola de todo. Sin entrar a discutir la última parte de la afirmación (cuyo debate daría para un artículo entero), y sin negar por supuesto que para una banda pequeña es muy complicado sacar la cabeza, lo cierto es que casos como los de [Evertrapped] demuestran que, por desgracia, este es un mal endémico de casi el todo el planeta.
Supongo que no descubro nada a nadie si afirmo que hoy en día hay mejores bandas que nunca en todos los rincones del mundo y en todos los subgéneros del metal. Hay tantísimas, de hecho, que es imposible que ni tan siquiera una pequeña fracción de todas ellas consigan llegar a la (quiero creer) considerable cantidad de ávidos oídos metálicos que se encuentran repartidos por el globo. Muchas veces, el solo hecho de enterarte de la existencia de una banda de este tamaño es una mera cuestión de potra, y viendo la cantidad de inputs constantes que tenemos, es casi una quimera que llegue a hacerse un hueco en la rotación habitual de casi cualquiera de nosotros. Porque el descubrimiento de [Evertrapped], al igual que el de los los excelentes austríacos Irdorath o de un montón de bandas geográfica y emocionalmente más cercanas a mí, esto no hace más que certificar que el mundo está abarrotado de cientos o miles de bandas que me encantarían pero que, por suerte o por desgracia, jamás llegaré a escuchar.
En el caso que nos ocupa, creo que estos chicos tampoco aspiran a mucho más que a disfrutar componiendo e interpretando su música. Porque a pesar de poseer una técnica brutal, de preocuparse al máximo por la calidad y los detalles resultantes de su trabajo y de que, viendo las pintas, me temo que ninguno de ellos cumplirá ya los cuarenta, estos ya veteranos [Evertrapped] se formaron en 2007 y nunca han salido de la escena local de Québec. Este The Last Extinction es su cuarto trabajo (quinto si contáramos la versión remezclada y remasterizada de The Anomaly (2012) que han editado este mismo año bajo el nombre de Re-Anomaly), y aunque en el pasado habían formado parte del pequeño roster de Hellstrom Recordz (un sello que parece bastante poco activo a día de hoy), inexplicablemente se han visto esforzados a autoeditar este brutal The Last Extinction, me imagino, por falta de ofertas que les resultaran suficientemente satisfactorias.
Como buenos canadienses, [Evertrapped] cuentan con una técnica depuradísima (ojo al batería Eric Lemire) y no tienen miedo a mostrar su indudable agresividad a través de un cristal ampliamente abierto de miras. No diré que en este disco inventan nada, que no lo hacen, pero es innegable que tampoco se dedican a copiar ninguna propuesta concreta. Por el contrario, en estos nueve temazos largos (ninguno baja de los cinco minutos y varios superan los siete), duros e intrincados pero también melódicos, compactos, directos y hasta cierto punto accesibles se recrean en su particular mezcla de groove con death metal melódico, técnico y progresivo que desemboca en una hora de alocada y despiadada diversión que hará las delicias de cualquier aficionado a los mencionados géneros de mente inquieta.
El inquietante principio con el que abre la inicial “Sorrow (Nothing More In Between)” desemboca rápidamente en un riffaco de melodeath clásico acompañado de redobles de batería fascinantes que nos deja muy a las claras por dónde va a ir la cosa. Tan pronto metemos la patita en el estribillo podemos comprobar como, efectivamente, ese aire atmosférico / espacial a Persefone, con voces etéreas y delicados teclados minimalistas, también está (y estará) muy presente. Hay que decir que, ante todo, [Evertrapped] es una banda de death metal melódico, pero en su caso renuncian casi por completo a la melancolía inherente en el género para entregarse a la vertiente más agresiva y más técnica del estilo.
«Truth Behind Disorder» es otro temazo con aire groove, elementos cercanos al black metal, otro estribillo irresistible y una bacanal instrumental constante bajo los mandos de un batería enloquecido, mientras que “Across the Disease” es quizás un pelín más genérica y no tiene un gancho tan obvio como los dos temas que la preceden, pero aún así es compacta como una roca y no merece menos de un notable alto. “Titan”, por su parte, introduce un interesante aire oriental en muchos de sus pasajes, y su inicio solemne y atmosférico da pie a una resultona y divertida alternancia entre brutal pesadez, riffs veloces y pegadizos y un estribillo totalmente infeccioso que, por si fuera poco, viene decorado con un magnífico y divertido bajo danzarín.
A pesar de que los temas son largos (y no niego que en algún momento concreto podrían recortar un minutillo aquí y allá) y más o menos siguen un estilo parecido, este disco no se hace pesado en ningún momento. Casi todo el peso de “The First Machine” recae en la vertiente más puramente deathmetalera de la banda, con armónicos a lo Machine Head y el borrón de tener algún solo aparentemente fuera de sitio. Aún así, tampoco se escapa de tener un estribillo melódico dominado por una agresividad viperina y un cierto aire a Dark Tranquillity. No sé si ese es el motivo, pero el tema título tiene un extra de épica que lo coloca en una especie de posición central tanto en lo referente al listado como a nivel de foco y atención. Y es que tras los gritos iniciales se esconde un temón de melodeath pesado, denso y afilado con solos histéricos que llegan a recordar a la diversión de bandas como Revocation o Gorod (¡solo les faltaba eso!) y que, para acabar de redondearlo, termina en una especie de outro memorable de delicioso aire post metal y contiene una voz etérea que a mí juicio tendrían que haber explotado incluso más de lo que hacen.
Un romántico y misterioso dueto de piano y violoncelo sirve para abrir una “Illusion” que alterna algún que otro riffaco de melodeath épico con momentos totalmente Lamb of God y unos coros femeninos en su parte final que le dan un toque majestuoso muy interesante y que acaba por verse coronado del todo con un par de solos elegantes y brutales. De cara al final, los canadienses nos tienen guardados dos de sus temas más interesantes. La dinámica y semi-hardcoreta “Stillborn Era” me parece una de las perlas del disco con profusión de riffs excelentes, solos melódicos y un estribillo 100% sueco, y eso que hay algunos momentos en su parte central en las que parece dispersarse bastante. La final “Learning to Kill”, por su parte, es también el corte más largo del disco con sus casi ocho minutos y algunas de las partes más progresivas, más épicas y más evocadoras que encontraremos aquí. Eso no quiere decir, por supuesto, que no venga repleta de riffs, de agresividad y de una complejidad instrumental que a estas alturas ya es marca de la casa.
The Last Extinction es un disco magnífico, compacto y coherente que suena como un cañón y que demuestra lo complicado que es destacar hoy en día en un mundo dónde las propuestas metálicas de calidad excepcional nos desbordan por todos lados. A mí este disco y esta banda me han atrapado y mucho, y aunque no sé cuán a menudo lo voy a escuchar a partir de ahora, a día de hoy merece mis aplausos más efusivos. Y vosotros, amig@s lector@s, deberíais aprovechar que os los ofrezco en bandeja para, como mínimo, pegarles un orejazo y darles la oportunidad de sorprenderos como han hecho conmigo.
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.