No sé quién lo dijo, pero le amo a conciencia: «A veces, lo único que nos queda es reír». Extreme lanzó dos de sus mejores álbumes en pleno auge de la música grunge, y se partió el ojete del mundo. Ellos pusieron la puntilla, el remate final, pero eso no les impidió hacer un soberbio cuarto álbum. En 1992, Nuno ya anunció que su siguiente álbum iba a ser realmente funky, y hay algo de funk aquí. Sin embargo, Waiting for the Punchline fue mucho más directo. Es un trabajo crudo, sin orquestas, sin pasajes líricos; solo rock guitarrero de principio a fin.
«There Is No God» se me antoja un título un tanto extraño para una banda «tan cristiana» como Extreme, pero su vocalista Gary Cherone siempre ha sido un campeón en lo que a escribir letras se trata. Groove a raudales que pone el listón ya bastante arriba, de buenas a primeras. La siguiente canción «Cynical» (ponle el «Fuck» o no, que a mí no me molesta como al parecer sí molestaba a los tontos de turno de la época…) lo sube aún más. Es un tema dinámico, directo, perfecto para la década en la que fue escrito. «Tell Me Something I Don’t Know» adopta un enfoque suave/duro gracias a un colosal riff del bueno de Nuno. Es otra canción, quizá no tan brillante, pero que tampoco desentona. Gran parte de Waiting for the Punchline es impulsado por la base rítmica (bajo y la batería). Lo más interesante de todo esto es que el percusionista original de la banda, Paul Geary, se fue durante la grabación de este álbum, y fue reemplazado por Mike Mangini, que ahora está en Dream Theater. Es interesante percibir los dos estilos de batería tan distintos a lo largo del álbum. Geary tiene un enfoque directo, mientras que Mangini es capaz de casi cualquier cosa. Su primer tema es el sencillo «Hip Today» y puedes escuchar cómo sus ritmos son de todo menos básicos.
«Hip Today» tiene una buena melodía y es un buen indicador de cómo suena el álbum en general: bajo, batería, guitarra. Es escandaloso cómo chirría la guitarra rítmica durante los solos de Bettencourt, que recuerda vagamente al sonido de los clásicos más clásicos de Van Halen. La letra suena algo bitter cuando Gary advierte a la próxima generación de bandas que su tiempo también terminará; cuánta razón tenían Las cosas se ralentizan un poco en «Naked», antes de ese magistral final instrumental llamado «Midnight Express». Es una pista realmente brillante, prueba de que las horas y horas de prácticas amte el espejo de Nuno valieron la pena. Cuando hablamos de trabajo de guitarra acústica en una banda de rock ‘n’ roll, Nuno está entre los mejores… si no el mejor. «Midnight Express»… me salen callos en las manos solo con escucharla.
Los aires más oscuros comienzan con «Leave Me Alone», un sentimiento que muchos de nosotros entendemos a las mil maravillas. «No te preocupes por mí, que a veces estoy mejor solo». Nuno, de nuevo inspirado por Eddie Van Halen, crea un ingenioso riff. En «No Respect», Nuno hace ronronear su guitarra, mientras que la sección de ritmo la pone a toda marcha. «Evilangelist» vuelve a abordar el tema de la religión, con un riff funky y un coro digitalizado realmente geniales. Las vibraciones oscuras y pesadas dan paso a la luz con «Shadow Boxing» y «Unconditionally». Ambas pistas son brillantes pero diferentes. Mientras que «Shadow Boxing» podría considerarse el «Hole Hearted» de este álbum, «Unconditionally» tira por unos derroteros más «More Than Words». A ver, no es que sean dos calcos, pero se me antojan dos comparaciones facilonas, para qué engañarnos.
Pero todavía hay espacio para una sorpresa, un bonus track no listado. No estaba en la versión en cassette, pero tras la final «Unconditionally» encontramos un tema doble: «Fair-Weather Faith / Waiting for the Punchline». Un par de cosas a destacar. La primera es que es una doble pista increíble, muy parecida a los temas más crudos del inicio del disco. Y la segunda es que cierra el álbum incluso mejor que lo cerraría «Unconditionally».
Lo que yo creo que sucede con Waiting for the Punchline es que, tras una primera escucha, uno puede pensar que no es tan bueno como sus cosas anteriores, pero los nuevos y fieros Extreme de mediados de los 90 se me antojan tan interesantes como los lujosos Extreme del III Sides to Every Story (1992) y tan llamativos como los Extreme del Pornograffitti (1990). No te quedes a medias pues, después de algunas escuchas, comenzarás a ver surgir diferentes texturas, esos colores tan típicamente Extreme y profundidad, capas y capas de profundidad. Particularmente exquisito es el trabajo de guitarra, pero también molan mucho los ritmos, todos; hay mucho placer por descubrir aquí. ¿Te lo vas a perder ahora que cumple 25 añitos?
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.