Madre mía, qué de recuerdos cuando Faith No More tomó al mundo de la música por las pelotas y lo cambió para siempre con The Real Thing (1989). Es verdad. No existía ni el nu metal, ni el funk metal. Simplemente, no existía nada remotamente parecido al sonido que encuentras en este álbum por aquél entonces. Innovación y pasión sin paliativos. Pioneros y copiados hasta la saciedad.
En 1988, cuando Faith No More despidió al recientemente fallecido vocalista original, Chuck Mosley, hicieron lo correcto. ¿Por qué? Bueno, porque se toparon de morros con el genio y figura de esa deidad llamada Mike Patton y grabaron con él este, su mejor álbum. Es un trabajo en el que se pueden encontrar casi tantos estilos diferentes de música como temas contiene y, sinceramente, no me puedo imaginar al bueno de Chuck cantando casi ninguna de estas canciones. Pero lo de Mike es estratosférico. Este tipo tiene unos pulmones grandes de cojones que pueden bombear todo tipo de voces, gritos y alaridos, así que es perfecto para este trabajo. «It’s a dirty job but someone’s gotta do it…», decían ellos mismos unos años antes.
Este disco tiene un poco de todo, para todos los amantes de la (buena) música metal que tengan una mente, más o menos, abierta. Las letras son creativas y un poco idas de olla, los ritmos de batería son muy pegadizos, el bajo es increíble, las guitarras son pesadas y crujientes, y el rango vocal de Patton es, simplemente, de caerse los huevos al suelo. Reconozco que cuando me hice con este álbum, pensé que era raro, mucho, pero, al mismo tiempo, me atrapó irremediablemente desde el primer segundo. Quiero decir, ¿cómo puedes pensar que a alguien le pueda gustar un álbum lleno de heavy metal… pero con rap, jazz y funk por ahí mezclados? Bueno, debes tener agallas para apostar mucho y Faith No More no tenía nada de miedo, y así lo hicieron. Y mirad lo que les pasó: se hicieron famosos en todo el mundo.
Son todos esos estilos y su brillante mezcla los que hacen que este álbum sea tan bueno. Aquí te encuentras con canciones que te pegan en la olla de lleno, como la thrashera «Surprise! You’re Dead!», que estoy plenamente seguro de que su estructura y forma han servido de fuente de inspiración para la mayoría de bandas de metal actuales. También hay canciones muy, pero que muy pegadizas, como lo son «From Out of Nowhere», que abre el álbum y que podría decirse que es su tema más «normal», o «Falling to Pieces», una de las canciones más cachondas y funktásticas que jamás hayan grabado. También hay hueco para el simple y llano disfrute de la creatividad y la musicalidad, como me pasa cuando escucho “The Real Thing”, y para el tufo a jazz que desprende «Edge of the World», porque esta banda sabía (y sabe; su reunión me la puso palotísimo) muy bien cómo conseguir que la gente se quede atrapada en su telaraña. Y, para colmo, «War Pigs», que debe de ser una de las mejores versiones de Black Sabbath que jamás haya escuchado.
A pesar de que la rap-metálica «Epic» fue su gran éxito, los de San Francisco también tuvieron cierto éxito con las anteriormente citadas «From Out of Nowhere» y «Falling to Pieces», pero yo no diría que este álbum se entienda gracias a canciones como estas. Podrían haber usado «Underwater Love» o «Zombie Eaters» que, pese a lo que la gente pueda pensar, no es una metáfora, ya que narra la historia de un niño y su constante necesidad de llamar la atención, como singles y, probablemente, la gente no habría notado ninguna diferencia. Y estas canciones sí son algo diferentes al resto. Eso es lo que hace que este sea un gran álbum. Puedes escuchar todas las canciones sin reconocer en éstas mucho (o casi nada) de las otras y, en mi humilde opinión, eso es genial.
Cada uno de los miembros de la banda, insisto, hace un trabajo fantástico en este álbum y, aunque su ex cantante Chuck Mosley no estaba mal, es mucho más divertido, relajante y agradable escuchar al Sr. Mike Patton, mejor vocalista de la Historia del Rock… porque lo digo yo. La producción también es excelente. No es la más cara, pero las guitarras/bajos suenan contundentes, gracias a la maestría de Jim Martin y Bill Gould. La batería de Mike «Puffy» Bordin retumba genial, mientras que los teclados de Roddy Bottum te hacen volar hacia no sé dónde.
The Real Thing es uno de los álbumes más exitosos de Faith No More hasta la fecha, y es considerado un álbum de metal clásico, tanto por los fans como por la crítica. Nunca jamás he perdido la fe en esta banda… aunque así lo sugiera su nombre. No es ni música pesada, ni técnicamente demasiado compleja. Lo que tenemos ante nosotros son 11 pistas de puro genio. Uno de los álbumes de rock más influyentes de todos los tiempos, sin lugar a dudas. Un álbum que cuenta con una tan vasta diversidad que ha puesto a la banda ahí arriba, dónde nadie les puede alcanzar. Un hito importante en el mundo del rock que todos los fans (y me refiero a TODOS) de la música rock deberían tener en su colección discográfica. Si voy a tu casa y no lo veo, te escupiré por la calle…
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.