Ha llegado hasta mis manos The Silence (2018), la última propuesta musical de unos desconocidos (para mí) Feed The Rhino. La banda de Kent (Inglaterra) se presenta ante mis ojos como un quinteto de hardcore/metal formado en 2008 por Lee Tobin (voz), James Colley (guitarra), Sam Colley (guitarra), Oz Craggs (bajo) y Chris Kybert (batería), quienes ya llevan casi veinte años juntos con este asunto del rinoceronte.
El sonido de su oferta más reciente podría describirse como una mezcla entre los también británicos Gallows o los canadienses Cancer Bats, aderezados con una pizca de una salsa picante al más puro estilo sureño, con Down y Crowbar como principales ingredientes, y con claros guiños a bandas de la escena alternativa de los 90, como puedan ser Deftones. Este sonido (tan) único es una combinación de los gustos musicales de sus componentes, quienes crecieron entre bandas de heavy metal y noisecore, y cuyos tímpanos también han sabido apreciar el soul y el groove del rock más clásico de los 70… como no podía ser de otra manera; hoy en día, nadie te hace puto caso si no dices que tu sonido está influenciado por Black Sabbath. Por lo tanto, muchas influencias diferentes trascienden a través de la hermosa brutalidad del “sonido Rhino”, que logra un nuevo nivel de variedad y un gran impacto (en mí, ya os adelanto que no tanto) con su nueva obra, que verá la luz en breve. El álbum muestra una evolución desde su trabajo de 2014 The Sorrow And The Sound, pero mantiene las señas de identidad tan típicas de Feed The Rhino, aunque llevadas aún más allá; se les ve más preparados y fuertes, por así decirlo. Se nota que han afilado el cuerno de su propuesta musical.
Con (de momento) tres álbumes en su haber, Mr. Red Eye (2009), The Burning Sons (2012) y The Sorrow And The Sound (2014), todos con una más que aceptable buena crítica, la banda se ha venido forjado una carrera honesta y prominente, mientras su ejército de los fans iba en aumento. Los ingleses siempre han logrado llevar todos sus trabajos al siguiente nivel y son unos tipos muy serios cuando se trata de hincar los codos en el estudio. Sin embargo, la esencia de lo que hace de Feed The Rhino una banda a tener en cuenta en 2018, es su reputación de tener uno de los directos más explosivos y potentes de la escena del metal modernaco actual. Ver a esta banda en su hábitat natural, destruyendo los lugares a base de riffs y breaks, es la única manera de capturar realmente lo que son estos buenos mozos, lo que se esconde tras la dura y tupida piel del rinoceronte.
La mezcla áspera, pero siempre melodiosa, que encontramos en The Silence (2018) funciona realmente bien. El sonido es bruto y no demasiado artificioso, sin teclas o samplers. El vocalista Lee Tobin grita y ruge que da gusto oírle, lo que mola bastante teniendo en cuenta el actual panorama musical en el cual podríamos encasillar a los británicos. Las once canciones duran, poco más o menos, entre tres y cuatro minutos, por lo que ninguno de los cortes tiene la virtud o penitencia de aburrir demasiado… hipotéticamente hablando, pues no es este el caso. Pero, por desgracia, y a pesar de la buena impresión general, no encuentro ningún hecho diferencial, ninguna seña de identidad, en Feed The Rhino, y eso sí que es una lástima. Los amantes de estos sonidos pueden estar de suerte por el hecho de que el metalcore… o el noisecore… o el metal alternativo, que ya me pierdo entre tanto subgénero de subgénero, esté todavía tan de moda, pero poco más.
Quizá la originalidad de esta banda radique, precisamente, en aquello que no la hace original, en aquellos aspectos que marcan el tono general de su propuesta musical. Me explico. Hay cortes, como el que da título genérico al álbum, «The Silence», que se mantiene fiel al estilo y sutilidad de las canciones de más difícil acceso de, por ejemplo, una banda como Alice In Chains, de los cuales estos británicos también beben. Pero, por más bueno que me parezca el tema, y estoy seguro que en directo lo petarán, no es suficiente para mí.
La lógica del Circo del Rock dicta que, a medida que una banda crece (y ellos lo están haciendo gracias a este nuevo trabajo) también lo ha de hacer su número de seguidores; todos a una, como en Fuenteovejuna. Esto permite que una banda relativamente joven, como la que aquí nos ocupa, experimente y madure sin que los medios pierdan interés y sin que el respetable pierda el hilo. Es un poco como un «yo te doy esto, pero a cambio quiero/necesito que me des algo a cambio»; es como un equilibrio, como una necesidad de construir algo todos juntos. A veces, tratos así pueden ir terriblemente mal y la cosa no avanza por más empeño que uno le ponga. Un poco por esos derroteros se mueve la última propuesta de Feed The Rhino, aunque reconozco que se las arreglan bastante bien para mantenerse en una posición muy digna y más que correcta. Los punches están presentes y los percibes, pero se me antoja que este es un álbum de transición, algo entre sus trabajos mas remotos y unos, más que posibles y futuros, Feed The Rhino v2.0. Como álbum, muestra una clara voluntad de seguir adelante, de avanzar en su propuesta musical, pero sin olvidar lo que les hizo populares en su Inglaterra natal hace unos años.
Con una producción nítida y unas letras bastante interesantes y pegadizas, The Silence (2018) es un más que seguro punto de inflexión en su carrera, y estoy seguro de que la banda será capaz de mantener toda esa intensidad y de elevarla al cubo, a la enésima potencia, si fuera necesario. Una obra como esta, incluso cuando la música no te llega tanto como debiera, muestra cuán talentosos son Feed The Rhino como músicos, y que han regresado, si es que algún día se ausentaron, para demostrarle al que sea, incluso a mí, que are here to stay (como dirían los señores de KoRn) por mucho tiempo, que es lo que la música necesita cada vez más. Más actos honestos y menos frivolidad, por favor.
Con el apoyo de tres sólidos singles a modo de adelanto, «Timewave Zero», «Heedless» y el medio tiempo «Losing Ground» (que son, precisamente, las tres canciones que abre el disco), este nuevo álbum verá la luz el próximo 16 de febrero y se presentará en directo en una gira por todo el Reino Unido a partir del próximo 20 de febrero. Esperemos que salten el Canal de la Mancha y se dejen caer por aquí pronto, entre otra cosas, para «chapar» bocas como la mía.
ACTUALIZACIÓN
¡Que sí que bajan! Los tendremos por aquí en mayo junto a los murcianos Osezno:
3 de mayo – Barcelona @ Sala Bóveda
4 de mayo – Madrid @ Wurtlizer Ballroom (ciclo Festimad)
5 de mayo – Bilbao @ Stage Live
Entradas ya a la venta… así que me tocará hacer una previa bien maja y apañá.
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.