Parece que el día 29 de octubre se juntaron los astros. Los amantes del death metal técnico estábamos de enhorabuena con los dos discos que salieron ese día, y no es para menos. Para más coincidencia, ambos nos llegan desde Canadá, la nueva cuna del género. Por un lado, tuvimos el anticipado Bleed the Future de Archspire, que no han parado de crecer en los últimos años.
De este ya hablé el otro día, así que no lo voy a tocar demasiado. Hoy toca hablar de First Fragment, una banda menos conocida en la escena, pero que ya se labró cierto éxito con su primer larga duración. El fantástico Dasein (2016) les logró cierto reconocimiento y un lugar en la gira europea que Obscura encabezó en 2019.
Su gancho más importante es su diferenciación de las otras bandas del género, gracias a unas influencias clásicas que en gran parte definen su sonido. Han cogido el metal neoclásico de grupos como Stratovarius y ases de la guitarra como Yngwie Malmsteen y lo han introducido en el marco del tech death más cañero. Obtuvieron un resultado genial en Dasein, pero con su segundo trabajo que analizamos hoy, han pasado al siguiente nivel.
Gloire éternelle es el nombre que han elegido, y no lo han puesto en francés para hacerse los interesantes. First Fragment vienen del Quebec y todas sus letras están en este idioma. Un título tan grandilocuente necesita una gran portada, y el artista Adam Burke lo ha clavado con este paisaje onírico al óleo. Por supuesto, la música nos da lo que promete, como ya hemos podido escuchar con los respectivos adelantos, enseguida vamos a ello.
Han tomado la inusual decisión de empezar por una canción que dura casi nueve minutos, algo que muchos reservarían para un final épico. Sin embargo, con todo lo que nos vendrá luego, esta canción homónima hace un gran trabajo introduciendo el álbum. El sonido de unas olas y el punteo de unas guitarras españolas rompen el silencio misteriosamente. Enseguida la cosa coge un mojo notable con una fusión de funk, jazz y flamenco que impresiona. Vamos a ver más de estos nuevos elementos durante el disco, lo que me parece un gran acierto, porque le da un carácter aún más propio a su música. Acabada la intro, se desencadena una batalla entre los instrumentos. La batería de Nicholas «Le Fou» Wells toca todos los registros, desde los blast-beats más intensos hasta grooves complejos con un toque funky, pasando por ritmos más propios del power u otros estilos del metal.
De las guitarras hablaremos más abajo, pues con la flamante intro de «Solus», es obligado hablar del bajo primero. Dominic «Forest» Lapointe es un virtuoso del bajo fretless, conocido sobre todo por haber formado parte de los aclamados Beyond Creation. El tío es un puto alien, no hay otra explicación. Durante toda la canción (y el álbum) nos regala unas línias de bajo que son una delicia, con una precisión milimétrica y una entonación excepcional, dado que el bajo no tiene trastes. En este álbum han sabido dejarle florecer de verdad y usan su sonido como si se tratara de una tercera guitarra, con una gan cantidad de solos y arreglos donde toma el protagonismo. Es genial que todo lo que hace sea perfectamente audible y no quede escondido en la mezcla, como pasa frecuentemente en el metal.
Con «La veuve et le martyr» vuelven a enseñarnos esa nueva faceta de fusión, con mejores resultados aún. Muy buena ejecución con las guitarras españolas armonizadas y la siguiente sección de funk puro con el imponente slap de Forest. Vuelven a arrancar las correrías de riffs neoclásicos en uno de los temas que más sobresale, aunque es muy difícil decidirse ya que todos están muy bien trabajados, con la atención puesta a cada detalle. La grabación debió ser una auténtica prueba de paciencia y concentración, porque nadie baja la guardia ni por un instante.
El single principal y de momento único videoclip se llama «Pantheum». Es un ejemplo perfecto si queremos resumir a First Fragment en una canción. Esto empieza con un solazo de guitarra del compositor principal Phil Tougas. Él es la mente detrás de la mayoría de la música que oímos y la verdad es que cualquier elogio que se le pueda lanzar va a quedar corto. Parece que no se le acaban nunca las ideas, especialmente escuchando este álbum. Los duelos de solos con Nick «Thriller» Miller, a los que de vez en cuando también se suma Forest, parecen no tener fin. Únicamente en esta canción tenemos 19 solos distintos, y eso con los cinco minutos que dura. En todo el disco la suma asciende hasta nada menos que a 100, una verdadera locura.
Seguimos con «De chair et de haine», otra obra de arte de nueve minutos, que va pasando por diferentes secciones hasta llegar a un clímax espectacular. Virtuosidad en estado puro. Volvemos a oír el mar para introducirnos en la «Sonata en mi mineur», donde Tougas nos deleita con una pieza más tranquila. En la primera se luce con la guitarra eléctrica y su característico efecto de delay, mientras que en la segunda toca íntegramente con guitarras españolas junto al bajo y a la batería en otro momento brillante de fusión de estilos.
Arrancan los motores de nuevo con «Ataraxie», una pista más rápida y agresiva que recuerda a la primera etapa de la banda. Las diabólicas voces de David AB contrastan con la gran carga melódica de las cuerdas y oscurecen el sonido general. A lo mejor pasa un poco desapercibido, ya que todo lo demás es muy impresionante, pero hace un muy buen trabajo. En «Soif brûlante» tenemos momentos muy jazzeros en su primera parte, que acaban desembocando en otra oleada de tech death desenfrenado. Pasan las canciones y la calidad sigue igual de alta que al principio.
Llegamos a la penúltima pista para darnos cuenta que «In’el» dura casi… ¡19 minutos! Esta odisea se divide en siete movimientos y es la canción más ambiciosa de First Fragment hasta la fecha. Empieza lentamente con un piano y una intro épica que incluye un gran solo de bajo. El segundo movimiento recuerda ligeramente a la «Suite No. 2 en Si menor» de Bach, primero con unas guitarras españolas y luego con todo el equipo. A lo largo de los diferentes pasajes van repasando los elementos que ahora conforman su sonido, incluyendo algunas partes con un swing considerable, momentos atmosféricos más oscuros y hasta una sección brutal de slap con el bajo. Es como si hubieran metido un EP entero dentro del disco. Después de tal monstruosidad, solo les queda despedirse con «Mort éphémère». Es un outro, de nuevo con guitarras clásicas, que le pone el lacito a Gloire éternelle.
La banda llevaba tiempo anticipando este trabajo, haciendo saber a los fans sobre su progreso, tocando en directo algún tema nuevo… Pero aún así han roto todas las expectativas. Han conseguido hacer un disco que va a prevalecer como un clásico absoluto del género. 71 minutos llenos de ideas interesantes, derroches de técnica sin igual, ganchos en cada rincón y matices por todos lados. No hay altibajos ni relleno, todas las canciones son excelentes y hay una dinámica que fluctúa libre y naturalmente entre todos estilos que lo componen.
Dicho esto, estoy seguro que no es un disco para todo el mundo. Si odias la música sobrecargada, los guturales o te aburren bandas como Dream Theater o la música clásica, seguramente esto no te va a convencer. Pero aún así, Gloire éternelle es suficientemente accesible como para engancharte y no soltarte si estás mínimamente acostumbrado al metal. La carga melódica de las guitarras y el bajo pueden ganarle el pulso a la bestialidad de la voz y la batería y llegar donde las otras bandas de metal extremo no pueden. Personalmente, no había escuchado algo tan tremendamente técnico y a la vez compuesto con tan buen gusto, musicalidad, originalidad y variedad. Por todo lo mencionado, First Fragment se llevan el primer 10 que le doy a un disco reseñado. ¡Gloria eterna!
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Me metí en esto del metal a los 14 años, y de concierto en concierto he ido descubriendo las bandas nacionales e internacionales que forman parte de este mundillo. Ahora aporto mi grano de arena a Science of Noise contando lo que pasa en los eventos de la zona y algunas novedades discográficas.
También toco la guitarra y el bajo en algunos grupos de la escena local. Tengo los huevos pelaos de tocar en el Ceferino.