Reseñamos no hace tampoco mucho el anterior EP del grupo Others (2020), y ahora el trío progresivo vuelve con ganas y con una obra completa. Aquí está John Mitchell (Lonely Robots) a la guitarra y coros, Jem Godfrey a la voz y los teclados y Nathan King al bajo, con su estilo personal, moderno, pero deudor de los clásicos, con muchas influencias de Saga, la modernidad y vigencia de Steven Wilson o el estilo compositivo de Neal Morse. Las baterías han estado grabadas por tres hachas del prog como son Pat Mastelotto de King Crimson, Kaz Rodríguez y Darby Todd. Los tres brillan con luz propia.
Como suele suceder con Frost* no estamos ante una obra fácil y necesita de sumergirse en ella a base de escuchas y paciencia. A nivel de estilo y sonido no hay grandes novedades respecto a lo que llevan ofreciendo y uno de los toques de clase es el haber grabado los arreglos finales en una torre costera cerca de un faro del canal de la Mancha. Hay mucho sintetizador y unos constantes cambios de tiempo tan complejos como efectivos. Por cierto, la portada recuerda horrores a la de un directo de Alan Parsons. ¿Homenaje?
Combinan temas extensos con canciones más directas manteniendo su estilo y clase. El tema que da titulo al disco es la que abre con la voz de una niña que te emplaza a relajarte y disfrutar de la que es, muy probablemente, lo más logrado del disco. Vale la pena ver el videoclip también, una excelente demostración de hasta donde puede llegar el combo.
En “Terrestrial” hay más dejes a lo Dream Theater, poblados de coros y de muchísimos detalles técnicos en ejecución, pero también a la hora de jugar con la estructura cambiante. Los teclados rodean el tema y es Jem el que luce especialmente con una gran línea vocal. Juegos de volúmenes, espacios libres y arrebatos complejos tras las baquetas que pueden llegar a sorprender (para bien). Basado en la historia y desaparición del veterano navegante Donald Crowhurst.
“Waiting for the Lie” empieza como balada, con ese repetitivo teclado y la voz susurrante del dotado vocalista. Más atractiva es “The Boy Who Stood Still” en la que hay la voz invitada del actor Jason Isaacs en la introducción. Es una de las piezas más sorpresivas e interesantes, con ese toque moderno y unos coros en el estribillo sumamente originales. Añaden efectos de sonido y voces que salpican toda la obra.
El mar acaricia el faro en “Island Life” para marcarse algo tremendamente accesible con filtros de voz replicando a Jem. Hay pasajes orientales incluso y un trabajo de baterías sencillamente apabullante a la vez que cede protagonismo al resto de instrumentos y a la canción. Y ya que la acción se sitúa en una isla, que no falte ese final con el S.O.S en código Morse.
Esperaba algún momento teatral y sentido y este llega en “Kill the Orchestra”, otra de las más notables del trabajo. Es extensa y posee una entrada que pone los pelos de punta con ese excelente piano de Jem Godfrey. Antes “Skywards” completa el disco sin estridencias ni inventos. Ecos y efectos en los pads de batería para un medio tiempo bastante definitorio del estilo que practican. Todo se completa con la más electrónica y libre “Repeat to Fade”. Ampulosa y basada en un buen riff de sintetizador que va acompañado de voces operísticas.
Frost* suelen cumplir siempre y más con todo un John Mitchell entonado y productivo. Técnicamente es un trabajo impecable en el que sobresale tanto el bajo de Nathan King como las participaciones de los tres bateristas. Musicalmente no sorprende pues es una obra que entronca bien con lo ya aportado anteriormente a pesar de que hay canciones realmente conseguidas, y más con el tremendo cometido vocal de Jem. El rock progresivo actual es rico y fértil, por lo que Frost* pueden lucir influencias y dotarlas de personalidad propia.