A nadie se le puede escapar que Kai Hansen es el padre del estilo que reunió en la segunda mitad de los 90 y principios de los 2000, el power metal. Una de las mentes más brillantes del estilo, un tipo con un carisma que tira de espaldas (a pesar de que la entrevista que hicimos a la gente del Ripollet Rock hizo que perdiese parte del respeto que le tengo), el alemán bajito lleva ya tres décadas en esto de la música, y a parte de participar en un sinfín de grupos, es/fue el alma mater de dos de los pesos más pesados del estilo, Helloween y Gamma Ray. Si con los primeros parió las dos obras más maestras de la música moderna, con los segundos consiguió estar arriba de todo y que esperar un nuevo disco suyo, fuese cual fuese el grupo, te llenase de esa impaciencia nerviosa tan molona. Quizá Helloween era algo más compartido, así que podemos afirmar que Gamma Ray es puro Kai Hansen.
La discografía de los rayos gamma es extensa y exitosa, aunque para mi gusto sólo tiene tres discos de excelente o matrícula de honor. Los primeros, con Ralpf scheepers (Primal Fear) a la voz son buenos discos, no cabe duda, pero para el abajo firmante no es hasta Land of the Free (1995) que el grupo explosiona. Ese disco y los dos siguientes, Somewhere Out in Space (1997) y Power Plant (1999) son una de las trilogías más aplastantes e imprescindibles del estilo. A partir de este último, la carrera de los germanos empieza a ir cuesta abajo. Seguirían sacando buenos temas, por supuesto, pero los excesivos “homenajes” a otras bandas, la repetición sobre sí mismos y el propio declive del estilo hicieron que los rayos brillasen mucho menos. ¡Pero que a nadie se le olvide aquella trilogía! Por ella estamos hoy aquí, celebrando el 20 aniversario del último gran disco de Kai Hansen, Powerplant. Algunas de las notas que se le han puesto son, por ejemplo, 8.5/10 en MetalStorm o 3.5/5 en SputnikMusic. Para mi rozaría el 9/10.
Como digo, veníamos de dos obras absolutamente cumbres del grupo y del estilo. Kai Hansen estaba y estaría colaborando de forma más o menos estrecha en todos los fregaos (Blind Guardian, Iron Savior, Avantasia, etc.) y su popularidad se podía contar en las miles de camisetas que veíamos. Igualar lo que había hecho era muy difícil, no digamos superarlo. ¿Lo consiguió? Por lo menos estableció la que podemos considerar formación clásica de la banda, con Henjo Richter a las guitarras, Dan Zimmermann a la batería (¿qué ha sido de él?), Dirk Schlächter al bajo y el propio Hansena la voz y guitarras.
Más allá de fijarnos en cada una de las pistas, que luego haremos, es interesante entender su música y su concepto. Seguimos con el ambiente espacial-futurista, tocando (en estética y temática) cositas del antiguo Egipto, ambas cosas claves en la identidad del grupo. Musicalmente lo encuentro un híbrido perfecto entre lo que fueron y lo que serían. Es el más heavy de sus discos power y el más power de su estilo más heavy. “Anywhere in the Galaxy”, el tema que abre el disco con un golpe directo a la mandíbula, “Short as Hell” o incluso “Gardens of the Sinner” tienen ese gusto más heaviata (no valoro “Heavy Metal Universe” porque es uno de esos homenajes que tanto usaría el grupo, en este caso a Manowar), mientras que otros cortos absolutamente hímnicos, como “Send Me a Sign” (que repite la misma estructura que “Valley of the Kings”, de Somewehre Out in Space que a su vez sigue el mismo patrón que el gran himno power, “I Want Out” de las calabazas), o “Hand of Fate” se decantan más por la vena powermetalera. Un híbrido de todo ello es la tremenda pista final, una de las más celebradas del grupo, “Armageddon” o la versión absolutamente imprescindible del “It’s a Sin” de Pet Shop Boys.
Mirando (muy por encima, que si no se hace demasiado largo) los temas, empezamos con el ya citado “Anywhere in the Galaxy” y su inicio casi sigiloso para dar paso a un auténtico vendaval rítmico-guitarrero machacón con cambios de ritmo interesantes. En directo es un huracán. “Razorblade Sigh” tiene un cierto gustillo priestiano, quizá a su “Jawbreaker”, que lo hace interesante, aunque no es de mis preferidas. El tercer corte, “Send Me a Sign”, como ya hemos dicho, es Kai Hansen y Gamma Ray al 100%: melódica, pegadiza, facilona y muy muy coreable, desde su inicio con la tormenta y el teclado hasta el estribillo.
Con el cuarto tema, “Strangers in the Night” se demuestran varias cosas: que Zimmermann es un excelente compositor, además de batería, que la velocidad siempre viene bien y que hay veces que auténticos temazos pasan al olvido por alguna razón inexplicable. Lo mismo podría decirse de “Gardens of the Sinner”, aunque a este no lo han olvidado tanto. Del sexto corte, “Short as Hell”, ya hemos hablado. Corto, muy heavy, muy poco power y uno de los temas que menos me gustan del álbum.
Llegamos a otro de los puntos álgidos del álbum. “It’s a Sin”, el cover de los Pet Shop Boys, está tremendamente bien conseguida. Si no supieras que es de otro grupo, podrías pensar, perfectamente, que el tito Hansen la ha compuesto, y en versiones, creo que ese es el mayor halago que se puede hacer. El octavo tema es el primer gran “homenaje”, como ya se ha dicho. “Heavy Metal Universe” es Manowar 100%, como más tarde habría temas calcados a, por ejemplo, Judas Priest. Creo que el grupo tiene suficiente talento como para dejar estas cosas a un lado y dedicarse a hacer lo suyo.
“Wings of Destiny” y “Hand of Fate”, los cortes noveno y décimo, son quizá los que más se han olvidado. Sin ser malos temas, sí es cierto que en un ranking estarían en la parte baja, pero sirven de preludio para “Armageddon”, el último corte en la edición normal y, quizá, el mejor del disco. Más de 8 minutos que lo tienen todo, muy a lo “Land of the Free”, y que en directo ha sido coreado mil una veces. Power, heavy, melodía y potencia, se podría haber llamado como el propio disco, pues es el eso mismo. Una de las básicas de Gamma Ray.
La edición japonesa cuenta con el cover de Rainbow “Long Live Rock n’ Roll”, que apareció en el disco tributo a Dio.
Y sí, así llegamos al final del que, para mi gusto, es el último gran disco del padre del power metal. El listón estaba demasiado alto, el estilo empezaba a agonizar y la leyenda se comió a la persona. La Bruja Loca, como he escuchado llamar a Hansen, no supo, o pudo, superarse a si mismo, pero desde luego nos dejó una colección absolutamente admirable. ¡Por muchos años más, Power Plant!
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.