Soy de los que piensan que Kai Hansen es un superdotado y uno de los mejores compositores de la historia del heavy metal y defenderé a capa y espada que todo lo que hizo desde la maqueta de Helloween hasta Power Plant (1999) no merece otra cosa que quedar enmarcado. Luego pecó de autoplagio y ya nunca volvió a ser el de entonces más allá de chispazos de genialidad. También soy consciente de que Sigh No More no es el disco favorito de nadie, pero si alguien es capaz de considerarlo malo… debería volverlo a escuchar otra vez.
Kai Hansen había abandonado Helloween hacía unos años y las calabazas de Hamburgo se habían estrellado mientras que él revivía y empezaba de cero con todo un Ralf Scheepers dotado de una voz prodigiosa. Eran tiempos experimentales que apuntalaban el proyecto, que nunca terminó de verse como algo sólido más allá del mercado japonés, muy a pesar de que la calidad rebosa en su anterior debut bajo el nombre de Heading for Tomorrow. Pero tengamos claro que Sigh No More no hizo precisamente crecer al grupo en cuanto a popularidad pese a ser un segundo disco.
Parte de la culpa la tiene la grotesca portada, una de las peores de la historia del heavy metal. ¿Puede cargarse un disco una portada horrible? Pues sí, pero también hubo más cositas, como un enfoque temático y musical más oscuro. Y si miramos al plantel que había la cosa es más que potente con todo un Uli Kusch (posteriormente en Helloween y Masterplan) entrando a la batería y Dirk Schlächter a la guitarra. También estaba por allí Piet SIelck (Iron Savior) en tareas de control y un Uwe Wessel al bajo.
El disco
Si vamos a la excelencia manifiesta hay que pararse en la monumental “One With the World”, en la que todo es perfecto y que, un poco, rompe un poco esa pátina triste del disco. La firma Kai y es un tema que se aleja mucho de lo que le hará triunfar posteriormente en Land of the Free. Obviamente la labor de Scheepers es espectacular. La lección de verso + puente + estribillo es monumental. Siempre me ha parecido una de las mejores canciones de la historia de Gamma Ray, y cuando Ralf empezó con Primal Fear la tocaba en directo con ellos. Los teclados tienen un gran protagonismo, pero sobre todo el feeling y la cadencia. Los coros son gentileza de Kai a la voz principal.
Antes el disco empieza de forma oscura con otra de las grandes: “Changes”, que ya marca un poco el tono cenizo y triste del disco. Demostración rotunda de Scheepers en tonos graves para luego subir sin problema alguno. Personalmente siempre he creído que el mejor Ralf lo encontramos en los tres primeros discos de Gamma Ray. Es por ellos que Judas Priest estudiaron llevarlo como substituto de Rob Halford en su día. Aquí la guitarra de Kai y Dirk tiene momentos soberbios, pero no deja de ser un tema raro y algo experimental.
Otra de las más apreciadas es “The Spirit”, que cierra el disco y da a Uwe Wessel su cuota de protagonismo al bajo. Gran tema, que ha ido apareciendo en algunos directos con un estribillo inmaculado. Una de las joyas ocultas es el espíritu acústico de “Father and Son”, tan brillante como extraña. No la identificas para nada con lo que es el sonido Gamma Ray, pero hay algo especial allí, y se hace palpable a la escucha.
“Rich and Famous” explora lo que posteriormente será el power metal como tal y conecta con el espíritu de los Keepers e incluso con ese himno que fue “Heaven Can Wait”. Para mi gusto hay algo excesivo en el estribillo con coros añadidos que restan credibilidad y de los que se van a desprender sabiamente para Land of the Free. Felicidad y buen rollo con estribillo de puño en alto. ¿El problema? Pues que la temática no es metálica, pero la pica en Flandes para el power metal está puesta. Tommy Newton se excedió en la producción, pero es muy acorde con lo que es el disco, por mucho que contraste con el halo triste general. Tengamos claro que es un tema 100% Hansen, es decir, letra y música son suyas. Scheepers vuelve a estar espectacular, por cierto.
También hay momentos más bajos en esta obra y uno de ellos es “(We Won’t) Stop the War”, muy acorde con los tiempos en cuanto a mensaje, pero con unos arreglos de petardeo y que pueden recordarte al Chamaleon de Helloween. Hay temas que pasan bastante de refilón más allá del cariño personal que yo les pueda tener, y una de ellas es “As Time Goes By”. Es una cabalgada puramente Helloween, con ese bajo incesante y un gran trabajo de guitarras que fructifica en un gran estribillo excelentemente cantado por Scheepers, pero poco más.
De entre lo más pasable encontraremos “Start Running”, de la que se nota que son Wessel y Scheepers los artífices y mentes pensantes. Concesiones que daba Kai para reafirmarse como grupo, a pesar de que el tema tiene su mérito. Sería en Land of the Free cuando diría basta y compondría hasta un 90% del material. “Countdown” es obviable y con aires de “Living after Midnight” de Judas Priest ya desde el inicio. Correcta y poco más. Incluso queda algo fuera de sitio ese solo con wah wah. De todas formas, esa onda sería explotada con grandes resultados posteriormente en el siguiente disco con “Brothers”.
Y llegamos a uno de los grandes momentos del disco como es “Dream Healer”. Es un tema muy pensado para el directo que posee ese pasaje en la que va nombrando colores, y los focos de la sala irán cambiando en cada color que nombre. Extensa, trabajada y muy notable, con dejes casi arábigos. Esas guitarras dobladas de inicio enamoran y Kai canta parte del tema siendo una de las mejores canciones de los tres primeros discos de Gamma Ray.
Veredicto
Si miras las críticas de Sigh No More van desde la genialidad a lo correcto y poco más. Es de los discos más difíciles de Gamma Ray, y está bien así, pues no resulta fácil, pero cuando entras puedes apreciar la genialidad y las ganas del grupo de buscar una identidad que nunca se terminó de encontrar. Fue justo cuando Ralf abandonó el grupo y Kai tiró por el heavy metal de toda la vida que la cosa despuntó a unos niveles inesperados. Creó o dio nombre a todo un movimiento: el power metal o como lo que llamábamos entonces: metal alemán.
Los tres primeros discos de Gamma Ray son de una riqueza y una valentía absoluta que puede seguir sorprendiendo actualmente. No hay ataduras y las musas están acampadas en su materia gris. Cada corte tiene algo que merece ser recordado, pero tampoco situaremos el disco entre lo mejor que hizo. Si eres fan de Gamma Ray sabes que este trabajo es uno de los grandes incomprendidos de toda su discografía.