“After Hours es una exploración de la época de Stax -sello discográfico de blues de los años 60-, el sonido de Memphis, mientras que el otro disco estaba más basado en el blues británico. Después de descubrir este estilo, empecé a escuchar cosas distintas, como artistas negros, gente original del blues en la línea de Albert King, Freddie King o B.B. King. Este LP va en este camino, está basado más en el feeling rhythm n’ blues con metal y voces femeninas. De esta forma tiene más sabor.”
Solo puedo tener elogios hacia un monstruo como fue Gary Moore y al que pude ver una noche en Barcelona. Fue en el Sant Jordi Club y todavía no había hecho el giro final en el que volvía a tocar su primerizo material. El caso es que fue inolvidable. Se solía decir en el negocio que todo el mundo quería ser como Moore ya que cantaba bien, tocaba la guitarra de una forma extraordinaria y era capaz de componer canciones maravillosas. Y un poco es así, cara-cortada me parece uno de los más grandes genios de la música contemporánea.
Había triunfado dentro del rock duro, pero Moore fue a más y no le fue suficiente lo de ser uno de los grandes dentro del hard rock y el heavy metal… Es que fue capaz de triunfar en el blues. ¿Conocen a alguien más capaz de triunfar en diferentes disciplinas y llegar al estatus de leyenda en todas ellas? (Bueno, sí… Ritchie Blackmore, pero ya hablaremos otro día de su caso).
Se le llegó a tildar de heavy inteligente por aquello de combinarlo con el pop y el folk de la tradición irlandesa, y es que Gary Moore tenia muy claro que quería llegar a hacerse un hueco dentro del circuito mainstream y de ser reconocido como el gran músico que era. Tocar blues era algo natural para él, aunque los más puristas siempre dijeron que tocaba demasiado rápido. ¡Y es que esa es la clave! Conseguir llevar el blues a su persona y estilo. En After Hours puedes percibir el poso de heavy metal con lo que venía. Tampoco era una novedad en el fondo… A sus inicios me remito.
Hubo un cambio más importante en este disco que respecto al anterior Still Got the Blues (1990). Obviamente el mero hecho de pasar de hard rock a blues ya es un cataclismo, pero… en el fondo, en ese disco la guitarra seguía siendo la protagonista. En After Hours lo sigue siendo, aunque los coros y los arreglos van ganando terreno. Es un homenaje a otra etapa del blues que vino más tarde. Personalmente considero que este disco está la altura de Still Got the Blues.
El disco
Esta obra es tan accesible como golosa y engancha desde el comienzo con la excepcional “Cold Day in Hell”. Los vientos ya aparecen antes de que Moore empiece a cantar y… lo hace como los ángeles, de la misma forma que acaricia las seis cuerdas. Hay el añadido de esas voces femeninas de apoyo y una sensación de felicidad y de clase sobrada. Por cierto, el título es un homenaje a la película de Scorsese de 1985.
En “Don’t Get Lie to Me (I Get Evil)” hay esa figura retórica del “maléfico”, algo presente desde los tiempos de Robert Johnson. Aquí queda todo desenfadado, con muchos vientos y con su guitarra jugando al eco y replicando lo que hace la voz. La facilidad con la que se desenvuelve es insultante. Realmente Gary había nacido para tocar blues, y lo hacía de maravilla. Atención a “Story of the Blues” pues es un tema que solía aparecer en sus directos con mucha presencia. Mucho feeling y delicadeza para un tema básico en el que puedes ver todo el potencial del maestro norilandés.
Personalmente me quedo con esa tremenda “Only Fool in Town” pues en ella encaja los tres mundos posibles que aquí se nos muestran. Por un lado, el blues clásico de raíces, por otra el blues de Memphis del sello Stax, y por la otra… no puede reprimir que es un solista de hard rock y ataca unos solos impresionantes y rápidos que conectan con su etapa más dura. Los vientos dan todo ese colorido a una composición que apenas tuvo vida en directo. Atención al pirotécnico final del tema.
Luego toca hablar de las grandes colaboraciones y es en “Since I Met You Baby” cuando irrumpe el rey de reyes turnándose a las voces con el de Belfast: el gran B.B. King, que ataca el segundo verso. Era un match en toda regla: el rey del estilo junto a la emergente estrella del blues. Es brillante… Pero lo es tanto como esa maravilla titulada “Separate Ways”, una balada abluesada con la irresistible voz de Carol Kenyon. Otra vez aquí Moore nada entre dos aguas consiguiendo un resultado estelar que apunta al gran público.
Luego hay un ejercicio machacón y eléctrico de menos de dos minutos con alma de rock n’ roll salvaje y con voz casi negra: es el “Key to Love”, versión de John Mayall. Busca el contraste el maestro con esa pausada y reposada “Jumpin’ at Shadows” (de Dustin Bennett), con esa maestría en las baquetas de Anton Fig. Un tema que busca el blues más de raíces, dando protagonismo total a las voces y yendo acompañado de batería y teclado de inicio. Luego hay fraseos y solos de guitarra cargados de emoción.
La histórica canción de Milton Campbell “The Blues Is Alright” viene cargada con todo un Albert Collins participando. Súmale a ello voces femeninas y el empaque de un bajista de la talla de Bob Daisley y ya tienes una de las fijas en su repertorio. La gracia es que la guitarra de Collins se nota y se diferencia de la de Moore, consiguiendo algo muy rotundo.
En “The Hurt Inside” mantiene el nivel con un meloso medio tiempo muy acorde con lo que ofrece en el disco, si bien a medio tiempo, aunque no la subrayaría como lo más destacado precisamente. Vuelve a aparecer la figura del diablo en las letras. Finalmente queda “Nothing’s the Same” en la que hay mucho de balada rock y cierto aroma al “Still Got the Blues”. Buena coda de más de cinco minutos con el oboe de Richard Morgan presente.
Veredicto
Nunca entenderé el por qué Moore siempre ha estado minusvalorado en el negocio, o si más no, no ha alcanzado el estatus que siempre ha merecido. Se sigue la lucha para que tenga su propia estatua como Lynott tiene la suya en Dublín y de verdad que la merece tanto como su amigo-enemigo. Cuando se juntaban siempre hubo magia a borbotones.
After Hours me parece el disco ideal para entrar en su etapa blues, incluso más que el bombazo que fue Still Got the Blues. Es un disco brillante y los teclados, vientos y coros femeninos le dan un feeling especial y lo hace apetecible para todos los públicos. Además, cualquiera puede percibir que lo de Moore es de escándalo, mas allá de las grandes colaboraciones o del indagar en versiones de clásicos básicos. Es un auténtico disfrute.
El disco llegó al número 4 en Inglaterra y al número 1 en Suiza y Suecia. Más allá de los números, lo que te puede dar una idea del coloso que era Gary Moore es que dotó al blues de clásicos modernos, que obviamente no están a la altura ni en la popularidad de “Still Got the Blues”, pero que son maravillas. “Cold Day in Hell”, “Story of the Blues”, “Separate Ways” y “The Blues Is Alright” son joyas absolutas. Además, Collins y King colaboran aquí para darle el relevo… Y el elenco de músicos es estelar. Gary Moore está infravalorado, pero… él infravaloró también After Hours.