El pasado 6 de febrero se conmemoraba el triste noveno aniversario de la muerte de Gary Moore. Ocurrió mientras dormía en la cama de un hotel de Estepona, Málaga, lugar en el que se encontraba disfrutando de unos días de vacaciones. Es justamente ahora, un mes más tarde que su álbum más famoso y en su día polémico entre los fans más “duros”, de su extensa discografía, cumple la friolera de 30 años.
El 26 de marzo de 1990, Gary Moore publicó Still Got the Blues convirtiéndose en un punto de inflexión en su carrera convirtiéndose en el trampolín para lanzarse a la carrera del blues rompiendo con su anterior etapa hard & heavy.
Gary Moore estaba dotado de un don especial. Con 10 años le regalaron una vieja guitarra acústica, demasiado grande para un niño de su edad, con la que aprendió a tocar. Hasta los 14 no pudo hacerse con otra vieja guitarra, eléctrica al fin, liberando a las jóvenes articulaciones de su cuerpo de las duras cuerdas de la acústica. Esto hizo que desarrollara una habilidad y una técnica a las seis cuerdas que le sirvió para establecer amistad con su gran amigo Phil Lynott y formando parte de las formaciones Skid Row y Thin Lizzy.
Visto desde la actual perspectiva es curioso que no pudiera comprarse su primera guitarra hasta los 18 años, comprada de segunda mano al entonces miembro de Fleetwood Mac Peter Green,
Tras una notable carrera en solitario durante la década de los 80, moviéndose en el hard rock y heavy metal, dejándonos joyas como Corridors of Power (1982) o Wild Frontier (1987) por poner un par de ejemplos, el bueno de Gary decidió, al final de la década, dar un vuelco a su carrera volcando su habilidad e ingenio por otros caminos alejados de tanta distorsión.
Contando de nuevo con la colaboración de sus ex compañeros, y músicos de lujo, Don Airey (teclados. Deep Purple, Rainbow, Ozzy Osbourne), Bob Daisley (bajista en Ozzy, Black Sabbath, Uriah Heep) y Brian Downey (batería en Thin Lizzy) entraron a grabar el que será el disco más polémico y alabado a partes iguales, Still Got The Blues (1990). Década nueva, etapa nueva.
Moore ya había demostrado su debilidad por el blues, en su anterior Wild Frontier (1987) ya nos dejó una maravilla como “The Loner” que perfectamente podría haber encajado en este disco.
Visto desde la distancia está claro que la decisión del músico irlandés de indagar en el blues rock fue todo un acierto. Hace años leí -no sé dónde aunque me hubiera gustado encontrarlo para ponerlo en este artículo- una opinión de un periodista en el que tachaba a Moore de renegado del rock e hipócrita del blues. Unas palabras que seguramente se habrá comido aunque a decir verdad era una opinión generalizada en los purista de ambos estilos. Los mismos fanáticos del blues le reprochaban que tocaba demasiado rápido. Sea como fuere, lo importante es que hablen de uno aunque sea mal.
Los 90 fue década en la que el blues y el blues rock estaba de enhorabuena, gracias al magnífico Blues Alive (1993) entré en contacto con el artista y el género musical. A su vez, Eric Clapton nos rompió el corazón con su Unplugged (1992) para después deleitarnos versionando a los clásicos con su vuelta a la cuna del blues con From the Cradle (1994), Albert Collins publicó Iceman (1991), alucinábamos con Raimundo Amador colaborando con el gran (en todos los sentidos) B.B. King y una década más tarde de su publicación los colegas aún flipábamos escuchando y viendo a los Blues Brothers. Así, ¿qué más se puede pedir?
Pero vamos al disco, que nos perdemos en la nostalgia. Still Got the Blues fue un auténtico éxito de popularidad y ventas a pesar de las citadas críticas por parte de los puristas.
Tras su lanzamiento el disco superó las 500.000 copias vendidas en Estados Unidos, convirtiéndose en Disco de Oro, y las 300.000 en el Reino unido, otorgándole el Disco de Platino.
El éxito no es para menos, pues nos encontramos con canciones que son una delicia (propias y ajenas, ya que también incluye alguna cover que en su día creí suyas) y colaboraciones de auténtico lujo como las de George Harrison (Beatles), los clásicos bluesmen Albert Collins y Albert King o el fundador de Fleetwood Mac, y propietario de la primera guitarra comprada por Moore, Peter Green.
Darle al play es entrar directamente al blues rock alegre y accesible de “Moving On”. Ese aura ZZ Top la convierte en una canción que puede animarte en cualquier tarde de aburrimiento o entrar en la categoría que tanto me gusta de música para conducir, reproduciendo la batería sobre el volante. El solo central es solo un aperitivo de lo que aún tendrá que mostrarnos.
“Oh Pretty Woman” cuenta con la guitarra y la voz de Albert King, autor original de la canción, fue de las primeras canciones que escuché de este disco junto a la que da título al disco. Recuerdo perfectamente dónde fue y con quien. Amig@s de Sant Boi, ¿recordáis el bar La Escalera?
El riff inicial te coge por sorpresa dando paso a toda la banda para frenar y acompañar el estilo elegante de Moore. Las trompetas y el saxofón entran en escena para crear una sólida base que aportan riqueza a la aparentemente sencilla labor de bajo y batería sobre la que Moore extiende sus magistrales solos. Estamos enganchados y vamos sin frenos continuando por esta carretera sónica. Excelente trabajo de producción en el que podemos escuchar perfectamente todos los instrumentos implicados en las composiciones.
El entrecortado inicio seguido de “You know I love you, you know it’s true…”, altamente coreado en multitud de ocasiones, sigue, a día de hoy, poniéndome las pilas. Alegre y movida, en esta ocasión piano y armónica comparten protagonismo alrededor de la guitarra de Moore. Aquí encontramos la primera cover del disco. La canción original es un ligero blues de Jimmy Rogers que Moore adaptó a la perfección a su estilo dotándola de un cuerpo y una personalidad que perfectamente – y aquí los puristas me crucificarán – supera a la original. Si canciones como esta no te animan es que estás muerto.
“Still Got the Blues” podría compararse al “Still Loving You” de Scorpions. Para nada en estilo y temática, pero sí en el sentido de canción universal que todo el mundo conoce y relaciona con el artista. Además, siempre me quedará la duda de si son conscientes, en el caso de Gary Moore si fue consciente, de lo que ambas canciones han influido en el aumento de la natalidad.
“Still Got the Blues” es bella y desgarradora, consiguiendo de la misma manera que su “Parisienne Walkways”, erizarme la piel y aflorar lágrimas en los ojos con cada una de las notas extraídas de la guitarra. ¿Canción perfecta? Para el resto no sé, para mí está incluida en mi lista.
El lento inicio de “Texas Strut” sirve para coger impulso tras el “one, two, three, four!” de Moore y recorrer de nuevo la carretera. Si “Moving On” tenía aroma ZZ Top, aquí rebosa toda su esencia. Los guiños a “The Grange” de los barbudos tejanos está más que presente. Sólo hay que escuchar el “ho ho ho” el el minuto veinte de canción o el riff que suena a los tres minutos y quince segundos. Blues, country y rock se fusionan perfectamente. Pero quietos ahí, ¿suena Deep Purple? El órgano a los dos minutos y veinticinco segundos así se manifiesta. Finaliza lentamente de la misma manera que comienza. Orgía musical concentrada en casi cinco minutos.
Trompeta, saxo y piano vuelven a aparecer en “Too Tired” y la espectacular batalla guitarrera junto a Albert Collins, enlazando con “King of the Blues”, viniendo a la cabeza la peliculera e icónica imagen de los locales de jazz y blues, con el humo en el ambiente y bourbon servido en las mesas. El teclado de “King of the Blues” flota mezclado con los instrumentos de viento. Los dedos de Moore se mueven ágiles sobre las seis cuerdas extrayendo gritos de placer apoyado por la imponente base de bajo y batería.
Es hora de recostarse en un cómodo sillón, apagar las luces y disfrutar de nuestra bebida favorita mientras suena la maravillosa “As the Years Go Passing By”. Lenta, melancólica, ideal para los nostálgicos días de lluvia. Podemos alargar nuestro momento con “Midnight Blues”. En serio, tengo amigos auténticos fans de la época hard & heavy del músico irlandés que se deshacen con la etapa iniciada con este disco, así que no entiendo las críticas vertidas por los puristas del blues. Soy un auténtico extraño en el mundo del blues, pero maravillas como las ahora citadas son un ejemplo del absoluto respeto de Gary Moore hacia los clásicos del género.
Hasta aquí llegaríamos a la edición clásica publicada en vinilo en aquel año, pero como solía ser costumbre, en la edición en CD incluyeron tres canciones que no cabían en el formato original. Afortunadamente tuvieron cabida tres colaboraciones de lujo como las de George Harrison, autor de “That Kind of Woman”, en la que ambos comparten voces y guitarras.
“All Your Love” original de Ottis Rush, es otro de los homenajes que Moore hace a los músicos que le han influenciado, aportando una ligera versión alejada de la tosca producción de la original. Dinámica y guitarrera canción.
De la misma manera ocurre con la final “Stop Messin’ Around”, original de Fleetwood Mac, escrita por su mentor Peter Green. Supongo que el hecho de no convertir este disco en un Greatest Hits o un disco homenaje dejó fuera esta última maravilla que perfectamente podía haber encajado en medio de las demás.
Definitivamente, nos encontramos ante lo que ya he denominado como punto de inflexión en la carrera del músico irlandés, llegando a sus cotas más altas de popularidad y ventas con su posterior “Blues Alive” (1993), otra de sus maravillas discográficas y audiovisual en las que nos dejaría boquiabiertos con su magnífica interpretación de la mítica “Parisienne Walkways”, alargando la nota más de 20 segundos antes del solo.
Por suerte el tiempo le dio la razón y los talibanes musicales del blues y el hard rock han enterrado sus hachas de guerra rindiéndose al talento de Gary Moore y la magia de sus dedos sobre las seis cuerda de su Les Paul.
Amante del metal en su variedad de estilos. Vivo con la esperanza de poder llegar a viejo acudiendo a salas de conciertos y festivales. Si los rockeros van al infierno, que me guarden sitio y una cervecita.
Salud y Heavy Metal.