Ante la falta de información clara y definida sobre la fecha exacta del lanzamiento de Victims of the Future (1983), hemos establecido su 40º aniversario en este primer día de diciembre sin tener la certeza de si es del todo correcto (ya esperamos podáis entender que no siempre es fácil dar con los datos precisos después de tantos años). Muchas fuentes nos emplazaban a diciembre de 1983, otras a febrero de 1984, y después de indagar sobre ello, hemos llegado a la conclusión que la primera de ellas responde a la fecha en que Victims of the Future vio la luz en el mercado europeo, y febrero de 1984 en el americano. En lo que sí coinciden las distintas fuentes consultadas es en que se grabó en tan sólo dos meses en los estudios de Londres Townhouse, septiembre y octubre de 1983, y que fue producido por Jeff Glixman (quien se había dado a conocer en la década anterior por consagrar a la banda Kansas). Para dicha grabación, Gary Moore se hizo rodear de músicos con los que ya había trabajado en álbumes anteriores (Neil Murray, Ian Paice, Mo Foster y Bobby Chouinard) y de algún nuevo fichaje (Bob Daisley y Neil Carter), todos ellos reputados músicos ya por aquel entonces. Hasta tres bajistas (Bob Daisley, Neil Murray y Mo Foster) se reparten las funciones de dicho instrumento, así como un par de bateristas (Bobby Chouinard e Ian Paice) hacen lo propio con el suyo. A los teclados, únicamente aparece Neil Carter, quien asimismo participa en la composición de tres temas (“Victims of the Future”, “Empty Rooms” y “Murder in the Sky”). Valga decir que las tareas vocales y de guitarrista único recaen sobre la figura de Gary Moore (quien ya se había estrenado como vocalista en su anterior trabajo, Corridors of Power) a excepción de las voces secundarias prestadas por Neil Carter, Neil Murray y Noddy Holder.
Victims of the Future es el cuarto álbum de la carrera en solitario del guitarrista norirlandés Gary Moore. Si en su anterior trabajo, Corridors of Power (1982), consiguió bastante notoriedad en los mercados europeos y japoneses a base de practicar un hard rock / heavy metal melódico, en Victims of the Future Gary Moore abogó por endurecer un poco esa misma fórmula en un intento por agradar al mercado americano en la misma medida. La jugada no le salió mal del todo y consiguió la posición número 172 de la lista Billboard 200 (en UK llegó alcanzó la posición 12 de los UK Album Charts). La edición americana contó con cambios respecto a la europea, como por ejemplo una portada distinta, en la que se plasmó en forma de dibujo una maltrecha ciudad futurista. Se alteraron el orden de las canciones, se añadió una (“Devil in Her Heart”) en detrimento de “All I Want” (que tan solo apareció como bonus en la versión casete) y se retocó “Murder in the Sky”, eliminando su intro de guitarra, variaciones todas, imaginamos, más que estudiadas para encajar mejor con ese mercado. La portada original europea se caracteriza por su sencillez, mostrándonos el resaltante nombre de Gary Moore en letras rojas enmarcado dentro de un triángulo blanco, y el título del álbum justo en el exterior, de un rojo menos intenso y grosor inferior, todo ello tras un fondo negro. Dicha portada sigue la línea cromática de su predecesor, Corridors of Power, e incluso comparte elementos comunes, por lo que su funcionalidad continuista queda más que patente y ayuda a asentar una imagen propia.
Victims of the Future fue un gran éxito comercial a nivel mundial y ayudó a consolidar el nombre de Gary Moore como uno de los mayores guitarristas de su época. Si bien su carrera posterior coincidió en el tiempo con figuras de la talla de Eddie Van Halen o Yngwie J. Malmsteen, su estilo y sonido más crudo y visceral (y menos basado en la virguería ultra técnica como en el caso de los otros dos guitarristas mencionados) siempre ha sido nombrado como referente por muchísimos guitarristas. Gary Moore fue un músico polifacético capaz de moverse con soltura y solvencia en todos los ámbitos posibles de la guitarra, tanto en la creación de riffs como de solos (que solían comenzar de una manera tranquila para acabar convirtiéndose en un auténtico torbellino), con contundencia o con sensibilidad máxima, pero siempre poniendo el foco en la melodía y el sentimiento por encima de todo.
Puestos en situación es momento de traer de vuelta las sensaciones que despertaron en su día los temas incluidos en Victims of the Future y que continúan vigentes aún hoy en día.
Comienza el álbum con el homónimo “Victims of the Future” que, curiosamente, no fue lanzado como sencillo aun tratándose de un tema muy asequible y definitorio de la propuesta de Gary Moore de la época. Sin ser una pieza demasiado contundente, más bien podríamos definirla como un medio tiempo, su temática sí resulta más rabiosa y apuesta por abordar asuntos comprometidos de carácter socio-políticos (como nos encontraremos más adelante en “Murder in the Skies”). Tras una lenta intro acústica, el tema se desarrolla de una manera bastante estándar, en el que destaca un doble solo de guitarra (uno justo a mitad del tema estilo in crescendo, y otro que sirve de outro) y unas tesituras vocales que se mueven en tonos más agudos de los habituales en Gary Moore. Más animado empieza “Teenage Idol”, un tema mucho más rockanrolero que su predecesor, que nos lo podemos imaginar incluso sonando en una pista de baile, pues su estructura repetitiva (en riff de guitarra y estribillo) y animosa se presta a ello. Lo más destacable de él, el punteo intercalado con ese riff recurrente a modo de llamada/respuesta.
En tercer lugar, nos encontramos con una versión bastante personal de The Yardbirds llamada “Shape of Things”, banda admirada por Moore pues en ella participaron dos de sus principales influencias a la guitarra, Eric Clapton y Jeff Beck. Este tema pertenece a la era de este último, y aunque se respeta su estructura, se endurece un poco su estilo para llevarla al terreno deseado por Moore. Seguimos avanzando y nos encontramos al final de la cara A con una de las mejores baladas que Gary Moore compuso en toda su discografía, “Empty Rooms”, escogida como sencillo y regrabada en diversas ocasiones con pequeñas variaciones, siendo la más famosa de ellas la aparecida en el disco posterior al que nos ocupa, Run for Cover (1985). La guitarra de Moore queda en un segundo plano en el desarrollo de este tema, y son las dulces melodías vocales y de teclado (no olvidemos que el teclista Neil Carter es co-compositor del tema) las que se llevan el peso más importante. Sin embargo, menos es más aquí, y la pequeña intervención acústica de la guitarra que suena por encima del teclado en el solo es suficiente para emocionar al máximo, manteniendo esa intensidad dramática con la aparición de un bajo sin trastes a continuación, y culminado finalmente por un tramo de guitarra eléctrica en el que la sensibilidad es máxima. Gary Moore es un maestro en saber jugar con las intensidades de su instrumento, si hay que tocar lento porque así lo requiere el desarrollo de un tema, no tiene ningún problema en hacerlo, relegando ese ataque más furioso del que es capaz para otras situaciones más convenientes.
Y ya que acabamos de nombrar la furia, así se inicia “Murder in the Sky”, en contraste total a la tierna balada que nos acaba de sumir en la melancolía. Justo ahora es el momento para desatar rabia y desplegar técnica con la guitarra, copando el inicio del tema durante un minuto largo de alarde virguero, cuyo sonido un tanto sucio intencionado busca transmitirnos la sensación de la autenticidad del directo, y no tanto la de un producto de estudio. Como comentábamos al inicio, volvemos a encontrarnos con una temática comprometida, una crítica a Rusia por el abatimiento de un vuelo de la compañía Korean Airlines en el que murieron injustificadamente sus ocupantes civiles. El enfado de Moore se transmite a través de un riff agresivo y un ritmo trepidante que hacen de “Murder in the Sky” el tema más heavy de este trabajo. Genial como el sonido de su guitarra llega a emular esa caída del avión al final del tema, quedándose en solitario en una especie de lamento/quejido que pone la piel de gallina.
Y seguimos jugando a los contrastes y nos vamos al polo opuesto con “All I Want”, un tema ligero, divertido y muy comercial de temática romántica, pero sin exceso de azúcar gracias a su animado ritmo, que lo salva de caer en excesivos clichés. Son unos teclados que lo inundan todo con su presencia los que nos vuelven a traer sensaciones de comercialidad en el siguiente “Hold On to Love”, escogido como uno de los sencillos del álbum precisamente por esas melodías tan agradables que lo conforman. Llegamos al final de Victims of the Future con el tema más extraño del mismo, “The Law of the Jungle”, empeñado en recrear una atmósfera oscura y que parece cantado por el mismísimo príncipe de las tinieblas, Ozzy Osbourne. Pero no, sigue siendo nuestro protagonista Gary Moore el encargado de conducirnos por esta selva acechante de peligros. El tema es machacón a más no poder, pero así ha de serlo si quiere transmitir intranquilidad, cosa que consigue con creces.
Hemos completado de esta manera unos tres cuartos de hora de escucha de nuestra versión europea de Victims of the Future, álbum que repitió de una forma similar la fórmula estilística del anterior, Corridors of Power, y que sirvió a Gary Moore para expandir su notoriedad más allá de los mercados europeos y japoneses a base de insistencia y confianza en su propia propuesta. Como es de rigor, este éxito vino acompañado de un extenso tour mundial de presentación, del que incluso llegó a sacarse un directo en octubre de 1984, We want Moore, el cual ha llegado a considerarse uno de sus mejores trabajos en esta categoría.
Victims of the Future es justo el álbum intermedio (el cuarto) de los siete que lanzó durante la etapa de unos 12 años en los que Gary Moore abrazó el hard rock y heavy metal sin complejos. Poco después, en 1990, abandonó totalmente este estilo para dedicarse en cuerpo y alma al blues a partir de ahí. Si bien no ha renegado categóricamente de esta etapa más dura que protagonizó, sí ha dejado entrever que para él simplemente fue eso, una parte del camino necesario para reencontrar sus raíces más blueseras. Aquí le seguiremos queriendo por igual, sea tocando heavy o blues, porque lo que es innegable es que Gary Moore es, sin lugar a dudas, uno de los guitarristas más grandes de la historia.
Aficionada a la música y los viajes, aunque no sabría decidir en qué orden. Cuando los combino, ¡lo más! Amante de aprender cosas de allá donde vaya, soy un poco la suma de los lugares que he visitado y las experiencias vividas. Daría la vuelta al mundo de concierto en concierto si de mi dependiera, pero las limitaciones terrenales me mantienen aquí y ahora, así que, ¡a sacarle el máximo partido!