Gazpacho – Fireworker

Los noruegos Gazpacho (si, curioso nombre para una banda noruega) vuelven a la carga con su álbum más ambicioso hasta la fecha. El sexteto encabezado por el fantástico cantante Jan-Henrik Ohme nos trae su decimoprimer disco titulado Fireworker (2020). Formados en 1996 en Oslo, Gazpacho son una de las mejores bandas del subgénero del rock progresivo conocido como el art rock.

Contando con una discografía envidiable, la banda riza aún más su propuesta y nos ofrece una nueva propuesta dentro del ya de por si amplio catálogo. Fireworker nos trae cinco canciones en 50 minutos, abren la partida con una majestuosa suite de casi 20 minutos y cierran con otra de más de 15. Si bien es cierto que ya habían compuesto canciones de más de 15 minutos, si no voy errado, nunca habían incluido dos en un solo disco.

Conceptualmente, Fireworker sigue la tradición de la banda de mezclar grandes dilemas filosóficos, estimular inclinaciones literarias y agitar inquietudes personales. Más allá de eso, su premisa central (que la humanidad siempre ha sido, y siempre estará, controlada por una criatura eterna, infalible y omnisciente determinada a propagarse a cualquier costo) significa que Fireworker actúa como el paraguas general bajo el cual existen todos sus predecesores.

Fireworker esta pensado como un disco conceptual compuesto por una sola pieza de 50 minutos pero dividida en cinco para facilitar el trabajo al oyente. Es importante que el oyente se deje llevar por el disco de principio a fin. El disco tiene una estética musical tan mimada como perfecta. Los pasajes se sienten totalmente emocionantes.

“Space Cowboy” abre el disco de la mejor manera posible. Se trata de una suite de 20 minutos que contiene todo lo necesario para ser considerada una canción perfecta. Su arranque lento y bello que alcanza hasta el minuto 5, entonces todo se convierte en ÉPICO en mayúsculas. Con coros de estilo litúrgicos y una explosión instrumental progresiva sublime. Baja de revoluciones para retomar el camino de la calma hasta que a los 11 minutos retomamos una suave progresión que por momentos me traslada a The Mountain de los omnipresentes Haken. En el minuto 13 se metaliza el sonido para cerrar una de las mejores canciones de este curso.

En “Hourglass” tenemos un arranque lento con una instrumentación old school que me recuerda a los primeros King Crimson pero adornados con la majestuosa e hipnótica voz de un siempre impecable Jan-Henrik Ohme. La belleza va acompañando la canción hasta que nos introducen los coros semejantes a los del anterior tema y la cálida melodía del violín de Mikael Krømer en un formato parecido a un solo. Cuando el violín deja de sorprenderte muta en unos delicados teclados a modo piano totalmente imprescindibles. “Hourglass” es una canción corta pero de una intensidad brutal.

“Fireworker”, la canción que da título al disco es una canción de corte más alegre e incluso con un punto “festivo” por decirlo de alguna manera. Las progresiones no hacen acto de presencia pero la canción contiene un gancho que no volveremos a ver en este disco. “Antique” es una canción prototipo de la banda, el juego de música progresiva y voces cálidas es como siempre puntero.

Y finalmente topamos con “Sapien” y sus más de 15 minutos de duración. Otra suite imprescindible que logra erizarte la piel con su estilo épico. La canción repleta de arreglos es una canción delicada preciosa.

Fireworker es un trabajo impoluto de una belleza extrema sin complejos. Gazpacho son una banda enorme y con este nuevo disco nos demuestran que no tienen rival en su estilo. Este disco debería copar las listas de lo mejor del año y posiblemente estamos frente al mejor disco de su carrera.

Beto Lagarda

Rock en todas sus extensiones