Cuando vi a los noruegos Gazpacho en directo en un Be Prog! el combo progresivo se me atragantó y me pareció un coñazo importante para una tarde soleada de junio. Me daba un palazo importante eso de visionar todo un concierto y hacer la crónica, pero ya desde la primera canción uno puede percibir que hay magia allí. Este grupo ha creado una pieza de arte que lleva por nombre Fireworker y que ya reseñó nuestro compañero Beto en Science of Noise. Les dio un 9,5 y sí, maldigo haber hecho ya mi Top 10 anual puesto que tendrá que ser modificado por Gazpacho.
Se hace difícil escribir sobre un grupo noruego llamado Gazpacho y no jugar con los símiles culinarios, pero haré un esfuerzo. Estos noruegos son un sexteto progresivo que juega en tiempos calmos y melosos. Poseen un violín que les da ese toque necesario para que les cuelguen la etiqueta de art rock y un vocalista con una voz portentosa: Jan-Henrik Ohme. Esta vez las similitudes vocales con todo un Matt Bellamy de Muse son más que evidentes. Empiezo a ver con cariño estos artefactos tan 2020 como son los conciertos en streaming en recintos vacíos. Sabed que un día antes del concierto vendieron el doble de entradas por lo que tuvieron que cambiar de servidor ante la demanda. Todo se hizo en el emblemático club St. Croix de Oslo.
La sobriedad de la banda es absoluta dando todo protagonismo a la música si bien también juegan con una bonita iluminación de tonos fríos que les espera. Luego entran en absoluto silencio al estilo nórdico. Su look y vestimenta es la que llevarían en una reunión de escalera de vecinos en Oslo, no busques glamour en ellos. Desde el inicio que la cosa suena celestial empezando por la extensísima “Space Cowboy”. La verdad es que el nuevo disco Fireworker es absolutamente impresionante. El tema está dotado de coros grandilocuentes y de acercamientos de aire folk que dan majestuosidad a una composición rotunda (vienen sampleados). El sonido es exquisito y el balance entre instrumentos perfecto. A destacar la pegada de Robert R. Johansen que muchas veces juega con mazas y escobillas. También mencionar los teclados de Thomas Andersen al que le dan cancha como solista varias veces. Hay pasajes logradísimos y hasta cierto punto relacionables con el brillantísimo disco F.E.A.R. (Fuck Everyone and Run) de Marillion.
Destaca también la disposición en línea en la que forma el grupo que toca la brillante pieza de raíces folkies “Fireworker”. Vuelve a salir a flote su vena más Muse si bien van mucho más allá de la influencia con esas incursiones arabescas de teclados y violín. El reposo viene de la mano de “Antique” que no está exenta de sus juegos de intensidad y volumen más un rumor de fondo a modo de efecto. Antes, para la bellísima “Hourglass” Jan-Henrik Ohme se saca la chaqueta con cero gracia, pero nos regala un momento de clase imponente. Los tres primeros temas de este disco impresionan por la calidad y por la originalidad. Hay épica en las canciones, pero actualidad y riesgo evolutivo.
Luego hay otro viaje largo a lomos de “Sapien”, con guitarra slide en algún tramo y parsimonia elegante. La sensibilidad que consigue esta banda es tan impresionante como difícil es introducirse en su mundo. La despedida la pone una emotiva “Chequered Light Buildings” que abarca ese inicio lento, esa subida intensa con mucha guitarra y otra vez de bajada con teclado y voz. Gran tema del disco Night que da paso a un fundido a negro y las letras de crédito.
Majestuso, bello, diferente… Lo que consigue Gazpacho con este disco es realmente sublime, pero lo elevan con este directo, todo un logro en estos tiempos de pandemia. Diría que incluso el hecho de estar solos en la sala les da muchos puntos a favor y consiguen hacer brillar su música a un nivel superior. Ni luces, ni efectos ni catering, así de espartanos fueron los noruegos el día 25 de octubre de este presente 2020. Saben que tienen un disco alucinante y les duele en el alma el no poder presentarlo en directo.