La segunda jornada del Calella Rockfest 2019 empezó como es norma, algo escasa de asistencia. Y es que empezar la primera banda a las 19:30 lastra el inicio, pero a mitad de la primera actuación ya había un buen puñado de gente haciendo piña con los irreductibles del festival, lo que está claro es que no tuvo la asistencia que merecía un cartel con esas bandas.
Las opiniones se alternaban entre los gustos del personal, un festival con ocho bandas en dos días, donde cabe todo el espectro del rock, dan para opiniones y gustos. No es muy común encontrar festivales con actuaciones de mas de 60-70 minutos, y en el CRF la tónica son actuaciones de 90 minutos para bien y para mal. Entre actuaciones los Dj’s de Drinkin’ Brothers amenizaban unas esperas de escasos 15 minutos.
Rock para todos los gustos y opiniones, vamos a ver que se coció.
Silverflame
Abrió la noche Silverflame, banda de rock de Girona que subió con fuerza presentando su primer disco First Flight. A la voz y como frontwoman estaba Sheila Endekos que puso actitud rockera durante el concierto, con cambios de ritmo y acercándose a los músicos con los que compartió miradas y gestos; la banda participó pero con contención, una solida banda. Perfectos para abrir la jornada y calentar a los valientes que poco a poco se fueron sumando a la fiesta. Vale la pena seguir más de cerca a esta banda con una muy buena proyección a la espera de más material.
La Fàbrica Llobet-Guri esta estupendamente insonorizada ya que desde la calle se oye entre poco y menos, así que vecinos contentos.
The Liza Colby Sound
Cumpliendo con el horario subió al escenario The Liza Colby Sound. La energía y descaro de Liza es suficiente para tenernos pegados y atentos durante toda su actuación y es que la neoyorquina siempre lo da todo desde el primer tema, una parte del cual es una fantástica intro instrumental, tras la cual aparece Liza sobre el escenario y comienza el espectáculo.
Darlo todo desde el primer tema tiene el riesgo de que a mitad de la actuación deje de sorprenderte, aún así disfrutas del descaro y la sensualidad de esta gran artista. En esta gira por Europa, que es una salvajada de conciertos en poco más de un mes, están presentando su ultimo trabajo Object to Impossible Destination.
Esta banda es fuego en el escenario sobre todo Liza, el resto de la banda juega un papel más discreto dejando el protagonismo a ella, aunque no por eso su puesta en escena desmerezca.
Ñu
Con precisión suiza y polémica hispánica sube al escenario Ñu, banda de sobras conocida en el panorama nacional que mira al pasado de reojo. Llegaron, hicieron lo que vinieron a hacer y se fueron, no sin antes quejarse del sonido en el escenario de manera poco profesional, no creemos que justificada, podría ser un tema de monitores, pero que desde la mesa solucionaron con profesionalidad.
Con un José Carlos Molina a la voz y flauta travesera que aguantó todo el partido como supo, no como muchos asistentes que salían y entraban esperando el plato fuerte.
Diamond Dogs
El plato fuerte del festival, con el permiso de Southside Johnny & The Jukes, eran los suecos Diamond Dogs, que por fin llegó su turno. Un lujazo de banda que da mucho desde que pone un pie en el escenario. Su frontman, Sulo Karlsson, ya empezó a sudar en el segundo tema. Su guitarrista no paró de acercarse al público y gesticular animando en todo momento haciéndose querer y un batería muy expresivo que nos dejaron con muy buen sabor de boca. Gran final de festival.
Finalmente decir que la organización (buen sonido, buena y sencilla iluminación y un clima adecuado) lograron un año más y por séptima vez crear un festival basado en el rock pero de estilos y sonidos diversos. Un trabajo que debería verse recompensado con una asistencia más generosa. Pero bien, nos recompensa al público que asistimos con un trato mas familiar, cálido y acogedor.
Texto: Xavi Arqués y Mario Olmos