Creo que a estas alturas nadie esperaba ya que los eternos Grave Digger levantaran el vuelo y fueran capaces de marcarse un disco de la talla de este Symbol of Eternity… Está claro que nunca les puedes dar por muertos, y es que esta vez han decidido continuar la historia del Knights of the Cross, un discazo basado en la historia de los templarios que fecha de 1998. Frótense los ojos y abran las orejas, pues estamos ante uno de los mejores discos de la historia de Grave Digger, aunque parezca imposible.
En cuanto a letras y en lo musical hay cierta repetición de ideas, pero todo muy bien llevado y funciona. La historia de los cruzados continua ahora con la de los templarios y el grupo consigue una solidez tremenda encadenando temas realmente logrados a los que toca destacar especialmente el trabajo compositivo. Hacía años que Grave Digger no sacaban un disco tan potente como este.
El sepulturero se sirve de la típica intro para meternos de lleno en el meollo de la historia a manos de “Battle Cry” que sirve para situarte en la historia y evidenciar que van en serio… Las guitarras de Axel Ritt te pueden trasladar perfectamente a 1998 en un tema tan fiero como directo. Gran composición, con mucha pegada y con el doble bombo incesante de Kniep. Está claro que esta composición inaugurará sus próximos directos.
El presente bajo de Jens Becker comanda la entrada de “Hell Is My Purgatory” en otra buena canción capaz de reverdecer las praderas estilísticas e inspiradas de los alemanes. Vuelven a arremeter con un estribillo impecable y Chris Boltendahl sigue siendo ese menudo vocalista, característico y desgarrado de garganta. Atención a los solos, inspirados aquí en la música clásica, dando otro plus a lo ofrecido. Sí, es lo típico y previsible, pero hay ángel en todo este material.
Atención a “King of the Kings” pues huele a clasicazo por los cuatro costados. Es justo el espíritu de Knights of the Cross por mucho que en las letras haya una repetición evidente de material ya realizado. Aquí destaca especialmente el trabajo de las guitarras. Sorprenden con el tempo pausado del tema que da título a la obra, acompañado de bellas acústicas y un gran Chris, rasgando su garganta. Mucha belleza con cambios de estructura muy logrados, bien apoyados por coros sutiles.
“Nights of Jerusalem” funciona, pero aquí la combinatoria queda instalada y es un poco escandaloso lo de reutilizar material pasado. Pero… oigan, que la cosa funciona a pesar de que puedas llegar a pensar que esta canción ya la han escrito. Por increíble que parezca, y ya en el tema ocho, ni la acción ni la calidad bajan los brazos y “Heart of a Warrior” luce con la batería de Marcus Kniep y otros buenos detalles de un omnipresente Axel Ritt a la guitarra.
Hímnica y atmosférica es “Grace of God” que les funciona más de enlace que no de single para dar paso a “Sky of Sword”, de estribillo solemne. Las diabluras de Ritt reaparecen en la breve y directa “Holy Warfare” que adolece un poco de repetición de fórmula, aunque con buenos resultados.
“The Last Crusade” aúna un poco todo el espíritu del disco cerrando la historia con clase y a ritmo de medio tiempo con mucha contundencia. Sorprende muy positivamente el tramo instrumental con un solo que es deudor de Helloween más que de Grave Digger. Una de las más agradables sorpresas ha sido esa versión de “Hellas” de Vasilis Papakonstantinou que han ubicado al final del disco y en la que Chris canta en griego. Han contado con el propio Vasilis y ha quedado realmente lograda, pues es todo un himno en el que el baterista Marcus se pone al teclado. Digamos que este experimento ha quedado mucho mejor que cuando se metieron en terrenos de polka de la mano de Russkaja.
Si eres de los antiguos fans de Grave Digger y de su dorado Knights of the Cross verás en Symbol of Eternity una continuación lógica y un disco excelente. Obviamente hay repetición de esquemas, de ides e incluso de letras, pero todo funciona y atrae. Es posiblemente que el hecho de darle un espacio de 20 años entre un disco y otro haya sido clave. De todas formas, supera ampliamente esos discos en los que vuelven a indagar en las guerras de clanes escocesas.
La sensación de tener de vuelta al sepulturero alemán es absoluta y a pesar de que serán muchos a los que les pese la reiteración y la contumacia, de verdad que si eres fan de esa segunda etapa gloriosa de Grave Digger vas a ver con muy buenos ojos esta obra. Gran sonido, muy buenos temas, sensación de trabajo en equipo y grandes individualidades por mucho que estén encorsetados en sus límites metálicos. Symbol of Eternity es justo lo que queríamos de ellos.