A pesar de los cambios que nos anunciaba Truls Mörck en la entrevista que le hicimos hace unos meses, parece que los suecos Graveyard tampoco han querido hacer grandes cambios de rumbo y sí han decidido ahondar en su propuesta más pausada y calma, una de las caras que más dominan y convencen de su estilo tan personal que ha ido mucho más allá de la recurrente etiqueta de retro rock. Hemos tenido que esperar cinco años y una pandemia de por medio para ver que Graveyard en estudio siguen siendo capaces de enamorarnos.
La pandemia marca inevitablemente esta obra que quedó interrumpida por el cierre total sanitario y la voluntad de cuidar a sus familiares. Personalmente este álbum me ha entrado mucho mejor que su anterior Peace en el que el folk dominaba. Esta vez todo es mucho más introspectivo, triste y a la vez oscuro. El grupo suena perfectamente reconocible y hay un nivel general muy alto, a pesar de que lo vas a disfrutar si especialmente te gusta esa cara más calma y mística del grupo. Hay psicodelia, pero no se pierden en las ramas ni en altos minutajes. Saben a qué juegan y lo dominan con maestría y muy buenas canciones.
“Godnatt” es una preciosa balada atmosférica, brumosa, con la batería de Oskar Bergenheim en sonidos opacos y un teclado de fondo repuntando los momentos clave. Puede recordarte a las grandes canciones del Hisingen Blues o a la gloriosa “Slow Motion Countdown”. Contrasta con la electricidad de “Twice” en la que esas segundas voces y el flow general de la composición puede recordarte perfectamente a The Black Crowes. Gran canción, con mucho feeling, capaz de alejarse de lo que suelen hacer, pero que a buen seguro caerá en sus próximos directos. Carnaza de escenario.
El buen momento del grupo se reafirma con la riffera “I Follow You” con arreones, momentos pausados, un gran estribillo y un sentimiento general de caos controlado y de muchísima clase interpretativa y compositiva. Los breaks de batería de Oskar Bergenheim son realmente rápidos y Joakim Nilsson consigue transmitir muchísimo con su voz, justo lo que hace realmente especial al grupo. “Breathe in Breathe Out” vuelve a elevar la apuesta en otra pieza especialmente conseguida, apoyada por voces femeninas de fondo. En canciones como esta te reencuentras con la genialidad absoluta de Graveyard, dejando patente que, estaban muy por encima de todos en su estilo. Quizá lo mejor del disco…
La tristeza emana de “Sad Song”, con un piano de fondo y la sutileza de las escobillas en otra composición con mucho ángel y que consigue emocionar otra vez. Aquí no hay espacio para el relleno, y eso se agradece enormemente. Más contundente y eléctrica, y con un punto de psicodelia, se nos presenta “Just a Drop”, con un solo de teclado y con Joakim forzando sus cuerdas vocales con mucha gracia. Sorprenden con un final abrupto e inesperado. “Rampant Fields” es una de las más logradas y consigue mucho vuelo con esas partes con guitarras sencillas, pero muy atmosféricas.
“Bright Lights” posee ciertas conexiones con Uriah Heep en el desarrollo, pero también con piezas maestras como puede ser el “Child in Time” de Deep Purple, aunque hablamos de la progresión, que no de los agudos imposibles. Hay en este tema algunos de los mejores momentos del disco, especialmente por el estribillo brumoso y esa batería opaca en toms y bombo, pero brillante en lo que son los platos. “No Way Out” vuelve a los tiempos calmos, buscando profundidad y belleza a la vez que rabia y fuerza contenida. Definitivamente se han instalado en esos medios tiempos marca de la casa y salen airosos en todo momento.
Me gustan especialmente su segundo, tercer y cuarto disco, y situaría a 6 por encima de los otros. Cada vez que lo escucho encuentro hay más matices y más argumentos para el aplauso, pues estoy considerándolo como uno de los mejores del año presente. Las canciones fluyen, no baja el listón y hay momentos muy logrados y esperables de lo que tiene que ser Graveyard. Los fans que esperan más caña y fuerza quizá vayan a quedarse algo descolocados, pero en el fondo, ya hacía tiempo que los de Joakim Nilsson empujaban hacia esa dirección. Obra plenamente disfrutable con título y portada mejorables, pero definitivamente Graveyard han ido mucho más allá del mal llamado retro rock.