Cuando surgió la idea de esta sección no creía encontrar tantos grupos con un solo disco en su haber. Estuve toda una tarde investigando, rebuscando por internet en foros y diversas páginas listados con este tipo de formaciones y la verdad que ha quedado una lista bien larga. Y estos artículos que se basan en el rastreo minucioso tienen la ventaja que puedes llegar a descubrir joyas que ni tan siquiera conocías.
Estos A Mind Confused seguro que los vi nombrados en algún libreto de algún CD o en Metallum pero por circunstancias X nunca les presté atención. Y vaya sorpresa que me he llevado. Su estilo se enmarca en el melodeath que se originó sobre todo en Suecia a mediados y finales de los 90, y debo confesar que durante mucho tiempo fue uno de mis estilos preferidos, aunque por desgaste y por encontrar que la formula se repetía ad nauseam, me aparté y perdí casi todo el interés.
Estuvieron activos desde 1993 hasta 1998 editando este disco, un par de demos y un single para luego, casi con la misma formación crear el grupo de death metal Kaamos, que este seguro que os suena un poco más.
Me puse a escuchar el disco sin saber muy bien que me iba a encontrar y al principio la producción no me pareció ninguna maravilla, pero a veces es mejor dejar que vaya avanzando el disco para darte cuenta que es solamente un sensación pasajera ya que la producción es la que debía ser. Tras una introducción bastante corta nos presentan «Bloodpoem» y a las primeras notas se saborea la influencia de grupos como Gates of Ishtar, In Flames, Dark Tranquillity, Sacramentum y muchos más. Una batería veloz que junto a unos riffs melódicos avanzan guiados por una voz desesperada, variada y que tiene una tesitura un tanto parecida a los primeros trabajos de Anders Friden (In Flames). Encontramos también unos breves pero efectivos solos de esos que tan bien saben hacer los suecos, con aires folclóricos.
Sigue la fiesta con la old schoolera «Consecration of Death», una canción de fuerte carácter épico con unas geniales melodías que irremediablemente te transportan a la época dorada del género. Encontramos buenos cambios siendo la tónica habitual en todo el disco y que te tienen entretenido durante los tres cuartos de hora que dura. El sonido de los solos me recuerda mucho al que usaron Desultory en su primer trabajo Into Eternity (1993). Por cierto, el disco está producido por Fred Estby, conocido más por ser el batería de Dismember pero que se ha encargado de grabar y mezclar a infinidad de grupos conocidos como At the Gates, Comecon, Daemon, Thyrfing y un largo etcétera.
La intro de «Seducer of Pain Divine» no puede ser más clásica y añadiendo esa característica reverb en la voz de los años 90 inundando cada rincón de la canción son señas de identidad de esa añorada época y de nuevo las guitarras toman protagonismo con ese adictivo melodeath (conste que hacía mucho tiempo que no aguantaba un disco de este estilo). La siguiente «Obliteration» se mueve en un estilo parecido a la anterior, un poco más oscura si cabe y más metalera, o sea, más basada en riffs y no tanto en el tremolo picking, pero es inevitable que en alguna parte vuelvan a usar este recurso. Buenos juegos de armonías y de nuevo variedad de ritmos.
El resto del disco se mueve en los mismos patrones destacando cortes como «Suffer My Deeds» o «Eternal Sleep» encontrando un pequeño respiro en «Anarchos», una canción instrumental bastante calmada, típica en este tipo de grupos y que realmente ayuda para salir un poco de la monotonía que puede detectarse a la que el disco avanza. Y para nada es malo, ya he dicho que es bastante dinámico, pero el abuso de ciertas estructuras y recursos a veces puede cansar un poco.
Disco que seguro disfrutarás si te gustan los grupos nombrados antes y el death metal melódico en general. Seguro que de entre todas las canciones descubres algún riff, algún solo o alguna parte que te ayudará a pasar mejor este confinamiento y a viajar al pasado que eso siempre es algo bueno para los nostálgicos.