Año 1997. En ese momento, no habría sido demasiado descabellado suponer que este Get Some, el brillante álbum debut de Snot, estaba destinado a ser el próximo gran éxito de aquello que se conoció como nu metal y que tanto nos marcó a much@s de nosotr@s. Ellos eran (y hablo en pasado, aunque todavía sigan dando coletazos por ahí con el ex vocalista de Vitiate Carl Bensley al frente) una de esas bandas que habían sido tocadas por la barita mágica de turno y que les había concedido el deseo de tener a un líder como Lynn Strait al frente. Su fascinante mezcla de funk, metal y hardcore había llegado para renovar el rock alternativo de la época. Una corta carrera, un único álbum de estudio publicado, pero más de 20 años después de que viera la luz, aquí estamos hablando de ellos. Este Get Some es su particular canto de cisne. Snot estaban destinados a convertirse en una de las bandas más grandes de finales de los 90, hasta que un accidente de coche acabó con la vida de su cantante Lynn Strait y de su perro Dobbs, el mismo que aparece en la portada.
En pleno año 2020, aún estado confinados como estamos, uno da por sentado (no es algo que se ponga en tela de juicio) que un nuevo álbum puede llegar a millones de personas al instante gracias a Spotify, YouTube y a las redes sociales, pero a mediados de los 90, Internet seguía siendo la gran desconocida para muchos fans de la música, lo que hace que el éxito conseguido por la banda tuviera aún más mérito. Sus melodías fueron radiadas hasta la saciedad, giraron como locos (se les pudo junto a (Hed) P.E., Incubus, Soulfly, Sevendust o en la edición de 1997 del Vans Warped Tour) y en los high schools, el intercambio de cintas de cassette hizo que fueran la banda sonora de los adolescentes de la época que patinaban mientras escuchaban su walkman. En solo tres años, la banda se formó, firmó con una major (Geffen Records) para publicar su debut y se dejaría ver por dos de las giras más grandes de los 90 (además del Warped, tocaron también en la edición del Ozzfest de 1998). El éxito les llegó de la noche a la mañana, y en el centro de todo estaba Lynn Strait, un torbellino de energía, que exudaba a partes iguales talento, carisma y «amenaza». Era, por así decirlo, una bomba de relojería a puntito de estallar.
Lynn, como todo genio, tenía también sus propios demonios internos. A la edad de 27 años (murió con 30), ya se había dejado conquistar por las drogas y había pasado por el calabozo en varias ocasiones, entre otras cosas, por robo. Pero el tipo tenía un «algo» que siempre hacía que se saliera con la suya. ¿Sabéis esas personas que poseen un carisma natural, que sin hacer prácticamente nada ya lo consiguen todo? Pues así era él. Sin importar cuán ocupado estuviera, siempre tenía tiempo para pasarlo con los colegas y, sobre todo, con su querida mascota.
Lynn y el guitarrista Mikey Doling formaron Snot en 1995 en Santa Barbara, California. A través de amigos en común, conocieron al otro guitarrista Sonny Mayo y al bajista John Fahnestock. Meses más tarde llegaría Jamie Miller (batería), completándose así el lineup. A las pocas semanas empezaron a tocar localmente. Se corrió la voz rápidamente, y de los clubes locales saltaron al Sunset Strip de Los Ángeles, siendo pioneros de una nueva y vibrante escena musical en la que también empezaban a destacar bandas como Coal Chamber, Incubus, 311 y System of a Down. Fue entonces cuando los jefazos de Geffen Records se fijaron en ellos, y justo dos años después del nacimiento de la banda, su único álbum fue lanzado al mercado, el 27 de mayo de 1997. Nuestra web (vuestra web… ♥) nació un par de meses más tarde, de ahí que no le mostráramos nuestros respetos entonces.
Al principio, los críticos no sabían cómo encajar exactamente este Get Some, por la simple razón de que en poco menos de 50 minutos, la banda toca todos los palos habidos y por haber. Por momentos suenan como Pantera, pero dos temas más allá te recuerdan a Sublime. Líricamente, Lynn plasmó en estos 15 temas, literalmente, su vida entera, como su paso por prisión, sus crímenes y sus problemas con las drogas, dejando su intrincada pero frágil personalidad demasiado al descubierto. Es más, algunas canciones, como por ejemplo «Stoopid», las escribió desde su celda.
La trayectoria ascendente de Snot continuó cuando Ozzy les fichó para el Ozzfest de 1998. Sus actuaciones fueron memorables, pero más memorable aún fue lo que hizo Lynn durante el show de Limp Bizkit en Mansfield, Massachusetts: salir totalmente desnudo al escenario durante el set de los de Fred Durst, lo que provocó su detención acusado de exposición indecente. En el libreto del Strait Up (ver un par de párrarfos más abajo) se recoge gráficamente dicho momento.
Para cuando finalizaron las giras, la banda ya tenía material suficiente como para grabar un segundo trabajo, pero la tarde del 11 de diciembre de 1998, estando Dobbs en el asiento trasero, Lynn Strait cruzó el carril hacia el sur de la autopista 101 para girar a la izquierda y su vehículo fue embestido por un conductor que se dirigía hacia el sur. Tanto Lynn como Dobbs murieron en el acto. Esta tragedia provocó que cerraran ese tramo de autopista y que modificaran el trazado.
El palo para el resto de miembros de la banda fue, obviamente, mayúsculo. Se había ido su hermano, por lo que decidieron tirar la toalla. A modo de tributo, la banda lanzó las canciones que estaban inacabadas en 2000 en una especia de álbum coral llamado Strait Up, con letras y voces suministradas por los pesos pesados del rock y el metal de la época, como Corey Taylor (Slipknot, Stone Sour), Fred Durst (Limp Bizkit), Max Cavalera (Sepultura, Soulfly), Serj Tankian (System of a Down) y Dez Fafara (Coal Chamber, DevilDriver). Más tarde lanzaron Alive, un disco que recoge su actuación de 1998 en The Palace de Hollywood. A pesar de la resistencia inicial de Mikey, desde entonces han tocado en alguna ocasión con los vocalistas Tommy Vext (Bad Wolves, Divine Heresy) y más tarde Carl Bensley (Vitiate, Adagio), pero no hay indicios de que intenten retomar lo que dejaron a medias en 1998 y graben un nuevo álbum de estudio.
Tengo una especial debilidad por el nu metal, y durante mis años más mozos llegó a convertirse en algo, en cierta manera, obsesivo… musicalmente hablado, claro está. Me hice fan del rock a través de bandas como Guns N’ Roses, Skid Row o Extreme, pero me hice amante del metal gracias a System of a Down, Slipknot y Limp Bizkit, bandas tan populares como los Metallica, Pantera o Sepultura de los 90.
A pesar de tener sus buenos momentos, en general, el nu metal siempre adoleció de estar un poco basado en discos con un buen single y canciones de relleno, y por bandas que no solían perdurar en el tiempo. Alien Ant Farm se separaron muy pronto. Limp Bizkit cayeron en el olvido. (Hed) P.E. e Ill Niño continuaron, sí, pero fueron ignorados. Linkin Park y Papa Roach cambiaron de estilo.
Pero aún habiéndolo flipado mucho, es un género del que es muy fácil rajar y pasar de él, burlarse de sus divertidos peinados, de los piercings y de los videos musicales de Coal Chamber. Pero parece que recientemente ha habido un cambio de paradigma y que la gente que renegaba del nu metal vuelve a ponerlo en el (buen) lugar que seguramente se merezca. ¿O es que acaso tú no pondrías en un pedestal el White Pony (2000) de Deftones, que ayer precisamente cumplía 20 años, o el Toxicity (2001) de System of a Down? Pues a ese mismo nivel pongo yo este Get Some. ¿Lo vemos?
El álbum comienza con la canción homónima «Snot». Al principio se escucha una muestra de audio de algunas conversaciones, para luego entrar un inconfundible riff nu metalero con el wah wah como protagonista. Ya desde el inicio uno percibe que estos tipos quizá estén más cerca de bandas como Vision of Disorder que de Linkin Park. El sonido de la batería, especialmente de la caja, me encanta. Y la velocidad. La canción es mucho más rápida que la mayoría de las pistas de Coal Chamber o Korn, por ejemplo. Parece como si alguien hubiera pensado que tomar una sección rítmica influenciada por el funk de Rage Against the Machine y acelerar la cosa era una buena idea, y vaya si lo es. Y luego, obviamente, están las voces, mucho más cerca del rap del debut de Slipknot que de Adema o Hoobastank. Lynn tiene un estilo inconfundible, crudo a la par que musical.
La segunda es «Stoopid», que sí entraría dentro de los cánones del nu metal. Es bastante más lenta, muy en la onda de los Powerman 5000 de su época Mega!! Kung Fu Radio (1997) (¡vaya discarral, copón!). Claras influencias funk que acaban por volverse en algo pesado hacia la mitad de la canción, lo que me parece bastante satisfactorio. Pero si quieres velocidad, ahí está «Joy Ride», la canción más rápida de este trabajo y la que más se aleja del género. ¿Influencias stoner? ¿Unos Fu Manchu pasados de vueltas quizá? No lo sé. Para mí es un temarral de punk-hard rock con un riffaco y unos «woah-ah-ohs» con mucha actitud. Especial cariño que le tengo a este tema, que incluí en la banda sonora de uno de mis primeros cortometrajes.
«The Box» es una de esas canciones en las que se intercala ruido y tranquilidad. Me recuerda, musicalmente hablando, a Audioslave, pero con una batería más machacona. Me encanta el juego de voces de Lynn, sobre todo la voz de fondo durante los coros, que me recuerda un montón a la de Phil Anselmo de su época NOLA (1995). Muy buen tema, grandiosa batería.
Tras cuatro temas, uno ya puede notar el amplio espectro musical de la banda; digamos que les encantaba ensanchar los límites del género, pues las cuatro canciones son bastante distintas entre sí. Diversidad que sigue patente en «Snooze Button» y su pesado ritmo de bajo. Agradable combo de funk y rap-metal. No es ni demasiado rápida ni demasiado lenta, porque para lenta está la que le sigue, «313». Es el tema más relajado de todo el trabajo. Es una especie de «»»balada»»» (así, entre muchas comillas). Es más como la música que suena de fondo cuando estás en el menú de un Blu-ray/DVD de un documental sobre crímenes. Me parece incluso distinguir un theremin de fondo, algunos efectos de sonido, algunos ruidos sexuales… No sé, me recuerda a horrores a lo que harían, años más tarde, Suicide Silence en «… And Then She Bled».
A continuación llega la pista que le da título al álbum, «Get Some», con un ambiente lento y espeluznante no muy diferente al de «Trash» de Korn, aunque la de Snot sea anterior. Es una de esas canciones lúgubres que imaginas que tiene un video musical sobre pedófilos… hasta que llega el coro, de nuevo ruidoso. Ritmo notable de batería, one more time. Me gusta especialmente el final de la canción, que suena igual que el inicio pero con una banda bastante más cabreada detrás.
La siguiente canción, «Deadfall», tras dos temas más o menos calmados, vuelve a ser rápida. Muy en la onda de Motörhead. Quizá la adición de las guitarras de Dave Fortman de Ugly Kid Joe tenga algo que ver, si se me permite la licencia. La sección media muy a lo «Wynona’s Big Brown Beaver» de Primus y el momento «Viva la fuckin’ France, man!» me descolocan un poco, pero en general esta canción es una inyección de energía necesaria.
Y después de la descarga de adrenalina, «I Jus’ Lie», una excelente melodía con unos buenos riffs y un ritmo de batería entretenido. Es uno de los mejores temas de este trabajo, sin duda.
«Get Some O Deez» actúa a modo de interludio musical, nada que destacar. Pero la que sí destaca es «Unplugged», que cuenta con una de esas melodías que tanto abundan en el debut de Deftones. Aquí, de nuevo, la voz limpia de Lynn me recuerda muchísimo a la de Anselmo. Muy buena canción, aunque quizá un poco demasiado genérica en comparación con el resto del álbum.
«Tecato» tiene un comienzo, una zona media y un final muy System of a Down, y solo por eso ya es un temarral. Y hablando de temarrales, aquí llega «Mr. Brett», que es como una mezcla de Superjoint Ritual con un pequeño toque de Pennywise. La voz de Theo Kogan, vocalista de Lunachicks, se complementa a la perfección con la de Lynn. Bonito solo de guitarra, por cierto. ¿Quién dice que nu metal mató a los solos de guitarra?
Lo siguiente, «Get Some Keez», es otro interludio musical instrumental. El álbum finaliza con «My Balls», que se abre con un «¡Mis bolas, tu barbilla!» épico que acabará por convertirse en el estribillo del tema. Es una melodía de rap-metal repleta de funk muy ruidosa. Es desagradable y grosera pero, por encima de todo, es muy pegadiza. No sé si el hecho de que Lynn festejara con una pornstar tendrá algo que ver…
Si Lynn no hubiera muerto, la industria del entretenimiento, seguramente, no apestaría tanto como lo hace actualmente. ¿Crees que Korn eran grandes? ¿Crees que Limp Bizkit eran grandes? Si Snot todavía estuvieran presentes (y hablo del lineup original, claro), tendrían a los fans de las dos bandas antes citadas -además de a otros cientos de miles más- ansiosos por engullir su creatividad musical. Strait tenía «eso» que muy pocos tienen pero que tantos entienden. Estoy seguro de que se hubiera mantenido fiel, auténtico y nada ni nadie, ni tan siquiera el estrellato, le hubiera hecho cambiar. Prodigios como él han existido/existen pocos. En palabras de La Jon Jermaine Witherspoon, vocalista de Sevendust:
«One last song
Given to an Angel’s Son
As soon as you were gone
As soon as you were gone.»
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.