Tenía muchas ganas de este concierto, muchas. Seguramente el que más esperaba de la temporada de otoño de este 2018. ¿Razón? Quedé maravillado de lo que H.E.A.T hicieron en el Rock Fest, seguramente el mejor concierto de su día (pasándose por la piedra a ilustres como Ozzy, Judas Priest e incluso Accept) y el más destacado de los no cabeza de cartel. Si en un festival, a las tantas, y estando yo tan lejos del escenario lo flipé de aquella manera, lo que podía pasar en una sala prometía muchísimo. Además, por si no fuera poco, hace pocos días descubrí el Carnival Days (2018) de Shiraz Lane, que automáticamente pasó a ser uno de los discos que más he disfrutado este año (y eso que lo conozco hace solamente una semana…). Aún me estremezco al recordar los nervios de quinceañero que sentía cuando pasaban los días… Lo que busco en un concierto es que me deje cara de asombro y/o sonriente cuanto más tiempo, mejor, e intuía que esta velada podría encontrarlo.
Ese día, viernes, hacía frío, y la cola era larga. Delante de mí tenía a dos madres con sus hijas (¿pre?) adolescentes. Una de ellas decía que era el primer concierto que iba a ver. Dentro de la sala, a mi lado, había un matrimonio con su hija y sus guantes de cuero y tachuelas, que no sé si llegaría a los 10 años. Y si mirabas hacia atrás, al menos veías tres o cuatro chaval@s más a hombros de sus padres. Sí, ya lo digo. ¡qué bonito es el rock! Y bravo por los padres, que les llevan a ver a estos y no a cualquier Slayer de turno. ¡Que la vida es para pasárselo bien, y no cabrearse!
A las 19, puntuales, abrieron puertas, y para allá que fuimos. Últimamente he retomado una costumbre que no tenía desde los 20 años, y es ponerme todo lo delante que pueda. En esta ocasión estaba en segunda fila a la izquierda del escenario. La panorámica era brutal, así que dejamos pasar media hora para que todo empezara…
Shiraz Lane
Os voy a revelar una intimidad de la revista. Cuando alguien va a un concierto manda a los compañeros algunas fotos para que las suban a las redes. En esta ocasión, las que envié llevaban como texto “la fiesta que están dando Shiraz Lane no es ni medio normal”, y creo que no hay mejor definición para la media hora que nos ofrecieron. ¡Vaya bolaco! Vaya fiesta montaron los finlandeses. Media hora de absoluta locura, energía, buen rollo y, como decía párrafos atrás, sonrisa de oreja a oreja.
La batuta, como no podía ser de otra forma, la llevó Hannes Kett a la voz, demostrando que a pesar de su juventud, a tablas hay muy pocos que le ganen. Pero es que el resto de la banda le iba a la par. Los solos de Jani Laine sonaron de muerte, y el bajista (25 añitos, tiene el muchacho) Joel Hiljanen acompañó al voceras a una excursión al medio de una Razz 2 a medio llenar. Supieron ganarse al público de una manera extraordinaria desde los primeros segundos de “Carnival Days”, canción que tenía muchas ganas de que sonara (a pesar de no tener saxos en el escenario) y hasta el final apoteósico con “People like Us”.
Por si eso no fuera poco, estuvieron el resto del concierto por la sala, haciéndose fotos con todo aquél que se lo pedía y demostrando una simpatía y una humildad que no son fáciles de encontrar en el show business. Absolutamente mayestáticos y dejando el listón muy alto. Hay que tenerlos muy mucho en el radar, es obligatorio.
Setlist Shiraz Lane:
Carnival Days
The Crown
Tidal Wave
Mental Slavery
Shangri-La
Harder to Breathe
People Like Us
One Desire
El nivel de los primeros había sido altísimo, así que One Desire se enfrentaban a un reto enorme. ¿Serían capaces de superar, quizá de igualar, a Shiraz Lane? En breve lo veríamos.
Ellos mismos hicieron las pruebas de sonido, así que la salida a escena no produjo mucha sorpresa. Y sí, aquello sonaba bien, la verdad. La cosa empezó con su primer hit, “Hurt”. Todo sonaba perfectamente y André Linman iba a lo suyo, cantando y a las guitarras. Y creo que eso fue lo que hizo que su directo no fuera tan apoteósico como el anterior: no es lo mismo tener un micro y nada más que tener un micro y una guitarra, con lo cual poco puedes moverte. A ver, que lo hizo bien, muy bien, con una gran entrega, pero la conexión con el público es siempre más difícil de esta forma.
En los 8 temas que tocaron dieron un buen repaso a su, de momento, disco debut. Y digo de momento porque nos comentaron que para primavera tendríamos un segundo álbum en la calle. Si suena como lo que escuchamos, principalmente como el último tema, “”Buried Alive”, la cosa promete mucho.
Al final del concierto, nos dijeron, iban a estar en la zona del merchandising con las otras dos bandas firmando, haciéndose fotos y lo que hiciese falta. Y fue cierto, al salir los vi muy dedicados a sus fans. Olé por ellos.
Setlist One Desire:
Hurt
Turn Back Time
Apologize
This is where the Heartbrake Begins
Love Injection
Falling Apart
Whenever I’m Dreaming
Buried Alive
H.E.A.T
Y llegó el momento. La sala estaba a reventar. No sé si llegó al sold out, pero en caso negativo, poco le faltó. Se respiraba muchas ganas, muy buen rollo y unas ansias enormes. Y de repente… luces fuera.
“Bastard of Society” y una entrega monumental. Entrega del público, entrega de los músicos y, por encima de todo, entrega de un Erik Grönwall que es un auténtico animal del escenario. Hay pocos, muy pocos frontmen que haya visto que tengan tanto carisma, tanta energía y que conecten tan bien con el público. Y suerte que es jovencito, que si no al día siguiente no podría mover el cuello del dolor de cervicales…
Aquello había empezado más que bien, a la altura de las expectativas, y no bajaría en toda la noche. Dave a la guitarra (y con un bigote a lo mosquetero la mar de curioso) y Jimmy Jay al bajo no paraban de hacer de las suyas, sacando un sonido y una precisión tremendas, y Crash a los bombos y Jona a los teclados, aunque en un segundo plano, se lucieron absolutamente. Toda la banda, en todos los aspectos, estuvo a un nivel altísimo.
La gente estaba entregadísima, y aún más cuando el cabra de Erik bajaba al foso, a estar en contacto con el público. O cuando se fue al centro de la sala a saltar con sus fans. O cuando pidió, en “Beg Beg Beg” con partes de “Whole Lotta Rosie” de AC/DC entre medias, que le llevaran haciendo «surf» hasta la barra del bar, a la que se subió y nos deleitó con sus movimientos sexys. Olía aquello a pescado…
“It’s All About Tonight” sonó atronadora, aunque quizá sea mi vena groupie de la canción, como también lo hicieron “Living on the Run” o “Breaking the Silence”. El único pero que le podría poner al concierto fue la exclusión de “Inferno” del set list, que sí sonó en el Rock Fest.
Tras “Beg Beg Beg”, y con Erick de vuelta al escenario, le tocó quedarse solo con una guitarra acústica. “Hay que reírse del mañana”, dijo como introducción al tema del mismo nombre. “Laughing at Tomorrow” sonó muy bien, a pesar del percance del principio y de la semi inclusión de “La Bamba” que todo Razz coreó. Este chaval es un crack…
Llegamos al final con “Mannequin Show” y “”Tearing Down the Walls”. ¿Al final? No, quedaban un par de temas a modo de bis. “Point of No Return” y “A Shot at Redemption” pusieron, ahora sí, la guinda al pastel que había sido la noche. La ovación que se llevó el quinteto sueco estuvo a la altura del bolo que se habían cascado, y la verdad es que el público, entre ellos yo mismo, se quedó con ganas de más. Podrían haberlo hecho más largo y que apechugaran los que vendrían después…
Fui al concierto (y escuché a algunas personas) con una persona que nunca los había visto en directo, y la reacción (las reacciones) fue la única posible: aquello había sido una auténtica locura, y H.E.A.T un grupo que, al menos, tienes que ver en directo una vez en tu vida. Por mi parte, decir que cerré la temporada con el mejor concierto de 2018. Y tú, ¿fuiste o esperas a que te lo expliquen?
Setlist de H.E.A.T:
Bastard of Society
Breaking the Silence
Danger Road
Emergency
Shit City
Downtown
In and Out of Trouble
It’s All About Tonight
Living on the Run
Beg Beg Beg
Laughing at Tomorrow
Redefined
Mannequin Show
Tearing Down the Walls
Point of No Return
A Shot at Redemption
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.