Sota, caballo y rey. Hammerfall, desde su Glory to the brave, sabe cuáles son sus cartas y cómo jugarlas bien. Puedes amarlos u odiarlos, pero nunca podrás decir que te han defraudado. A medio caballo entre Judas Priest y Helloween, con algún toque de los primeros Pretty Maids, enfrentarse a un disco de los suecos es saber de antemano qué te vas a encontrar. En este Built to last, su décimo trabajo, la cosa no cambia y, antes de darle al play, ya intuía lo que escribiría en esta review.
A pesar de los cambios de formación y de tinte de pelo, que el núcleo duro de la banda siga inamovible (Dronjak y Cans) después de casi 20 años nos da una idea muy clara de por dónde irán los tiros: riffs afilados y rápidos, algunos más crudos y otros más melódicos. Medios tiempos muy hímnicos y fácilmente coreables, dosis de energía y alguna balda más o menos acústica. Y eso es lo que nos encontramos en este nuevo lanzamiento, 10 temas de puro Hammerfall: lo amas o lo odias.
«Bring it» abre el trabajo de la forma más judaspriestana posible. Rápida, con uno de los riffs más crudos del disco y con un ritmo que hará de este un tema perfecto para iniciar sus shows. El álbum no podía seguir de otra forma que no fuera «Hammer High», uno de estos himnos a medio tiempo de los que hablábamos anteriormente. Tema y estribillo para cantar con el puño en alto. Con «The Sacred Vow» juntan todos sus elementos: una intro acústica, el cuerpo de la canción cañero, aunque no especialmente rápido, y un estribillo absolutamente hímnico.
Con «Dethrone and Defy» pisan el acelerador mientras tejen una melodía de guitarras muy helloweeniana. Para mi gusto, uno de los mejores cortes del disco. «Twilight Princess», con el nombre, no puede dejar dudas: intro con flautas, acordes acústicos muy medievales y, en definitiva, una balada muy del estilo del grupo, pero quedando lejos de temas como «Glory to the Brave» o «Remember Yesterday». Con «Stormbreaker» el martillo vuelve a caer con todos sus elementos: rapidez, grandilocuencia y estribillos que su público cantará con ganas. Es en este tema donde mejor se demuestre por qué David Wallin ha sido el escogido para llevar la batería.
«Built to Last», que da nombre al disco, es un tema que podrían haber firmado los propios Manowar. Riff pesado, melodía vocal muy predecible, coros grandilocuentes y un interludio medio acústico. La influencia de los de DeMaio en este tema es evidente. «The Star of Home» nos devuelve a los Hammerfall más rápidos y cañeros y hará las delicias de sus fans más acérrimos. «New Breed» es un tema que habremos escuchado mil y una veces, tanto en discos de Hammerfall como en cualquier buen grupo de la NWOBHM. Composición sencilla y efectiva, este tema parece un pariente más o menos lejano de «Breaking the Law». El disco acaba con «Second to None». Su más que sorprendente intro, muy barroca, da paso a un medio tiempo, a ratos casi una balada, con la que, quizá (y sólo quizá), logra sorprender. Una buena forma de cerrar su trabajo.
Hammerfall nunca se han distinguido por innovar o arriesgarse en exceso y este Built to Last lo corrobora. Un trabajo digno, que no pretende superar sus viejas glorias pero que tampoco desentona en su discografía. Oscar y Joacim saben a lo que juegan y lo saben jugar bien, siendo siempre efectivos.
Si eres fan del grupo lo disfrutarás. Si, por el contrario, te cansa tanto templario y predictibilidad, puedes pasar por alto el trabajo, aunque temas como «Dethrone and Defy» o «Hammer High» permanecerán en sus setlists.
Podría haber escrito esta review casi sin escuchar el disco, pues es, como decía antes, sota, caballo y rey. Por eso le doy la puntuación que le doy.
Artículo publicado originalmente en Metal Symphony.
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