Los polacos Hate nos presentan su esperado duodécimo trabajo. Esperado pues sus últimos trabajos se mantienen estables y firmes con resultado siempre notable. Partiendo que los de Varsovia debutaron hace ya 25 años con Daemon Qui Fecit Terram (1996) con un death metal áspero y totalmente anticristiano influenciado sobretodo por Deicide. En los 2000 acercaron su sonido al death metal polaco de bandas como Vader. Y finalmente, la banda se estableció en su cénit creativo llegando a la madurez musical cuando aproximaron su sonido a de los también polacos Behemoth. Termendum (2017) marcó un antes y un después en Hate.
Curiosamente esta evolución estilística es totalmente opuesta a la evolución de la banda de Nergal. Si Hate asimilan un blackened death metal viniendo de unas raices totalmente basadas en el death, Behemoth llegó a la excelencia estilística con The Satanist a través de puro black metal.
Con su nuevo disco titulado Rugia, volvemos a redescubrir el potencial de Hate. Los vemos cómodamente establecidos en nuevo nivel donde la calidad musical, una producción pulida y una energía totalmente renovada juegan con la pureza en el enfoque musical, la entrega y potencia de antaño. En Rugia encontramos recursos musicales como son los ritmos progresivos y estructuras ingeniosas, también encontramos la potencia y brutalidad que esperamos encontrar en un disco de este estilo. Han refinado y pulido su fórmula y han creado un álbum que los posiciona muy alto en la escena europea.
Arrancando con “Rugia” van pasando los temas sin tregua y, tras 36 minutos, llegas al final del trabajo casi sin pestañear. “Exiles of Pantheon” se antoja como el mejor tema del disco. Las voces de Atf Sinner suenan brutales como nunca, los riffs de guitarra de Domin complejos y sin compasión, igual de poco compasivos son los blast beats con los que Pavulonnos destroza los oídos.
Tras 25 años y doce álbumes de estudio, Hate se muestran más fiables que nunca y reclaman su puesto en la cúspide del metal extremo de centro Europa. La única pega que le pongo al disco es que, pese a nueve temas despiadados y notables, aún no han tenido la capacidad de sacar un tema himno con suficiente gancho como para ser el estandarte de la banda.