Si hablamos de Hatebreed, no hace falta gastar mucho tiempo en presentaciones, pues con más de cinco lustros repartiendo hardcore allá donde pisan, han conseguido que incluso la gente que no está dentro de esa escena sepa quiénes son y más o menos cómo suenan. Y no es para menos, pues la banda, pese a hacer las cosas de forma canónica, hace muchos años que consiguió un sonido fácilmente reconocible y personal.
Y en este nuevo trabajo no podía ser de otra forma, no hacen falta ni treinta segundos de “Instictive (Slaughterlust)” para darnos cuenta de que Hatebreed siguen siendo Hatebreed: puro hardcore al que no le importa flirtear cuando es necesario con el beatdown o con guitarras más metaleras.
Y para despejar cualquier atisbo de duda, entra “Let Them All Rot”, con unos riffs de guitarra influenciados por los clásicos del thrash que harán las delicias de propios y extraños.
Con “Set It Right (Start With Yourself)” retoman su sonido más puro, con una base instrumental más pesada y unas estrofas cocinadas para que nadie se quede quieto.
El tema que bautiza al disco, “Weight of the False Self” sigue la misma línea, con una batería más contundente si cabe. Hardcore de la vieja escuela, sin florituras. Recuperamos poco a poco la velocidad con “Cling to Life”, solo de guitarra con bastante influencia heavy incluido.
En “A Stroke of Red” vuelven las melodías completamente pegadizas y bailables, haciendo imposible el no menear el pescuezo al ritmo que va marcando Matt Byrne, para dar paso a “Dig Your Way Out”, una apisonadora en la que de nuevo ponen la máquina a máxima potencia.
No bajan las revoluciones en “This I Earned”, con sus guitarras cortantes y el estribillo puramente old school al que nos tienen acostumbrados los de Connecticut.
Sin ninguna intención de darnos un respiro entran “Wings of the Vulture”, un temazo con una contundencia que hace de él uno de los mejores del álbum, y “The Herd Will Scatter”, en el que demuestran que si quieren pueden mezclar sin ningún problema su característico hardcore con el metal más duro, incluso darle pinceladas de punk. Y con un resultado completamente aceptable.
“From Gold to Gray” compagina esa misma velocidad con un estribillo mucho más pesado, y pasa a tomar el relevo “Invoking Dominance”, con una introducción maravillosa que da paso a un tema que cierra el álbum en lo más alto, desbordando tralla por los cuatro costados.
En resumidas cuentas, Hatebreed nos ofrecen lo que desde el principio dejaron claro que venían a ofrecer: auténticos cañonazos hardcore salpicados con los sonidos más extremos de otros estilos, creando una fórmula inconfundible y que, pese al paso de los años, sigue funcionando como el primer día.