Después de más de 25 años, (hed) P.E., los precursores del G-punk originarios de Huntington Beach, California, liderados por Jahred Gomes, nos presentan el que ya es su decimotercer álbum de estudio titulado Detox (2023). Desde sus primeros dos álbumes con Jive Records hasta su regreso a Suburban Noize Records en la década de 2000, han dejado huella con su sonido ecléctico y letras de alto octanaje político. A pesar de las críticas mixtas de su álbum anterior, el flojísimo Stampede (2019), la secuela de su sublime álbum del año 2000, Broke, Class of 2020 (2020), les hizo regresar en cierto modo a sus raíces, y el EP subsiguiente, Sandmine (2021), mostró un tono aún más rabioso.
Pues bien, Detox sigue por esos mismos derroteros. (hed) P.E. han recuperado su éxito al seguir la fórmula que los hizo famosos. El disco número 13 demuestra que, lejos de ser de mala suerte, les ha permitido reconquistar el respeto gracias a su habilidad para evolucionar musicalmente mientras conservan su esencia distintiva.
«No Way Out» inicia el álbum con un arranque de trap metal contundente, declarando el regreso del combo a lo grande, mientras que el tema homónimo, «Detox», retoma sus raíces G-punk, afirmando saber lo que el oyente desea. En «Waiting», uno de mis 50 temas favoritos del pasado año, adoptan una vibra rap rockera, mientras que en «Too Late» se adentran directamente en los terrenos del nu metal que tan buenos resultados les dio hace dos décadas.
El álbum se sumerge de nuevo en el sonido G-punk en «This Dream», recordándonos que el sueño que tienen no es para tod@s, y en «Compromise» fusionan elementos de reggae, punk rock y hip hop, rechazando cualquier tipo de compromiso con las tan odiadas etiquetas. En «Rat Race» abrazan otra vez la senda del trap metal, pintando la imagen de una pesadilla que conduce al rap rock de «Going Nowhere», recordándonos que todavía están aquí y que nunca se han ido a ninguna parte.
Con «Pour My Wine» nos aproximamos al final con un trallazo de rap metal, animando al prójimo a encenderse un porro y llenar la copa de vino antes de que «P.C.H.», siglas de la Pacific Coast Highway, baje el telón con grades dosis de positividad. Un tema bastante melódico que cuenta con la participación de la risa de la hija de Gomes, dando como resultado una pista que rezuma optimismo.
«Thanks for coming out man, love you guys. Be safe on your ride home. Stay away from the police. Don’t drive drunk. Peace.»
Si bien Class of 2020 no fue tan malo como secuela de Broke, la forma en que Detox rinde homenaje a sus orígenes G-punk, capturando la energía frenética y los elementos distintivos de su sonido más auténtico, es más que suficiente para satisfacer a quienes puto-amamos a estos pavos. La mezcla y masterización magistrales de Ulrich Wild fusionan sin problemas la agresión cruda, las influencias del hip hop y las vibraciones hardcore, brindando una experiencia sonora cohesionada y ultra decentísima.
Con tres sencillos previos al lanzamiento y una gran recepción en redes, Detox ha sido su obra más esperada en muchos años, y no solo cumple con las expectativas, sino que las supera con creces. (hed) P.E. ha logrado combinar elementos de algunos de sus álbumes más clásicos (vale, no hay un «Serpent Boy» ni un «Bartender»…) para crear una obra que es mucho más que la suma de sus partes. Lo mejor de Detox radica en que todo en él suena correctamente, estableciendo un nuevo estándar para la banda. Un regreso triunfal que captura la esencia de los (hed) P.E. originales y los proyecta con una frescura y vitalidad que demuestran que, después de más de dos décadas, estos veteranos del negoció aún tienen mucho que ofrecer. Detox, en definitiva, encapsula la esencia más auténtica de la banda.
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.